Descargar PDF «Rivales», de Leopoldo Alas "Clarín"

Cuento


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Este texto, publicado en 1893, está etiquetado como Cuento.


  Cuento.
14 págs. / 25 minutos / 97 KB.
11 de mayo de 2020.


Fragmento de Rivales

La parte material, el teatro, por decirlo así, de la aventura iniciada, puede figurárselo el lector que haya vivido en una playa en verano y haya tenido amoríos, o pretensiones a lo menos, en ocasión tan propicia; los que no, pueden recurrir al recuerdo de cien y cien novelas, y cuentos y comedias en que el mar, la arena, los marineros y demás partes de por medio y decoraciones adecuadas hacen el gasto.

El señor Carrasco, el eximio académico de la Historia, era tan aficionado como a sondar los arcanos de lo pasado, a sondar el fondo de las aguas donde podía sospecharse que había pesca; pescaba desde que Dios mandaba la luz al mando, y cuando no podía, revolvía la arena en busca de conchas pintadas, restos de esos humildes animalitos que otros más fuertes persiguen y que por amor a la paz, a la tranquilidad, se resignan a vivir enterrados, bajo la arena, donde no estorban ni excitan la voracidad del fuerte. Mientras el académico penetraba con el tentáculo de la caña y el anzuelo en lo recóndito del agua, o revolvía con su bastón la blanda y deleznable arena, su mujer, paseando al borde de las espumas, sondaba los misterios del alma guiada por el inteligente buzo de oficio Víctor Cano. Durante los primeros días de la estancia en Z… Víctor había visto algunas veces a Cristina leyendo, ora en la playa, ora en un pinar cercano, ya en la galería del balneario, ya en el comedor de la fonda, un libro forrado con un periódico, el mismo probablemente que él había aborrecido en el tren. Pero notaba con satisfacción el galán audaz que la de Carrasco leía poco, y en llegando él pronto dejaba el volumen. Hasta la oyó quejarse, riéndose, de lo atrasada que llevaba la lectura dichosa. «Si sigo así, tengo con un libro para todo el verano». Ni Víctor le preguntó jamás de qué obra se trataba (tanto era su desprecio y su horror a las letras por entonces), ni ella dejó nunca de ocultar el volumen en cuanto veía acercarse al nuevo amigo.


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