Y dirigiéndose a los otros:
—Vamos a retirarnos si no capaz que cree que se va a morir...
Doña Rosaura le hace una seña poniéndose el índice en los labios.
Y Álvarez tranquilo responde:
—¿Usted cree que oye?... ¡Va a ver que el doctor dice que no oye!...
* * *
Don Elías es propietario de diez casillas de tablas de cajón y
chapas viejas negras de orín. Cobra por estos refugios unos alquileres
brutales. Además se pasa el mes murmurando:
—El mes termina el último día... El primero es otro mes...
Y el primero anda ya con los recibos reclamando su pago.
—Antes que el sol, entra el viejo con el recibo, dicen los inquilinos.
—Un desgraciado que vive peor que nosotros, dice Álvarez.
—Eso es. Tiene rentas... ¿pero le sirven para algo?
—Para hacerse odiar...
—Yo —sentencia otro— prefiero un peso para disfrutarlo que mil para andarlos cuidando...
Está dicho que no lo quiere nadie. Pero ahora el hombre está duro
como un palo, caído de espaldas sin poderse dar vuelta, "como una
tortuga sobre su cáscara".
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.
37 libros publicados.