El Antecristo

Lope de Vega Carpio


Teatro, Comedia



Personas

TITÁN
LUNA, dama
BAULÍN, labrador tosco
EL PRÍNCIPE DE BABILONIA
UN NIÑO O ÁNGEL
EL PERSA
EL ALEMÁN
EL ROMANO
EL ETÍOPE
RUFINO
LIDORO
ELÍAS
ENOC
RISELO
FABIO
EL FRANCÉS
EL ESPAÑOL

Jornada primera

Sale TITÁN solo, vestido de pieles, haciendo admiración.

TITÁN:

¿En qué interno lugar, en qué caverna
del centro obscuro he yo vivido oculto,
que ignoro el ser que me acompaña y rige?
¡Cielos! ¿Quién soy? ¿quién me gobierna y manda?
¿En qué regiones del abismo inmenso
he tenido lugar, o de qué suerte
he sido alimentado ¡oh etéreo solio!
que en cumbres; de zafir tienes asiento?
Declárame la duda de mi vida
para que deste laberinto salga:
yo conozco las causas más ocultas;
infiero el movimiento de los cielos,
los astros, los planetas; y en la tierra
hago parar los aires, y del fuego
mudar el natural; los elementos
admiran el principio de mi aliento;
el planeta mayor, que las celestes
cumbres esmalta con doradas lumbres,
hago que se suspenda en su carrera,
y en la primera esfera haré a la luna
su natural mudanza se detenga.
Yo, que tengo noticia de las ciencias,
con tantas experiencias lo sé todo.
mas no he sabido el modo cómo pueda
saber quién soy: excede mi tormento
el fabuloso cuento del que al cielo
lleva el peñasco loco en su desvelo:
que pues es la verdad lo que en mí veo,
en vano es mi deseo; que sin duda
yo soy el mismo Dios, pues una causa
reconocen las causas más remotas,
y esta causa he de ser, pues no hay alguna
que se iguale al valer de mi fortuna.
¡Oh mar, oh fuego, oh aire, oh madre tierra!
Si no soy su hacedor, ¿por qué me niega
que ignore el ser que su ser me ha dado,
porque pueda salir deste cuidado?

Parece en tramoya la LUNA en un caballo, y desciende de lo alto a lo bajo.

LUNA:

Escucha, bestia feroz,
opuesto del mismo cielo;
que movida de tus voces
a satisfacerte vengo.
Escuchen lo que te digo
todos los cuatro elementos,
porque no ignoren la causa
de aqueste nuevo portento.
Tú naciste en Babilonia
de tan bajo nacimiento,
pues que del tribu de Dan
desciende tu ser primero.
No del tribu de Judá
naciste, en que otro sujeto
superior a los humanos
tomó carne siendo Verbo.
Que como has de ser tirano,
contrario al Criador inmenso,
porque en todo lo parezcas
es tu sangre un contrapuesto.
Yo en mis más floridos años
cometí un infame incesto
con mi padre, porque entro
viste la luz de los cielos.
Por cuanto María, Madre
de Cristo fue raro ejemplo
de castidad, la que es tuya
será de amor deshonesto.
Fuiste por monstruo arrojado
al mundo, y en ti se vieron
unirse las ciencias todas
con el poder del infierno.
Tienes un ángel de guarda
que en saludables preceptos
te aconseja lo que es justo,
diputado para esto.
Mas ¡ay de ti en aquel día
que con loco atrevimiento
el ángel que te acompaña
le despreciarás soberbio!
Desde el día en que naciste,
un espíritu perverso,
de los expulsos de Dios,
se apodera de tu cuerpo.
Que ansí como en Dios habrá
dos naturalezas, siendo
hombre y Dios, en ti se han visto,
por ser contrario sujeto,
ser de hombre y ser de demonio
y de mil demonios lleno,
como lo afirman los santos
y en los profetas lo vemos.
Así lo escribe Daniel:
tú, monstruo del universo,
nacido para castigo
del mundo engañado y ciego;
te concede Dios de vida
solo tres años y medio;
que tus delitos atroces
tienen limitado tiempo,
han de seguir tus pisadas
grande infinidad de reinos,
desde el fiero troglodita
al partho, al scita al hebreo.
Tus delitos serán tantos,
que, conmovidos los cielos,
en el luto de la noche
se cubrirán por no verlos.
Temblará de ti la tierra,
y ella quisiera en su centro
recogerse y encubrirse
por no ver hombre tan fiero.
Viendo en ti disposición,
el concurso del infierno
apoyará tus engaños
para que parezcan ciertos.
Esto ha permitido Dios:
mas de tan grandes secretos,
¿cómo se sabrá la causa
si en su mente están dispuestos?
Así en el Apocalipsis
se halla escrito. Mas yo vengo
para que sepas quién eres
y a explicar tu nacimiento:
tu nombre es Titán; tu patria,
la que sabes que su suelo
desde el principio del mundo
quiso oponerse a los cielos;
y porque antes que venga
Cristo en el día postrero
al universal juïcio
que esperan vivos y muertos,
has de dar principio tú
a tus maldades y enredos,
te llamarán Antecristo,
hijo propio del Averno;
quédate, bestia espantosa;
apártate, monstruo horrendo;
y ¡ay de la tierra; que siembras
en ella mortal incendio!

Vuelve el caballo y la tramoya y vuélvese a subir.

TITÁN:

No te vayas de esa suerte;
espera, aguarda un momento;
satisface a mis preguntas
y no me dejes suspenso.
En las plantas de los aires
sube, regiones rompiendo,
y entre esferas cristalinas
oculta el hermoso cuerpo.
Fuese y dejóme confuso;
¡ay de mí! Pero ¿qué temo,
si soy quien gobierna y manda
todo el poder del infierno?
Yo soy Dios, esto es sin duda;
que este valor, este aliento,
si de Dios no fuera, ¿cómo
fuera de tan alto precio?
Y cuando no fuese Dios,
diré que lo soy, haciendo,
para ganar opinión,
prodigios al mundo nuevos.
Espíritu que en mí habitas,
legiones que desde el centro
del abismo a mi defensa
estáis agora dispuestos,
vuestro favor me prestad;
que apoyando en él mi intento,
daré a vuestro caos oscuro
más almas que desde el cielo
angélicas jerarquías
de pensamientos soberbios
arrojó desde las cumbres
aquella espada de fuego.

Sale BAULÍN, labrador tosco, con dos cabestros.

BAULÍN:

¿A quién le habrá sucedido
desgracia como la mía,
que dos asnos que tenía
entrambos se me han morido?
Que pierda un emperador
un ejército de gente,
llevarálo fácilmente
y no parece rigor;
que con su grande poder
será muy fácil suplirse;
mas mis borricos morirse…
¡triste! ¿qué tengo de hacer?
Para aliviar mi cuidado
y afligir más mi memoria,
solo de mi triste historia
los cabestros me han quedado.
¡Ay! ¡Borricos de mi alma!
¿Qué he de hacer yo sin vosotros?
Tan grandes como unos potros,
y aun destos llevan la palma.
Si mi mujer se me ahorcara
del cabestro, bueno fuera,
que también por ella hiciera
lo que otra vez me mandara.
Pero un hombre veo allí:
a hablarle quiero llegarme;
que por dicha podrá darme
lo que sin dicha perdí.
¡Ah! ¡Buen hombre!

TITÁN:

¿Quién me llama?

BAULÍN:

Yo soy: ¿qué hacéis tan suspenso?

TITÁN:

En mi omnipotencia pienso,
en mi crédito, en mi fama;
en mi ser, en mi sustancia,
en la gloria que poseo,
en las virtudes que veo.

BAULÍN:

¡Qué grande es vuestra arrogancia!
¿Quién sois y cómo me habláis
de esa manera?

TITÁN:

Yo soy
quien al mundo vida doy,
a quien la gente esperáis.

BAULÍN:

¡Oh, qué blasfemia!

TITÁN:

Acabad:
yo soy supremo hacedor
del universo; mi amor
obligó a mi majestad
a que descienda del cielo
para ahuyentar los engaños
que padecéis tantos años.

BAULÍN:

Que seréis loco recelo.
¿Qué dios sois, el sol, la luna?

TITÁN:

El dios miércoles o martes,
el que asiste en todas partes
sin diferencia ninguna.
De los ejércitos dios
me llaman en las alturas;
yo crié las criaturas.

BAULÍN:

No vi tal dios como vos.

TITÁN:

Principio pretendo dar
al engaño que fabrico;
¿cómo te llamas?

BAULÍN:

Pasico.
A Baulín no es de engañar;
si vos sois dios, como aquí
decís, ¿no es bien que me asombre
de que no sepáis mi nombre?

TITÁN:

Quíselo saber de ti.

BAULÍN:

Pues decid, ¿cómo se llama
María, que es mi mujer?
Si lo acertáis quiero ver,
y el crédito de su fama.

TITÁN:

Necio, María es su nombre.

BAULÍN:

¡Voto al sol. que lo acertó!

TITÁN:

Sí: pero no quiero yo
que de ese nombre se nombre.

BAULÍN:

Pero Baulín me han llamado,
y mi nombre ha resurtido
de un caso que ha sucedido,
que es un suceso extremado.
De mi madre, Inés de Huerta,
el barbero, enamorado,
estaba en casa acostado:
llamó mi padre a la puerta;
temióle mi madre en fin,
y en un barril le metió;
nací a nueve meses yo,
y así me llaman Baulín.

TITÁN:

¿Que es posible que esto veo?

BAULÍN:

Pues ¿qué os espanta?

TITÁN:

¡Qué cosas
para un dios tan prodigiosas!

