El campo hacía tiempo que era muy distinto.
* * *
Después que desuñía los bueyes tenía que cocinar y fregar. Y
luego lavar su propia ropa y la de los hijos. Cuando terminaba la tarea
se acostaba un rato. Y vuelta a enyugar y después desuñir y hacer la
cena y fregar y acostar a los niños.
Y ellos callados, mirándole, siguiendo con los ojos sus pasos por el rancho.
Laurencito no se dormía enseguida. El hermano le acompañaba mientras
estaba despierto. Cuando se dormía "voliaba la patita" y se iba a su
propio catre. Esta protección del hermano mayor al pequeño, la mano, las
polleritas de los niños, como hacía la finada.
Luego recorría la cara de los durmientes con la luz de un fósforo y
se acostaba. La muerta venía siempre a su recuerdo en estos momentos.
Le parecía que estuviera siempre allí, cuando los niños estaban solos.
* * *
Se estaba poniendo flaco. Ya no iba los domingos al boliche a
prosear con los vecinos. No podía dejar solos a los niños, ni tenía
gusto tampoco.
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