La reclusión no es siempre una opción
Una rica heredera de salud débil acoge en su rica casa a la hija de su nodriza negra.
La reclusión no es siempre una opción
Una rica heredera de salud débil acoge en su rica casa a la hija de su nodriza negra.
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* * *
Se salvó la niña Angela —la menor de la familia— por los pechos
de la negra Alcira que daba a luz todos los años, destetando un hijo
para ponerle el pezón en la boca al otro recién nacido.
Angela compartió con cuatro negritos la leche de aquella mujer de pechos inexhaustos.
Cuando nació María Celeste —el quinto hijo de la amamantadora— Angela terminó la lactancia.
Fue entonces que Alcira anunció que María Celeste sería de la niña Angela. Aquel regalo resucitaba la abolida costumbre de la colonia —cuando "los esclavos se podían dar, regalar y vender"— y los esclavitos negros eran los juguetes vivos de los "niños" hasta que dejaban de ser niños.
* * *
Tras la tutoría del tío soltero, iglesero y solitario, Angela
quedó dueña y señora de la casa familiar de patio inmenso, fresco de
calagualas y helechos temblorosos siempre, perfumado de azahares y
jazmines.
María Celeste era ya maestra en confituras, yemas y batidos. Gastaba sus días junto a la niña, tejedora de sutiles encajes, pintora de almohadones de seda. La vida de ambas iba en serena marcha sin que la vida o la muerte de los demás alterara su ritmo.
2 págs. / 5 minutos.
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Publicado el 23 de abril de 2025 por Edu Robsy.
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