BAULÍN:

Y malogro mi deseo.
Dígame, dios, o quien es,
del borrico que es perdido,
si reducirte han podido
estas lágrimas que ves.
Las señas le quiero dar
de ellos, y sepa, señor,
que es un burro de valor
que le pueden envidiar.
En toda la burrería
ninguno como él encuentro:
pues rebuznar hacia dentro
ninguno como él lo hacía.
Es notable mi desgracia,
y tiene, pues lo publico,
un lunar en el hocico
que le da notable gracia.
¡Mire qué señas tan buenas!

TITÁN:

Porque pueda parecer,
grandes cosas has de ver;
suspende, necio, tus penas.
Con tu dicha has encontrado;
feliz te puedes llamar,
pues has podido mirar
al mismo que te ha formado.
Ya tu suerte se mejora:
solo a servirte me aplico.

BAULÍN:

Y vuélveme mi borrico,
que es lo que te pido ahora.

Por una parte el PRÍNCIPE de Babilonia con gran acompañamiento, y por otra, LUNA, con dos damas.

PRÍNCIPE:

A tus pies humillado,
glorioso de la dicha merecida,
dueño de mi cuidado,
¡oh Luna hermosa, autora de mi vida,
vuelvo de nuevo a verte,
ufano porque llego a merecerte!

LUNA:

Príncipe generoso,
cuyo valor y cuyo esfuerzo es tanto,
que ha dejado envidioso
el mundo, y a los orbes con espanto:
no me niegues tus brazos.

PRÍNCIPE:

¡Dichoso quien merece tus abrazos!
Cuando en el mar tirreno
el Neptuno valor tomó el tridente,
de espanto y perlas lleno,
al nuevo imperio serenó la frente,
y sus inquietas olas
huyeron las riberas españolas.
Las aguas y los vientos
treguas hicieron, y en la paz serena
de acordes elementos,
en perlas transformó Doris la arena
del Calpe al Lilibeo:
presagio de marítimo trofeo.
Los mares del Oriente
a tal serenidad no concurrieron,
y el cristal transparente
turbaron con asombro, cuando oyeron,
que al mal que me importuna
se opone la hermosura de mi Luna.
Y aquellos que preñados
de soberbia, que al límite profundo
aquí viven atados,
romper osaban y anegar el mundo,
cobardes y sin bríos,
el manso curso envidian de los ríos:
fugitivos desean
con alas de cristal correr violentos,
primero que se vean
en sendas divididos, y sangrientos,
cubrir a Asia de espanto,
como otra vez se, vio el mar de Lepanto.
Todo, bella señora,
efecto ha sido de tu bella mano,
que te envidia la aurora
los matices del rostro soberano;
ya me han rendido lauro
desde mi patria al monte de Antitauro.
Esta ciudad famosa
y habitada primero del gran Nino,
Semíramis hermosa,
hace morada de tu ser divino;
triunfa del que delante
si es vencedor, será rendido amante.

LUNA:

¡Oh tú, que en verdes días,
como es la caza imagen de la guerra,
en las espaldas frías
de la difícil y nevada sierra
las fieras fatigaste,
y Adonis de las almas te llamaste!
Si a las selvas amenas,
que del Ganges por montes despreciadas
de flores mira llenas,
ni de este ocio su paz, antes ha dado
tu diestra soberana
envidia a Apolo, amores a su hermana.
Pues ya en selvas desnudas
de flores, y de lienzos coronadas,
el ejercicio mudas,
y rústicas victorias y ensayadas
acciones militares
te llevan de los montes a los mares:
Las montañas hermosas
mira de Babilonia citerea;
fragancia da a las flores:
reino de Adonis fue: Adonis te vea
reinar entre las rosas;
como vio coronadas tus mayores.
El que gozo felice
en los mares del Asia, imperio breve,
a quien el mundo dice
que las nubes dan oro en vez de nieve
y al sol ha dedicado
la estatua que los orbes ha admirado.
de navales trofeos
me prometió tres leños coronados,
y de dulces trofeos
himnos escucho ya en tu honor cantados
del mundo, para darte
intrépido valor al son de Marte.
Los aplausos romanos
renazcan a esta ciudad muerta, y laureles
en tus sienes y manos,
coronen la ruina de infieles,
y rindan a tu pompa
miel Asia, África trigo, armas Europa.

PRÍNCIPE:

¡Oh mudable fortuna!
Suspende ahora tu voltario curso
porque goce a mi Luna;
que tal favor me priva de discurso.

LUNA:

¡Dichosa yo que puedo
gozar mi bien y suspender el miedo!

Digan dentro, y ellos se suspendan como por los aires.

Humanos, oíd, oíd:
ya vino el Dios verdadero.

PRÍNCIPE:

¿Qué voces son las que escucho,
que el silencio de los ecos
rompen, y en voz concertada,
suenan dulces instrumentos,
por los aires divididos?
¿O me ha engañado el deseo?

LUNA:

Miro luces luminosas,
y que en aplausos divinos
están sus cursos suspensos
....................................
sacro en los aires.

RUFINO:

Se oyen dulces acentos;
que un Dios ha venido, dicen,
no fingido, sino cierto,
restaurador de los hombres.

PRÍNCIPE:

¿Qué Dios puede ser? No creo
sino en Júpiter y Marte:
estos mis padres creyeron.
Solo lo que ellos me dicen
es lo que adoro y confieso.

LUNA:

Yo no, porque siendo hebrea,
que ha de venir Dios espero,
a quien llamamos Mesías,
y él será remedio nuestro.

Dentro.

Hermanos, oíd, oíd,
ya vino el Dios verdadero.

En diciendo esto, se descubre una cortina, adonde estará TITÁN sentado en una silla, muy galán, con corona y cetro; al lado derecho un niño vestido de ÁNGEL, y al otro, BAULÍN de rodillas.

TITÁN:

Hombres, sabed que ha venido
el que es autor supremo
de las célicas moradas
de los ángeles eternos.
Alegraos, pues ha llegado
el tiempo en que podáis veros
libres de tantos engaños
en que habéis vivido ciegos.
Dejad la idolatría:
ya viene Dios verdadero:
no soy Dios de crueldad,
no de tremendos preceptos:
el Dios de piedad me llamo,
que perdonando los yerros
cometidos, a mis brazos
con misericordia llego.

ÁNGEL:

¿Qué dices, monstruo espantable?
¿Dios te llamas, Dios te has hecho?

TITÁN:

¿Qué mucho, si yo lo soy?

ÁNGEL:

¿Qué dices, hombre blasfemo?
¡Tú Dios, siendo un hombre bajo,
de tan bajo nacimiento,
que es el pecado tu padre
y la envidia tus abuelos!
Mira qué dices, y advierte
que solo licencia tengo
de acompañarte hasta tanto
que con loco devaneo,
digas que eres Dios, ingrato.

TITÁN:

¿Pues yo para qué te quiero?
Vete.

ÁNGEL:

¡Ay de ti, pues dejas
de tu guarda el ángel bueno!

Desaparece el ÁNGEL por tramoya.

TITÁN:

Humanos, el mismo Dios
que al mundo represento
tengo para dar la vida
a los afligidos pechos.
Pedid, pedidme riquezas;
mirad lo que el pensamiento
apetece, y lo que el gusto;
que a satisfacerle vengo.
Dios me ha enviado a la tierra;
hijo soy del Padre Eterno;
que tanto puede su amor,
que le obliga a estos extremos.
Yo doy hermosura a todos,
yo comunico el ingenio,
a los viejos hago mozos,
satisfago los deseos.
La juventud os daré,
a la vejez la suspendo,
porque todo de mi mano
está rendido y sujeto.

BAULÍN:

¿Hermosura dais, señor?
Mucho me huelgo en extremo
de haber sabido estas cosas,
por ser de ellas mensajero.
No habrá viejo que no quiera
desde este punto creeros,
pues renováis su vejez
y lográis sus pensamientos.
¡Oh cuerpo de tal, conmigo
y qué milagro tan nuevo!
¡Lo que ahorras de cabelleras
y pantorrillas a necios!
No habrá moños en el mundo
aunque se diesen por ellos
un ojo, pesar de mí;
aqueste sí que es Dios bueno.

TITÁN:

Ofrecedme sacrificios,
y en holocaustos incienso,
como al dueño universal,
como artífice supremo.

BAULÍN Tenedle todos por Dios;
que yo afirmo, por lo menos,
que me ha traído estos días
por los desvanes del cielo;
llevándome a aquella sierra,
poniéndome en este cerro,
temiendo ¡pardiez! de dar
en el suelo de cerebro.
Dos borricos que tenía,
uno perdí y otro muerto;
medio vivos ahora están
comiendo que es un contento.

TITÁN:

Yo bajo, humanos, al mundo
a satisfacer deseos;
prevenid fiestas, pues vino
quien es el Dios verdadero.

Cúbrese el apariencia.

PRÍNCIPE:

¿Qué extrañas cosas son estas?
¿Qué prodigiosos sucesos?

LUNA:

Sin duda que es el Mesías,
¡o felices estos tiempos
que tanta dicha alcanzasen!

Cristianos LIDORO y RUFINO.

LIDORO:

Rufino, ¿qué dices desto?

RUFINO:

¿No sabes que los cristianos
que ha de venir entendemos
el Antecristo? Pues este,
con mágicos embelecos
se hace Dios, sin duda que es
el Antecristo.

LIDORO:

Y es cierto;
yo en Cristo adoro, Rufino.

RUFINO:

Lidoro, su ley profeso.

Viene MÚSICA cantando y salen TITÁN y BAULÍN.

MÚSICA:

Hoy, mortales, que ha venido
el gran Dios de las alturas,
hagan fiestas las criaturas
a tanto bien recibido.

