Descargar edición dislexia del libro «Estragos de Amor y Celos», de Juan Valera

Teatro, Drama


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  Teatro, Drama.
8 págs. / 15 minutos / 144 KB.
30 de octubre de 2020.


Fragmento de Estragos de Amor y Celos

Dichos y D. Ramón que entra apresurado.

D. Ramón.

¿Qué ocurre aquí? ¡Qué estruendo!
¡Qué horror! ¡cuántos cadáveres!

D. Tristán.

¡Oh, dura
inevitable ley del hado horrendo!

Doña Brianda.

¡Ay don Ramón! El mostruo que estás viendo
me burló con infame travesura.
Su palabra me dio de matrimonio,
y engañándome luego,
de ángel que fui, me convirtió en demonio,
y del infierno me lanzó en el fuego.
¡De mi horrible venganza estoy ufana!

D. Ramón.

(Dirigiéndose a D. Tristán.)

D. Tristán, o te casas con mi hermana,
o tu maldad te costará muy cara.

D. Tristán.

No puedo: un mar de sangre nos separa.

D. Ramón.

Pues aun la sangre me parece poca,
y esa tu negativa del casorio
a derramar la tuya me provoca.

D. Tristán.

Esto va a ser sobrado mortuorio,
pero es irresistible mi arrebato...
Defiéndete o te mato.

(Riñen los dos y ambos se hieren mortalmente y caen muertos en tierra.)

Doña Brianda.

Ya de mi celoso ahínco
el resultado me asombra;
en pie estoy como una sombra
entre cadáveres cinco.
De demonios un enjambre
muy pronto vendrá por mí.
Mi celoso frenesí
ha roto el vital estambre
de estos cinco personajes,
a quien yo tanto quería.
Ahora siente el alma mía
remordimientos salvajes.
No está bien, es indecente
que yo conserve el vivir,
cuando logré hacer morir
a tan buena y noble gente.

(Dirigiéndose al cadáver de D. Ramón.)

Perdona, hermano, perdona
si por mi culpa estás muerto.

(Dirigiéndose a doña Urraca.)

Aunque ya cadáver yerto,
estás, Urraca, muy mona.

(Dirigiéndose a Zulema.)

Y tú, gallarda Zulema,
¿qué culpa de amar adquieres
a quien para las mujeres
fue más dulce que la crema?

(A D. Tristán.)

¡Ay D. Tristán! de mi rabia
me arrepiento ya muy tarde.
¡Aún te adoro! Asaz cobarde
fuera la que así te agravia,
si en tan solemne ocasión
a vivir se resignara,
y al punto no se matara
con firme resolución!

(Saca el pomo del veneno.)

Aún se esconde en este frasco
gran cantidad de veneno.
Valiente soy... Daré un trueno;
me lo beberé sin asco.

(Apura todo el veneno que hay en el pomo.)

Ya me lo bebí; ya miro
de feos demonios un bando,
que están en torno esperando
que yo dé el postrer suspiro,
para ir en procesión,
con horrenda algarabía,
a llevarme a la sombría
honda cárcel de Plutón.
Allí expiaré mi delito
con fieras penas, mas antes
no quieran los circunstantes
castigarme con el pito;
sino que, para consuelo
de mi agonía mortal,
con aplauso general
se dignen calmar mi anhelo.

(Hace contorsiones horribles y cae muerta por virtud del veneno.)


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