Amores juveniles
Loreta es una lavandera que acaba siendo maestra de muchos en otras artes y paga por ello un alto precio.
Amores juveniles
Loreta es una lavandera que acaba siendo maestra de muchos en otras artes y paga por ello un alto precio.
Pedro toma una piedra chatita, que son las chatitas las más certeras y las que mejor cortan el aire, y ¡zas!… Suena la lata. Se recobra el aguatero. Disparamos. Nos siguen los insultos… La boca del hombre es un ají puntiagudo…
Luego el colegio. Un camoatí cuelga de la mocheta. Otra pedrada. Un vidrio cae en pedazos. Los ruidos son como una estrella que se abre en el silencio. Claritos. Y disparamos todos.
Constituíamos la sociedad “Orejas de burro” —según don Abelardo, el maestro irascible del traje verdoso y la familia numerosísima…
* * *
El arroyo. La siesta que hace de golpe hombres a los niños; que hace de las mujeres, mujeres…
Rincón como aquel no vi nunca más. Allí no entraban los pobres a recoger las charamuscas que las crecientes colgaban en el alambre costero. El cicutal crecía altísimo. El abrojo grande era capaz de ocultar un caballo. La menta doble enloquecía perfumando. Unos saúcos se alzaban en las barrancas a pesar de las mil enredaderas que se prendían desesperadas de las ramas para no dejarles crecer…
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Publicado el 26 de julio de 2025 por Edu Robsy.
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