TITÁN:

Pueblos que juntos estáis,
a vuestro Dios recibid,
y mis razones oíd
para que quien soy sepáis.
Yo soy Dios, que pïadoso
de los engaños pasados,
para aliviar los cuidados
vengo a la tierra amoroso.
De las cumbres superiores
desciendo para aumentar
vuestro bien, para estorbar
del mundo tantos errores.
Y a los dioses que hasta aquí
adorasteis, los dejad;
que solo a mi majestad
habéis de adorar así.
De circuncidarme vengo
de la gran Jerusalén;
tengo apóstoles también,
con que solo me entretengo.
Amó Cristo la pobreza:
opuesto a Dios es el pobre;
riqueza os daré que os sobre,
yo soy la misma riqueza.
No ha de saber ya senetud:
todo deleite ha de ser;
público haré mi poder,
conocida mi virtud.
Cese el pesar, la tristeza:
solo se aumente el contento:
lógrese cualquiera intento,
gócese toda belleza.
Yo que los cielos crié,
yo que la tierra he formado,
no he de estar más limitado;
que para los hombres fue.
El oro en su vena rica,
la plata, perlas, corales,
la esmeralda, los cristales,
todo a mi gusto se aplica.
Comunicar quiero, humanos,
mis bienes nada avariento;
pedid cualquiera elemento:
reducirse ha a vuestras manos.
Tan grandes mis fuerzas son,
tanto mi poder alcanza;
porque en mí no hay esperanza,
que es todo ya posesión.
No limitaré a ninguno
su gusto, su voluntad;
no hay en mí severidad,
ni a nadie seré importuno.
Mas ¡miserable de aquel
que, rebelde a lo que digo,
pretende ser mi enemigo!
Que no hay tormento cruel
que no le esté aparejado
en pago de su malicia,
porque al rigor de justicia
me verá siempre inclinado.

PRÍNCIPE:

De rodillas.
Señor, yo he vivido ciego
ignorando tu valor,
mas ya conozco mi error
y que me perdones ruego.
Si en Babilonia has nacido,
yo soy el Príncipe della,
y en su nombre, a mí y a ella,
que nos disculpes te pido.

TITÁN:

Alza, Príncipe, del suelo,
que hasta aquesa humildad
para que tu voluntad
admita.

PRÍNCIPE:

Justo es mi celo;
la infanta Luna es aquesta.

LUNA:

Humilde llego a tus pies;
justo es, señor, los des
a quien ya se manifiesta
por tu esclava.

TITÁN:

Alzad, señora,
y no estéis de aquesa suerte;
la vida me da y la muerte
su vista: el alma la adora.
¡Baulín!

BAULÍN:

¡Señor!

TITÁN:

¿No es hermosa
la Infanta?

BAULÍN:

¡Qué bueno es eso!
Pues un Dios hace ese exceso,
llama tienes amorosa.

TITÁN:

¿Pues quién como yo, Baulín,
puede amar con más razón?
Que pasiones de Dios son
amar, y ama Dios, en fin;
abrasado amor es Dios,
y amo así a la infanta Luna.

BAULÍN:

¿Pues qué pasión importuna
os dará cuidado a vos?
Pero vos queréis hacer
como hacen los señores,
que, hartos de platos mayores,
pasteles suelen comer;
dejad cualquiera recelo,
y sin tantos ademanes,
enviad dos ganapanes
de los ángeles del cielo,
y subid a Luna arriba
y así la podéis gozar.

TITÁN:

No es este tiempo y lugar;
cuando mi ley se reciba
y esté por dios adorado,
entonces habrá mujeres,
juegos, deleites, placeres
y el apetito logrado;
pero aún no ha llegado el día:
todo el tiempo lo dispuso.

BAULÍN:

A fe que sois dios al uso,
que entráis por hipocresía.

TITÁN:

Amigos, agora es tiempo
de que cumpla mis promesas.
Pedid porque los deseos
satisfacción justa tengan;
el crédito de mis obras
ya remito a la experiencia.

PRÍNCIPE:

Señor, sucesión pretendo:
dame sucesión que pueda
heredarme.

TITÁN:

Hijos tendrás.

LUNA:

¿Podré hacer que mi belleza
se conserve y que de un modo
todas las gentes se vean?

TITÁN:

Sí podrás, yo lo concedo,

(Aparte)

y podrás darme mil penas,
que las niñas de tus ojos
son de mi vida centellas.)

UNO:

Yo fui casado, señor,
con mujer discreta y bella;
dala vida porque goce
de sus adoradas prendas.

BAULÍN:

¡Pues lo que has pedido, necio!
Mujer pides, ¡linda flema!
Tantos deseos perder
por una locura es esa;
¿qué pretendes? muda intento.

UNO:

No puedo, que adoro en ella.

BAULÍN:

Pues no la podrás sufrir
si sabes que cuando quiera
resucitará.

TITÁN:

A tu casa
te parte; que con inmensa
riqueza y adornos ricos,
hallarás tu amada prenda.

UNO:

Yo parto luego a buscarla.

Vase.

BAULÍN:

Aténgome a la riqueza.

OTRO:

Yo, señor, soy jugador;
dicha quiero con que pueda
ganar.

TITÁN:

Siempre ganarás;
seguro en tu dicha juega.

Vase.

FABIO:

Señor, un hombre me enfada
que es ignorante, y quisiera
verle en asno convertido.

BAUILÍN:

Si es ignorante, ¿qué espera?

FABIO:

Deseo verle…

BAULÍN:

Ya entiendo;
que tenga cola y orejas.

TITÁN:

Desde luego le verás;
que está hecho un asno a tu puerta.

Vase.

Sale una MUJER.

MUJER:

Señor, yo en cosas de amor
trato mi gusto, desea
que me amen, y así pido
que todos por mí se mueran.

TITÁN:

Desde hoy todos te querrán.

Sale otra MUJER.

MUJER:

Señor, porque mi belleza
y mi cara se conserve,
deseo tener hacienda;
dame, con que viva honrada,
diez mil ducados de renta.

TITÁN:

Yo concedo lo que pides;
ve a tu casa, y en la cueva
cuatrocientos tejos de oro,
cada uno de arroba y media,
hallarás para que vivas
gustosa. alegre y contenta.

Vase.

BAULÍN:

¡Cuerpo de tal! con los tejos
allegarán a las tejas.
¡Bien haya un Dios por arrobas!

LIDORO:

Rufino, estas quimeras
son las de aqueste tirano.

RUFINO:

Asombro ponen en verlas
engañar pretende al mundo
con industriosas cautelas.

(Aparte los dos.)

TITÁN:

¿Qué estáis los dos murmurando?
¿En qué aquestos necios piensan?
¿Cómo no me habéis pedido
mercedes, pues se dispensan
para todos?

LIDORO:

Los cristianos,
a solo Cristo confiesan.

TITÁN:

¡Que esto sufro, santo cielo,
y que aquestos que blasfeman
no sepulto en el abismo,
ignorante gente ciega!
¿Cómo rebelde a mi amor,
me habláis de aquesa manera?
Entrad luego donde todos
los que me sirven se llegan;
en la mano y en el rostro
sé que me dejan en prendas
de que han de seguir mis pasos;
mas si contumaces niegan
lo que pido, ¡tristes de ellos!
Que están dispuestas mil penas,
mil martirios y tormentos
que a los de Nerón excedan.
Mirad bien lo que decís
y no probéis mi paciencia,
que en castigo convertido
no hay quien remediaros pueda.

Vanse.

Quedan RUFINO y LIDORO.

RUFINO:

Extraña desdicha es esta:
¿qué habemos de hacer?

LIDORO:

que nadie al martirio llega
menos que por estos pasos?
En tu intento persevera;
que Dios, piadoso señor,
no querrá que aquesta bestia
así devore su pueblo,
así haga guerra a su Iglesia.

RUFINO:

Piedad, Señor, y advertid
nuestra mísera flaqueza;
pero los cielos se rasgan.

LIDORO:

¿Qué dulce música es esta?

Descúbrense en dos tramoyas ELÍAS y ENOC.

ELÍAS:

Mortales, oíd mis voces:
oiga el mundo su defensa;
no quede el mundo engañado;
que este que por Dios venera
el hombre; cuyas maldades
ya la tierra amedrentan,
tiene por antigua estirpe
a la envidia y la soberbia,
y los efectos que hará
explica su descendencia.
Aquella bestia feroz
que el Apocalipsis enseña,
es este hombre que viene
contra la divina Iglesia.
A mí me llaman Elías
o el celador; no os suspenda
el verme, pues he venido
a la defensa que espera.
Yo soy aquel que a Eliseo
dejé el manto, y en esferas
de volcanes fulminantes
me arrebaté a las estrellas.
Ya se dispone el castigo
del que los orbes inquieta,
porque el justiciero Dios
satisface sus ofensas.
Valor cobrad, y advertid
que el hacedor de la tierra
no se olvida de la culpa
por dilatarse la pena.
Años ha pasé esta vida,
que la voluntad inmensa
dispuso que yo viviese
guardado para esta empresa.
No temáis, que ya he venido
contra esta serpiente horrenda
que nos muestra Danïel,
y Juan en Patmos enseña.
Perseverad en la fe
de Cristo, que es verdadera;
que ya viene el desengaño.

RUFINO:

Cristo vive.

LIDORO:

Cristo reina.

Vuélvese la tramoya y dase fin a la primera jornada.

Jornada segunda

Salen RISELO y FABIO solos.

RISELO:

Tan extrañas son las cosas
del nuevo Dios que tenemos,
que todo parece extremos
y sus obras prodigiosas.

FABIO:

Yo quedo tan admirado,
que la propia admiración
no tiene comparación
en el modo que en mí he hallado.
Aqueste hombre que has visto
a quien Titán el gentil,
llaman por nombre sutil,
los cristianos Antecristo,
y los judíos Mesías,
hace prodigios de suerte,
que vence la misma muerte
que da terror a los días.
Promete a todas y a todos,
cumple lo que ha prometido,
y a aquellos que le han servido
satisface por mil modos.

RISELO:

No se halla región remota
que obligada a su favor,
con respeto y con amor
no se le ofrezca devota.
¿Qué mucho, si prodigioso
es en sus cosas, Lidoro?

FABIO:

Yo confieso que le adoro
por divino y milagroso;
pero advierte que parece
que viene Titán.

RISELO:

Él es.
¡Qué furioso está!

FABIO:

¿No ves
que con miralle enmudece?

Sale TITÁN

TITÁN:

¡Ay de mí, que mi pasión
tanto aviva mi deseo,
que si no gozo de Luna
que he de darme muerte temo!
¿Cómo es posible que yo
esté rendido y sujeto
a una mujer?

RISELO:

¿No reparas
que vierte su vista fuego?
Asombro pone el miralle.

FABIO:

Es Dios; no te espantes desto,
y un Dios enojado es cosa
que a los humanos da miedo.

RISELO:

Vámonos, Fabio, de aquí,
que con su enojo recelo
que hechos ceniza nos deje.

FABIO:

Tu disposición apruebo.

Vanse.

TITÁN:

Que este espíritu furioso
que tengo dentro del pecho,
me impide ahora que goce
de aqueste bien que apetezco.
¿Qué importa ser poderoso
y que los cuatro elementos,
a mis goces reducidos,
obedezcan mis incendios?
¿Qué importa que de las nubes
expela mortal incendio,
que envuelto en horror de lumbre,
dé terror al hemisferio?
¿Qué importa que a mi gusto,
a mi altivo pensamiento
sea fácil volver en caos
los estatutos del tiempo?
¿Qué importará que me teman
la tierra, la mar, el fuego
el aire y lo que habita
en los más ocultos senos;
si una pasión amorosa
a quien asisto sujeto,
me vence, y a su rigor
no puedo hallar el remedio?
Si mi ley, si mis mandatos
admitiera el universo,
a la fuerza remitiera
mis atrevidos intentos.
Mas no es esta la ocasión,
aunque sea llegado el tiempo
en que mi ley admitida
consiga así mis deseos.
Pero ¿no soy poderoso?
¿No soy de las ciencias dueño?
Pues remítase a la industria
lo que sin ella no puedo.
La forma quiero tomar
del Príncipe, y con perfecto
rostro y figura engañar
al dueño de quien me quejo.
La industria ha sido famosa;
no tenga el atrevimiento
suspensión, pues el cobarde
pierde su dicha por serlo.
Denme al favor que le pido
las legiones del infierno,
para que pueda con ellas
gozar del bien que pretendo.

Da vuelta una tramoya, a donde estará otro con vestidos parecidos al PRÍNCIPE en todo.

IMAGEN:

Ya en su forma transformado,
gozar de mi Luna pienso,
pues que del Príncipe yo
en nada me diferencio.
¡Oh Luna hermosa y divina!
Yo he llegado a tal extremo,
que vencido de tus ojos
por ellos vivo muriendo.
Suspéndanse mis pasiones,
no corra veloz el tiempo,
que en los cursos de la vida
va arrebatado y ligero.
Que si este bien me concede,
harán un prodigio nuevo,
pues vida me da quien suele
triunfar de altivos trofeos.
Pero aquí viene mi Luna,
que ya he sentido sus ecos.

Sale LUNA

LUNA:

No venga nadie conmigo,
dejadme sola un momento.
¡En qué felice estado
podré decir que me conduce el cielo!
Pues que ya sin cuidado
y ajena de temor y de recelo,
el Príncipe famoso
me ha concedido el cielo por esposo!
¿Qué bien podrá igualarse
al de gozar su amante aquella prenda
que es tan digna de amarse,
sin que pasión celosa la suspenda,
sino que a la memoria
todo se manifieste de tu gloria?
¡Ay de las horas breves
que así ligeras pasan de corrida!
¡Cielo eterno, no lleves
con paso acelerado nuestra vida;
que en la de los amantes
los días se juzgan por instantes!
Si en el bien que deseo
no puedo tener gusto, ni mis ojos
hacen algún empleo
todo me ofende, todo causa enojos,
....................................
pues que siempre a su sol llama el aurora.
¿Dónde está el Príncipe?

IMAGEN:

Aquí,
que como sé de la suerte
que debo, Luna, quererte,
siempre asisto junto a ti.

LUNA:

¡Oh, mi bien!

IMAGEN:

Señora Luna,
muy bien puedo asegurarte
que solo el bien de amarte
da valor a mi fortuna.
Todo el tiempo que viví
sin adorarte, he juzgado
que injustamente ha pasado,
y temo que te ofendí.
Y así que decir podré
que soy amante dichoso,
pues que gozo como esposo
el bien que siempre adoré.
Los que supieren, señora,
este bien, han de envidiar
la gloria de conquistar
prenda a quien el alma adora.
A mí el alma tema y arda,
aunque como os quiero tanto,
su envidia me pone espanto,
su deseo me acobarda;
y es justa razón temer
perder el bien que adquirí.

LUNA:

Si fuera tu dama, sí,
mas no siendo tu mujer;
Príncipe, de modo estimo
este favor que me has hecho,
que ha de quedar satisfecho
tu amor que en el alma imprimo.
Quisiera para quererte
mil almas con que adorarte,
nueva vida que entregarte,
y nuevo ser que ofrecerte.
Deja ese vano recelo
pues conoces mi afición.

IMAGEN:

Si aquesas verdades son,
querré sin querer mi desvelo,
porque mi desconfianza
es tal, que libra un favor
los méritos de su amor,
y mi segura esperanza.

LUNA:

Dame tu mano.

OTRO:

Y con ella,
el alma misma te doy,
que yo tan dichoso soy;
mano hermosa, mano bella,
tanto en adorarte gano,
que con libertad segura,
verán mi buena ventura
en las rayas de tu mano.

Sale el PRÍNCIPE.

PRÍNCIPE:

Famosas flores, que hacéis
la beldad del cielo triste,
donde aquella Luna asiste,
a quien más que al sol debéis.
En vuestras bellas colores
busco su nuevo arrebol;
que jurándola por sol
la hacéis reina de las flores.
Contemplando su belleza,
hallo en aqueste jardín
su blancura en el jazmín,
y en la rosa la pureza.
En la azucena… Mas ¡cielos!
¿Qué es lo que miro? ¡Ay de mí!
¿No soy yo mismo el que allí
me doy a mí mismo celos?
Luna amorosa e ingrata
me aguarda y me favorece.
¿Qué es esto? ¿Mi forma ofrece,
o qué fuente me retrata?
Confuso al discurso dejo
con pena lumbre importuna,
pero si es discreta Luna,
¿qué mucho sirva de espejo?
Ya considero dudoso
que ha habido quien haya estado
de sí mismo enamorado,
no de sí mismo celoso.

OTRO:

Vuelve a decir otra vez,
mi bien, tan dulces amores,
repite, pues, los favores
de que al cielo haces jüez.

LUNA:

Solo el Príncipe es aquel
que en mi gracia mereció
lugar.

OTRO:

Goce este bien yo
aunque lo merezca él.

LUNA:

Tú eres, Príncipe, mi dueño.

PRÍNCIPE:

y ella responde por mí;
esta es ilusión de sueño.
El que al espejo se vio
miráis en transformaciones,
imitadas sus facciones,
pero sus palabras, no.
¡Quién creyera que en el viento
mi pensamiento tenía!
Formar más noche podía,
hallóla mi pensamiento.
Yo fui el mismo, yo que estoy
llorando lo que deseo;
si soy el que allí me veo,
¿cómo el que está allí no soy?
Si es Júpiter que me asombra
con mi sombra, mi furor
sepa el fin de mi rigor,
retrato, apariencia o sombra,
que en este confuso abismo
a mí mismo te prefieres;
dime quién fui o quién eres;
si soy tú, si eres tú mismo.

OTRO:

Fantasma que se transforma
en mi ser sin diferencia,
y Luzbel con apariencia
imagino que conforma.
Qué me quieres? ¿Qué me sigues?
¿Por qué de mí no te alejas?

PRÍNCIPE:

¿Y por qué tanto hoy me dejas
que me buscas y persigues?

LUNA:

Si el pensamiento veloz
puede hacer una figura,
¿como pasa a la figura
ser afecto de la voz?
Discurso la pon, ingratos
de desdenes, que son tales,
que ambos son originales
y ambos parecen retratos.
Pierdan los dos la belleza,
que naturaleza varia,
pues aquí, a su ser contraria,
no varió naturaleza.
Príncipes, si en casos vanos
os forman, sedme piadosos,
aunque para dos esposos
el cielo me dio dos manos.

PRÍNCIPE:

Sombra con cuerpo fingido
que así a castigarme vienes,
humilde a tus pies me tienes:
si no probemos los dos (sic)
quién es el más verdadero;
llega a mis brazos, verás
quién de los dos puede más.
Ven, que ofendido te espero,
verás qué venganza doy
al agravio que escuché,
y así quien eres sabré.

OTRO:

Con esto sabrás quién soy.

Desaparece solo.

PRÍNCIPE:

¡Oh forma rigurosa,
siempre en mi daño importuna!
¿Por qué invocas la fortuna
tan ingrata como hermosa,
que ya por tanta fortuna
favores, desconfianzas,
frenético en sus mudanzas
las aprendas de la luna?
¿Qué favorecido amante
es este, que convertido
en mi ser ha merecido
tu amor, y porque me espante
de su poder, parte el viento
en arrebatada nube?
Parece que al cielo sube
donde tiene eterno asiento.

LUNA:

Siempre el alma imaginó
que eras tú, y fue fuerza aquí
que se pareciese a ti
para que le hablase yo.
¿En qué ocasiones creíste
de mí sospecha celosa?
Pues si me viste amorosa,
contigo mismo me viste.
De su celosa porfía
se ve la ignorancia clara,
que era fuerza que le amara
a quien a ti parecía.
Contigo, Príncipe, habló,
¿para qué tantos enojos?
Que solo pueden los ojos
engañarse, el alma no.

PRÍNCIPE:

Tanto he temido mi muerte
en fortunas tan extrañas,
que con sabor que me engañas
estoy, Luna, por creerte.
Este es Júpiter, que viene
de tu fama enamorado
y en mí mismo transformado,
que solo el tiempo detiene.
Bien le habías conocido,
y así tu pasión celosa
deslumbras; que es fácil cosa
el engañar un marido.
Yo hasta ahora no lo soy,
mas puesto que el hombre alcanza
el agravio, la venganza
dare a mis desdichas hoy.

LUNA:

¡Dios de Moisés!

PRÍNCIPE:

Quien ofende
con infamia su honor, muera
entre mis brazos.

Sale el ANTECRISTO y le detiene.

TITÁN:

Espera.

PRÍNCIPE:

¿Cómo tu poder defiende,
si es como dices, divino,
tan permitida violencia?

TITÁN:

Vuelvo así por la inocencia:
Príncipe, tu furia vino.
Quien con horribles portentos
admira, acciones previene
quien hizo el cielo, que tiene
para empeño (sic) los elementos.
Con fuego hago al cielo guerra,
con viento alboroto el mar,
con agua puedo anegar
con triste espanto la tierra.
¿Nunca el luciente arrebol
del cielo turbado viste?
¿No has visto a la luna triste?
¿No has visto sangriento el sol?
¿Vivir los helados muertos
contra leyes naturales?
Pues si con prodigios tales,
si con milagros tan ciertos
mi divino ser ignoras,
tú que idolatras gentil
a Júpiter, y a otros mil
mentidos dioses adoras,
si tú con locas porfías
llamas al Dios de Moisés,
y no crees que este es
su prometido Mesías,
que conozca cuando alcanza
el poder que así me niega,
viendo como a un tiempo llega
el milagro y la venganza.
Yo tu figura tomé
para que veas que puedo
en varias formas dar miedo:
al mundo castigo fue
del honor con que negaste
la rendida adoración,
que pretendo: aquestos son
los milagros que dudaste.
Para que en esta acción veas
siendo tu imagen testigo,
el milagro y el castigo
porque me adoras le creas,
que yo solamente soy
el autor de tierra y cielo.

PRÍNCIPE:

Y rendido por el suelo
santa adoración te doy.

LUNA:

Y ya las lágrimas mías
por Dios te publicarán.

PRÍNCIPE:

Sin duda este es el Titán.

LUNA:

Sin duda este es el Mesías.

Vanse todos y quédase TITÁN.

TITÁN:

Si de haberme transformado
la intención no se ha seguido
por lo menos ha servido
de que me hayan adorado.
No sé qué nuevo furor
ahora el pecho recibe;
mientras el Príncipe vive
no puedo gozar su amor.
Pues muera el alma cruel;
dos gustos rinde a mi estrella:
uno es el gozarla a ella,
y otro es el matarle a él.
Y llegado a ponderar,
aunque se ofenda el amor,
en mí fue el gusto mayor,
no sé cuál se ha de estimar.
En estas crueldades fundo
la gloria en que puedo verme,
mas aguardaré hasta verme
dueño absoluto del mundo.
Que entonces a mi albedrío
no habrá con qué resistille;
que yo, para destruille,
de una vez le he de hacer mío.
Con nuevas admiraciones
Babilonia está asombrada,
viéndose otra vez poblada
de trajes y de naciones.
En tan varias lenguas corre
su nombre, que se estremece
la tierra, porque parece
que sube otra vez la torre.
A voces el bien suspenden,
y porque más te eternicen,
con saber lo que te dicen
el mismo nombre te den.
Desde donde el Norte enfría
las aguas que el sol ignora,
y la memoria que dora (sic)
asistiendo eterno el día,
vienen a dar a millares
sacrificios a tus plantas,
labrando imágenes santas
en suntuosos altares.
Con tu licencia entrarán
de todos embajadores,
esos divinos honores
justamente se me dan.
Los que a verme han alcanzado
y la gloria de mirarme;
que todos han de adorarme
en éxtasis elevado.

Salen el PERSA y el ALEMÁN.

PERSA:

La fama de tus milagros
y tu prodigiosa vida
llegó, nuevo Dios, a Persia,
donde, siendo conocida
tu santidad, te adoraron,
y a mí en su nombre me envía
con una estatua de oro
para que el alma ilustra (sic)
a tu adoración y tal,
que llaman los alquimistas
alma en el oro le hallara,
en este por esta vía.

ALEMÁN:

por tal noticia admirable,
fama inmortal te venera
y nuevo Dios te publica.
De tus milagros te adora
tu majestad por divina,
de tu virtud obligada
ya de sus armas vencida,
y en las minas de marfil
sus perfecciones imita
tales de pincel, que tuvo
la naturaleza envidia.

Sale el ROMANO.

ROMANO:

Roma es cabeza del mundo;
temerosa de las iras
de tu vengadora mano,
hoy a tus plantas se humilla,
y por feudo conyugal
una lámpara, que quita
la luz al mundo, pues con ella
desmiente la noche el día.
Esta envía y un tesoro
dotada, para que asista
por obligación en tu altar
eternamente encendida.

Sale ETIOPÍA.

ETIOPÍA:

Etiopía, cuya fe
en estatuas eterniza,
porque inmortal en sus cultos
como en sus imperios vivas,
en aroma te presenta
de Sabá olores que impriman
en caracteres de humo
tu nombre en muertas cenizas.

FRANCIA.

FRANCIA:

en tu alabanza ufana
un rico templo levanta,
cuya majestad altiva
para a sí hacerse lugar,
nubes y vientos retira,
y de mármoles y jaspes,
bases y columnas lisas,
para que puedan fundar
máquinas que arruinan
la tierra, que el cielo asalta,
y en él se pierden de vista.

Sale ESPAÑA.

ESPAÑA:

Ya te adora y te conoce
España, fértil provincia,
por Dios de todas las lenguas,
por Dios de las maravillas,
a donde te sacrifica
con inmortales aplausos,
y ahora a tus pies rendida,
bordadas de varias sedas
por colgaduras te envía,
donde la curiosidad
suple el oro a la codicia.

Salen la INDIA y EXICIA.

INDIA:

Sal, hermosa emperatriz
del Oriente, donde el día,
con la asistencia del sol
más bello, se comunica:
de tu deidad obligada,
queda de tu poder rica;
humildemente te adora,
y santamente te estima
por hombre, por rey, por Dios:
con divinos sacrificios,
manchó las aras más limpias,
y de sus fértiles cedros
desciende, quiere que conciba (sic)
el sol claro que engendra
parto feraz de sus minas
....................................
que el mismo sol imagina,
que en su ausencia se pasaron
a Babilonia las Indias;
no por minero [?] te ofrece
las perlas y piedras ricas,
que para poder contarlas
no tiene el tiempo medida.

EXICIA:

Santo Dios de Babilonia,
(sic.) cuyas grandezas publica
en mudas lenguas la mar,
con sordas voces el día;
tú que los cielos asombras,
tú que a los hombres admiras,
y dando espanto a los vivos,
tú que en tenebrosa noche sepultas,
tú que diversos lugares (sic)
el claro sol y día ocupas
a una hora misma por palabra
el sol en varias formas parece,
y la luna y diosas,
porque en todo asistas,
hoy a tus plantas por mí
se mira mi reina Exicia,
y por humildes primicias
a tus altares ofrece,
para su adorno, las finas
púrpuras que en fitaros [?]
tejen en Alejandría.
Ella quisiera que fueran
las estatuas de oro ricas,
las ánimas de marfil,
lámparas que siempre vivan.
Los aromas de Sabá (sic)
para que en el fuego sirvan,
los pórfidos de alabastros,
jaspes y columnas lisas;
los diamantes en sus ruinas,
y corales, plata y oro,
no arrancados de sus minas;
mas con humilde deseo
todos juntos te suplican
que como Dios solamente
las voluntades recibas.

TITÁN:

Persia, Francia, Alemania bella (sic),
gallardo español y Exicia
hermosa, Roma altiva,
Etiopía, Adasto (sic), India,
yo soy vuestro Dios supremo,
a quien ya se sacrifican
aroma, incienso y saúco,
pues a mi deidad se debe
como autor de la vida (sic)
tan agradecido estoy
a la ofrenda recibida,
que satisfacer pretendo
su memoria; hoy se eterniza
su nombre; pedid, naciones,
porque con ofrendas ricas
os satisfaga; adoradme,
cantad versos, haced rimas.

UNO:

¡Viva el gran Titán!

TODOS:

¡Viva!

Suena música, y desciende del trono con gran majestad; estando todos de rodillas, entra TITÁN y los embajadores tras él. Y por otro lado sale LUNA y detiene a la INDIA y a EXICIA, y quédanse las tres solas.

LUNA:

Exicia, espérate un poco;
que tu hermosura divina
a ociosidad me mueve,
por ver prenda que es tan linda;
y tú también no te vayas,
detén el paso, bella India,
déjame ver tu belleza
quien tiene partes que admira.

EXICIA:

¿Qué puede haber en Egipto
que a tu hermosura no rinda
sus trofeos?

INDIA:

Luna hermosa,
yo soy de ese bien indigna,
porque tu hermosura hiere
a las estrellas que miran
los efectos de tu voz;
hasta en el traje se explican
vuestras partes soberanas.

EXICIA:

¡Qué favores!

INDIA:

¡Qué caricias!

Sale BAULÍN.

BAULÍN Luna hermosa, pues a tantos
Titán da satisfacción,
yo quiero en esta ocasión,
sin ser nadie de sus santos,
ser del cielo alguna cosa.

LUNA:

¡Oh, Baulín! Seas bien venido;
yo de Titán he sabido
que su mano poderosa
ha de ser muy liberal
contigo, y que ha de hacer
signo del cielo.

BAULÍN:

Y de ser,
si es cosa que no está mal (sic).

LUNA:

Pues dime a lo que te inclinas:
¿quieres ser planeta o astro?

BAULÍN:

Yo no pretendo ser rastro.

LUNA:

Pues cosas hay peregrinas.

BAULÍN:

Y fuera bellaquería,
pues dirás cuando me encuentres,
ser purgatorio de vientres
o cambio de tripería.

LUNA:

Ahora bien: allá en el cielo
hay doce signos ahora;
puedes escoger.

BAULÍN:

Señora,
para tu favor apelo;
nómbralos tú.

LUNA:

Serás león.

BAULÍN:

Serélo de mala gana,
que tiene el león cuartana,
y así no será razón
que eso escoja, que en el cielo
no hay doctores.

LUNA:

Serás Libra.

BAULÍN:

De eso, señora, me libra;
otros senos hay mejores.

LUNA:

Serás Tauro.

BAULÍN:

¿Yo?
¿Qué es Tauro?

LUNA:

Toro.

BAULÍN:

Eso no.
¿Toro quieres que sea yo?
¿No ves que me perderé?
En aquel tiempo pasado
era muy bueno ser toro,
porque valía un tesoro;
mas ya hay toros al fiado.

LUNA:

Pues Escorpión podrás ser.

BAULÍN:

Eso no, murmurador
guarda afuera.

LUNA:

¡Lindo humor!
Cáncer podrás escoger.

BAULÍN:

Y de ser enfermedad
no me agrada.

LUNA:

Acuario, sí.

BAULÍN:

¿Eso me dices a mí?
No me tienes voluntad.
Dáselo a un laberinto.

LUNA:

¿Y Aries?

BAULÍN:

Aries tampoco.

LUNA:

¿Capricornio?

BAULÍN:

Estoy loco.

LUNA:

Pues sí quieres [?].

BAULÍN:

Pues no quiero.

LUNA:

Sagitario es bueno.

BAULÍN:

Yo
ser Sagitario no quiero.

LUNA:

Quieres Géminis, espero.

BAULÍN:

Ser Géminis, eso no;
no soy yo común de dos,
no quiero estar dividido.

LUNA:

Pues ¿qué ha de ser?

BAULÍN:

Eso pido;
decidlo, señora, vos.

LUNA:

Pues solo Virgo ha quedado.

BAULÍN:

Aun sirgo bien puede ser;
mas ¿cómo lo han de creer,
si ningún sirgo han hallado
él y el fénix? Dicen todos
que lo hay. ¿Cómo podré
ser sirgo?

LUNA:

Yo no lo sé;
mas a Dios no faltan modos.

BAULÍN:

Ya de mi ser me despojo.

LUNA:

Tú mudarás tu fortuna.

BAULÍN:

Ahora bien, señora Luna;
digo que ser sirgo quiero,
hoy he de ser inmortal
Dios.

LUNA:

¿Vaste?

BAULÍN:

¿Qué he de ir?
Voy a decir a mi mujer
que soy sirgo virginal.

Vase.

LUNA:

Gracioso Baulín ha estado.

EXICIA:

A mí risa me ha movido.
Oye, que siento ruido:
el Dios se ha manifestado.

Salen TITÁN y el PRÍNCIPE.

TITÁN:

Yo no puedo sufrir que mis pasiones
me aflijan tanto; ya estoy adorado,
ya desde el uno al otro contrapuesto polo (sic)
respetan mi poder, todos me temen;
agora es tiempo de gozar mi Luna,
pues no puede mi crédito perderse;
pero ella está aquí. ¡Oh Luna hermosa!
Ya se ha llegado el día en que tu suerte (sic)
ha de gozar de estado más felice,
que obligado al amor con que me tratas
me he de casar contigo.

LUNA:

¡Dios inmenso!
¿No ves que soy casada?

TITÁN:

Eso ¿qué importa?
Mataré a tu marido.

LUNA:

No permitas
tanto rigor con mi adorado esposo.

PRÍNCIPE:

Señor, pues sabes tú que fui el primero
que te adoré, agora es bien me hagas
favor.

TITÁN:

De modo estoy dispuesto a hacerlo,
que vida eterna solicito darte
quitándote la vida. Hoy ha llegado
el día de tu muerte.

Mátale.

PRÍNCIPE:

¡De este rigor a tu clemencia apelo!

Vase.

LUNA:

Señor, ¿qué has hecho?

TITÁN:

¡Luna de mi vida!
Di la muerte a tu esposo, porque quiero
eternizar tu vida de esta suerte.
¿No ves que así le libro de la muerte?
Sentémonos aquí.

EXICIA:

No lo consientas,
que no parece bien estar sentado
con tres mujeres.

TITÁN:

Todo es permitido
a Dios; sentaos, sentaos las tres al punto;
yo lo consienta agora, éste es mi gusto;
no os dé nada cuidado, que cercado
estoy todo de ángeles; ninguno
podrá entrar; acá dentro todo es gloria;
la omnipotencia de mi ser divino,
de amantes jerarquías serafines
eternamente asisto circundado;
invisibles estamos, y a la puerta
está Valin (sic); dejad el temor vano,
pues todo está pendiente de mi mano.

Hace que habla y se entretiene con ellas, y sale ELÍAS con hábito y con saco.

ELÍAS:

Suspended, suspended los ciegos gustos;
que ya ha llegado el tiempo de advertiros
que se han de convertir en más disgustos
que aliento humano puede preveniros.
Las torpezas injustas, los injustos
términos expeled, y con suspiros
los pecados llorad, y el mundo advierta
que hay Dios, que hay muerte cierta.
¡Oh ceguedad extraña de la gente,
que en quinientas aflicciones engañadas,
olvidan al Autor Omnipotente
por quien es el autor de los pecados!
¡Oh! ¡Cuán piadoso es Dios, pues que consiente
apetitos que son desenfrenados,
teniendo siempre abiertos para el hombre
pecho amoroso y atractivo nombre!
¿Qué encantos, qué palabras, qué aflicciones
así os tiene ocultados los sentidos?
¿Que crédito no dais a mis razones?
¿Que estáis como los áspides dormidos?
Babilonia, que siempre a confusiones
aspirando sus hijos pervertidos,
vuelve a Dios, no quieras que con tu llanto
tenga la tierra universal espanto.
Y tú, bestia feroz, que así engolfado
en tus vicios estás, teme la muerte,
si en la piadosa mano confiado,
te atreves a ofendelle desta suerte,
no del sulpicio (sic) estás enajenado:
a tu fatal destino atento, advierte
que el aire se dispone a hacerte guerra,
el fuego con las aguas y la tierra;
¡qué vida para Dios con tres mujeres
en tus brazos, te pones y te aplicas!
Tú sí que del pecado único eres
hijo voraz que a él te sacrificas.
¿Qué bárbaros deleites, qué placeres
son los que gozas, que tu ser explicas,
que por los gustos a que estás rendido
se puede conocer cómo has vivido?
Descienda el fuego, el aire se suspenda,
altérese la mar, la tierra gima,
de Jezabel los perros sean su tienda,
y su hambre rabiosa en él se imprima;
el polo superior mi voz atienda,
que la celeste cumbre en él arrima,
pues que se opone al sempiterno Cristo
esta bestia, este monstruo, este Antecristo.

Levántase TITÁN de donde está sentado, y dice:

TITÁN:

¡Que estos entrasen aquí,
que me hablen desta manera,
siendo soberano autor
de las lúcidas estrellas!
¡Rayos destruyan las nubes
en espantosa violencia,
que en el ánimo sepultan,
pues de mi nombre no tiemblan!
La estrella mayor del cielo
de su eclíptica descienda,
desencájese la luna,
teman todo los planetas,
pues los hombres a su Dios
desta manera blasfeman,
que con loco atrevimiento
se oponen a mi potencia.
¿Sabéis quién soy, gente vil?

ELÍAS:

Del autor de las tinieblas
un traslado, que a su Dios
la veneración le niega.
Tú, que mataste a tu madre,
y con extraña violencia
hiciste el cuerpo sepulcro
de su mísera tragedia,
el demonio que en ti habita
te da atrevimiento y fuerza;
porque como en Cristo estaban
juntas dos naturalezas,
de hombre y Dios, ¿por qué herejía
un opuesto a su clemencia,
de hombre y demonio también
otras dos en ti se encierran?

TITÁN:

Yo soy Dios.

ELÍAS:

¡Calla, atrevido!

Que es Cristo solo el que reina,
el que nació y murió,
el que vive vida eterna.

TITÁN:

Hombre fue el que nació
en un pesebre entre bestias.

ELÍAS:

de su venida dan nuevas.

TITÁN:

con tan inmensa pobreza.

ELÍAS:

Dios es, pues reyes de Oriente
le adoran y le veneran.

TITÁN:

Hombre fue, pues le dan mirra,
de la tierra propia ofrenda.

ELÍAS:

Dios, es, que incienso le ofrecen,
de Dios aroma sabea.

TITÁN:

Hombre fue, pues se perdió,
y llora su Madre tierna.

ELÍAS:

Dios es, pues dentro del templo
hallan que sabe y enseña.

TITÁN:

Hombre fue, pues que en el huerto
la muerte temió que llega.

ELÍAS:

Dios es, pues ángeles santos
le confortan y celebran.

TITÁN:

Hombre fue, pues le faltó
lo que la vida sustenta.

ELÍAS:

Dios es, pues hace milagros
y gentes varias sustenta.

TITÁN:

Hombre fue, pues en el templo
le maldicen y apedrean.

ELÍAS:

Dios es, pues siendo ofendido,
por el que le ofende ruega.

TITÁN:

Hombre fue, pues le prendieron
y a la muerte le condenan.

ELÍAS:

Dios es, pues estando preso,
maravillas hace inmensas.

TITÁN:

Hombre fue, pues le dan muerte,
y se cumple la sentencia.

ELÍAS:

Dios es, pues que resucita
con inmortal excelencia.

TITÁN:

Hombre fue, pues la nación
no cree, no le sigue y deja.

ELÍAS:

Dios es, pues el universo
su majestad reverencia.

TITÁN:

Hombre, pues en pecadores (sic)
tiene fundada su Iglesia.

ELÍAS:

Dios es, pues ensalza humildes
y derriba la soberbia.

TITÁN:

Hombre fue, pues en el mundo
padeció tantas miserias.

ELÍAS:

Dios es, pues que le redime
y al lado de Dios se asienta.

TITÁN:

Hombre es, pues hace milagros
opuestos a mi grandeza.

ELÍAS:

Hombre es, pues que en su nombre
castigaré tu insolencia.

ENOC:

Advierte, monstruo del mundo,
que aquesta es la vez primera
que dices verdad, aunque eres
padre de mentira horrenda;
porque como Cristo tuvo
entrambas naturalezas,
fue Dios y hombre también.

TITÁN:

Hombre puro fue.

ENOC:

Es blasfemia.

TITÁN:

No puedo sufrir ya más
tan atrevidas respuestas,
que fiado en mi piedad
me incitan desta manera.
Acrediten mis milagros
las verdades que se muestran,
o con (sic) mis obras.

ELÍAS:

En virtud
de Satanás que en ti reina,
con engaños y traiciones
a esta gente loca y ciega
engañas, mas yo, fiado
en esta insignia. que llena

Saca una cruz.

está de inmensas virtudes,
a tu mágica, a tu ciencia,
he de vencer; que esta cruz
ha de aniquilar tus fuerzas.

TITÁN:

¡Qué miro, que en este palo
hallo oposición tan nueva!
Y temo que aquesta gente
que los he engañado infieran.
La industria podrá valerme,
Luna hermosa, Luna bella;
espera, ¿dónde te vas?
¡No te acobardes, no temas,
que aquel palo que allí ves
las mágicas excelencias
del antiguo Egipto incluye;
pero yo haré, porque veas,
que estos quieren engañarnos,
que ahora el Príncipe venga
resucitado, y que diga
que es mi potestad inmensa;
y aunque veáis que me espanto,
no os admiréis porque vean
que sufro sus liviandades,
porque admiren mi paciencia.
Príncipe, de donde asistes
te mando que hoy a la tierra
vuelvas y digas quién soy.

Sale por debajo del tablado la IMAGEN del PRÍNCIPE.

IMAGEN:

Supremo autor ¿quién te niega,
siendo Artífice divino
de soberana excelencia?

LUNA:

Este es mi perdido esposo.

ELÍAS:

Espíritu que en tinieblas
asistes y en sombra vana,
y con fingida apariencia,
vienes a engañar al mundo,
que le has engañado vea;
y en nombre de Jesucristo,
el muerto Príncipe vuelva,
y la verdad se declare.

Sale el PRÍNCIPE, y en diciendo estos versos, se entre.

PRÍNCIPE:

tú predicas la verdad.

Vase.

ELÍAS:

Pues ahora, porque entiendan
los que presentes se hallan
su engaño, a la eterna pena
vuelva esta sombra al instante.

IMAGEN:

Voy a mi obscura caverna.

Húndese.

TITÁN:

Perdido soy si prosigue;
aprovéchenme mis fuerzas:
ministros, matad aquestos
hoy; Elías, Enoc, mueran.

ELÍAS:

Moriremos porque el mundo
resucitados nos vea.

Llévanlos y vanse por su orden.

Jornada tercera

Salen CAMILO y FABIO y los dos gentiles.

FABIO:

Hoy se cumplen los tres días
en que prometió Titán
que todos los que aquí están
verán que sus profecías
tendrán efecto debido,
porque ha de resucitar
después de muerto.

CAMILO:

Dudar
deste suceso he podido;
pero él lo certificó
de tal suerte, que imagino
que ha de cumplirlo.

FABIO:

Es divino,
y así no lo dudo yo,
porque maravillas tantas
como hemos visto, acredita
su opinión.

CAMILO:

Gente infinita
adoraron a sus plantas.

FABIO:

Resucite si pretende
que crean todos en él.

Salen LIDORO y RUFINO.

LIDORO:

Hoy prometió aquel infiel,
que a Dios atrevido ofende,
que había de volver al mundo.
¡No lo permitáis, mi Dios!

RUFINO:

Y aunque sois piadoso vos,
hoy le sepulte el profundo.
Sacro Señor, que por mí
tantas penas padeciste
desde el día que naciste,
y la causa dellas fui,
¡no permitáis que hoy así
este segundo Luzbel
cumpla lo que dicen dél!
Antes, para vuestra gloria,
no haya en el mundo memoria:
todo se oculte con él.
Bastan, Señor, tantos males
como el mundo ha padecido,
que este tirano ha tenido
engañando los mortales;
a vuestras plantas reales
llegan, Señor, los cristianos,
que esperan de vuestras manos,
como prometido habéis,
los favores que soléis
dar con liberales manos.

RUFINO:

Piadoso padre y pastor
de las ovejas perdidas,
hoy aclaman nuestras vidas
a vuestro inmenso valor:
cese, Señor, el rigor;
y pues sois padre piadoso,
aqueste monstruo espantoso
oculte la triste tierra,
porque no haga más la guerra
al lucido Sol hermoso.

FABIO:

Música pienso, Lidoro,
que suena, y si resucita…

LIDORO:

Entre la gloria infinita,
solo digo que le adoro.

Suena música.

Dentro.

Hoy resucita Titán,
si anteayer muerto le visteis.

Aparece TITÁN arriba, en una media nube, como resucitado, y suena música.

TITÁN:

Estad todos atentos
y mi nombre reverencien
los reinos distintos
y las más remotas gentes;
tres días ha que dije
que de la tierra ausente
y muerto por tres días
en las cumbres celestes
había de asistir,
y que glorioso viesen
a la parte humana
triunfando de la muerte.
Muerto y resucitado,
¿qué esperáis ofrecerme
ovación y holocausto,
pues a mí se me debe?
Yo descendí al infierno,
donde perpetuamente
han de ser castigados
los que han sido rebeldes.
Saqué de allí las almas
que han asistido siempre
con la justa esperanza
que han tenido de verme.
Comuniqué mi gloria
haciendo que ascendiesen
con mi propia virtud
al lugar eminente.
De allí, con ellos, luego
los cielos se suspenden,
porque pisan mis plantas
sus adornados tapetes;
gozándome a mí mismo
con himnos y motetes,
celebrando mis hazañas
y mis obras excelentes.
A la gloria di la gloria,
porque solo con verme,
sus delectables gustos
he querido que aumenten.
Los ángeles suspensos
que me acompañan siempre,
con incesables voces
me aclaman como agente.
Nací, como Cristo,
en un pobre pesebre
propio para animales
y propio para reyes.
La verdad y el engaño
¡cuan mal se compadecen!
Y en nacer y en morir,
es bien se diferencien.
Yo he cumplido, mortales:
resucité igualmente
el día señalado,
para gozarme y verme.
No me fiáis glorioso [?]
de luz resplandeciente,
todo recreado, ahora
sí que podéis creerme.
A la tierra desciendo
a signarse (sic) la gente,
pues su hacedor inmenso
rayos de vida vierte.
Satisfaced las dudas;
que milagros solemnes
han siempre conmovido
los pechos más rebeldes.
Gocen ya los humanos
al que piadosamente
para vida del hombre
a la tierra desciende.

RUFINO:

Todos a Titán
por omnipotente
tienen.

FABIO:

Y mueran (sic)
los que en la Cruz creen.

Desciende por un artificio al tablado e híncanse de rodillas todos, y sale BAULÍN.

BAULÍN:

¡Oh, señor Tristrás!
Mucho huelgo verle,
que entre los desvanes
ya se va y se viene.
Diga dónde ha estado;
qué fiesta solemne
ha visto en los cielos,
qué talles de gente;
que lleno de gloria
de arriba desciende.
Si anda trastejando
¿qué quiere que espere?
Guárdese, no caiga;
porque siempre suelen
los de aqueste oficio
quebrarse las sienes.
¿Ha visto a mi sirgo?
¡Quién pudiera verle!
Que hay heredos [?] de ellos
como de inocentes.
¿Qué hay de taberneros,
que he pensado siempre
que andan en las nubes
porque llueven siempre?
¡Señor, castigadlos!
que ya no hay quien pruebe
moza o vino puro.
y dan gato por liebre.

TITÁN:

Ya vuestras desgracias
es razón que cesen,
pues siendo el ungido
me tienes presente.

Sale FABIO.

FABIO:

Señor, tus criados,
por agradecerte
tantos beneficios,
tan inmensos bienes,
deseosos todos
de servirte, ofrecen
a Elías y a Enoc
a tu mano fuerte.
A la puerta esperan;
tu licencia quieren
si entrar les permites.

TITÁN:

Diles luego que entren:
veránme mudado;
rigores crueles
harán sinrazones;
de poder carecen.

Sale gente que trae a ELÍAS y a ENOC presos, y dos niños.

CAMILO:

por inobedientes;
porque han despreciado
tus mandatos, vienen,
a tus pies rendidos.

TITÁN:

¿No miráis, vil gente,
que de mi poder
ninguno os defiende?
¿No miráis que Cristo,
que engañado os tiene,
no viene a ayudaros?
¡Qué engaños crueles!
Os quita el sentido,
recordad no esperen
mi rigor las almas,
pues a ellas se extiende
mi poder inmenso.
¿No miráis, rebeldes,
que morí y que vivo
puede el mundo verme?
Pues este milagro,
¿no miráis que excede
al que en el Tabor
fantásticamente
quiso, con engaños,
que algunos le viesen?
Yo soy vuestro Dios
tan omnipotente,
que tengo en mi mano
la vida y la muerte:
escoged y gozad
la vida que ofrece
mi piadosa mano.

ENOC:

¡Bárbaro, insolente,
qué ciego te traen
tus vanos deleites!
No cierres los ojos,
que el tiempo es tan breve
que tienes de vida,
que presto has de verte
en el hondo abismo,
conforme tu vida,
pues a Dios te atreves. (sic)
Tú eres aquel monstruo
que tiene en la frente
diez cuernos que Juan
de vista excelente,
vio salir del mar.
¿Por qué pretendes
ser Dios, pues que sabes
como en todo mientes?

TITÁN:

Pertinaces viejos,
indignos de verme
y hablaros piadoso,
¿cómo ya no viene
ese Cristo vuestro
que en pobres pesebres
nació, y que murió?
Hoy veréis si puede
de mi gran poder
libraros, infieles.
¿De qué os aprovecha
que así, ciegamente,
rebeldes y locos
estéis de esa suerte?

ELÍAS:

¿No miras, tirano,
que mi Dios nos tiene
prevenido el lauro
del martirio, y quiere
que tú el instrumento,
seas de la muerte?
A muchos cristianos
tus mágicos viendo
que al mundo suspendes
reducido habemos,
pero ya que pueden,
firmes en su ley,
contra ti oponerse,
Dios nos ha llamado,
y mártires quiere
conducir al Cielo,
a donde nos premie
con eterna gloria,
con eternos bienes.

ENOC:

A Elías y a Enoc
escuadras celestes
están aguardando.

TITÁN:

¿Cómo estos no mueren?
Mataldos al punto,
tormentos crueles,
padezcan, y vean
que el que a mí se atreve,
con penas terribles
muere desta suerte.

NIÑO 1.º:

Elías divino,
santo Enoc fuerte,
no nos dejen, padres,
en años tan breves,
que si de su amparo
las gentes carecen,
no es mucho que a Dios
los cristianos dejen.

NIÑO 2.º:

No se vayan, padres;
a mi Dios le rueguen
que aqueste tirano
castigue, pues puede.

ELÍAS:

Mis hijos amados,
hoy los cielos quieren
a nuestros trabajos
dar descanso alegre;
enjugad los ojos
que lágrimas vierten;
que el piadoso Dios
mira por sus fieles;
Él os acompañe,
rogalde, ofrecelde
la vida, que Él mira
por los suyos siempre.

TITÁN:

Llevaldos, ministros,
y con fiera muerte
paguen su delito.

ELÍAS:

Cuando el cuerpo pene
no importa; ¡ay del alma,
porque siempre muere!

TITÁN:

Pues no me adoraron,
mis castigos prueben.
A los que atrevidos
a mis sacras leyes
rebeldes desprecian,
y no me obedecen,
su infame osadía
castigo con muerte:
horcas se levanten,
cuchillos se templen,
prepárense luego
resinas y aceites,
patíbulos crueles;
ninguno se perdone,
a nadie reserven,
pues ya mi piedad
en rigor se convierte;
solo soy dios supremo,
solo a mí se me deben
en supremos altares
sacrificios solemnes.

NIÑO 1.º:

Pues ven acá, hipocritón,
que al Cielo te has atrevido,
¿piensas que no hemos sabido
tu infame generación?

NIÑO 2.º:

¿Pues cómo te has hecho dios,
bellaco, embelecador,
contra el divino Señor
que nos da lengua a los dos?
¿No ignoran los que aquí están
tu villano nacimiento,
y que eres vil instrumento
de aquella tribu de Dan?

NIÑO 1.º:

Pues tu madre ya sabemos,
como cosa manifiesta,
que fue mujer deshonesta
y de tan viles extremos,
que con tu padre trató,
de quien fuiste concebido,
y siendo padre y marido,
un monstruo cual tú formó;
y no contento tampoco
del delito de tu padre,
has gozado de tu madre,
negando a Dios como loco.

NIÑO 2.º:

Miren aquí quien quería, (sic)
que si Dios ha permitido
que vivas como has vivido,
que no siempre lo consiente.
Ya los tres años y medio
que Dios te ha dado de vida,
se cumplen, fiero homicida,
y así no tendrás remedio.

NIÑO 1.º:

Tú eres de quien Daniel
habla y dice tus maldades,
que envuelto en tus liviandades
asistes, monstruo cruel.
Cumplióse la profecía
del justo y santo Profeta,
y la que Juan interpreta
cuando en Patmos asistía.
Al infierno bajarás,
donde in aeterno te quejes.

NIÑO 2.º:

Monstruo de los herejes,
aquí, aquí, te anegarás.

TITÁN:

Matad luego estos villanos,
¡oh bárbaros atrevidos!
¿Cómo, ajenos de sentidos,
con pensamientos tiranos,
os atrevéis a mi ser?
¿En qué tenéis confianza?
¿En qué libráis la esperanza,
si no fuera en mi poder?
Dejad todas vuestras leyes,
cese todo el cristianismo,
ya no ha de haber más abismo,
yo soy el rey de los reyes;
no haya más circuncisión,
y el fuego que se alimenta
se apague, que solo intenta
mi ser justa adoración;
no ha de haber más ley que una,
y esa en adorarme estriba;
aquesta aumento reciba,
no pende de otra ninguna.
Ya toda ley se deroga,
solo me adoren a mí;
igualmente aborrecí
la Iglesia y la Sinagoga.

UNO:

Pues, señor, ¿no prometiste
que no se había de entender
lo que nos mandas hacer
cuando ley estableciste
de adorarte? Con nosotros,
¿cómo haces lo que no es justo?

TITÁN:

Porque quiero, porque gusto.
¿Pues quién os mete a vosotros
con lo que hago? ¡Callad,
cumplid todo lo que digo!

OTRO:

El cielo será testigo
de tan extraña maldad.

Vanse todos, y queda BAULÍN solo.

BAULÍN:

Desde hoy me acojo a un jamón,
pues ya no hay ley que me obligue.
Al vino no se persigue,
esta es famosa invención:
no consentía Moisés
que comiésemos tocino,
y quien da tocino y vino,
sin duda que buen dios es.
Yo no me quiero meter
en porfiar y argüir;
beber quiero por vivir,
y vivir para beber;
en tantas dudas, que son
las que afligen a Baulín,
adorar pretendo, en fin,
a mi vino y mi jamón;
pues tantos han inventado
dioses a quien adorar,
otro pretendo buscar,
que será más acertado,
que parecerá imprudencia
cuando se aprueba por justo,
no adorar dios a mi gusto
si hay libertad de conciencia.

Sale la mujer de BAUILÍN.

MUJER:

Divino Señor, que vos,
para redención del hombre,
tomando de humano nombre
y carne, os quedasteis Dios;
hoy, pues es justa ocasión,
contra este monstruo cruel
vibre el divino Luzbel
la espada de indignación.
¡No permitáis, gran Señor,
que esta ciega gente errada,
como perdida manada,
nieguen a su Criador;
que si la defendéis vos,
este, que negó el bautismo,
en las ondas del abismo
conocerá que no es dios!

BAULÍN:

¿A dónde bueno, mujer?

MUJER:

¡Oh, Baulín! ¿Tú estás aquí?
El bien busco que perdí;
quiérole hallar, no perder.
Entre tantos desengaños
que me va poniendo el Cielo,
con justa causa recelo
deste Titán los engaños.
¿Quién no conoce que Cristo
es Dios y el cierto Mesías,
y quién con locas porfías
obedece a este Antecristo?
Baulín, bien se puede errar,
que propio en los hombres es;
mas la porfía, ¿no ves
que es el camino de errar?
Dejemos nuestros errores
y a Dios pidamos perdón,
pues su humana condición
siempre oye a los pecadores.

BAULÍN:

Mujer, ¿quién os mete a vos
en aquestas teologías, (sic)
si son buenas las porfías,
o si este o aquel es Dios?
A vos os toca callar
y obedecer al marido;
en paz y quietud os pido
que lo dejemos estar.
Un pedazo de jamón
puesto entre dos rebanadas,
han de ser de mí estimadas,
y aquestas mis dioses son.
Quien primero dijo vino,
divino quiso nombrar,
y así pretendo adorar
lo que es próximo a divino.
Venid, aderezad la burra,
que yo iré con vos también;
pero atad la bota bien,
porque el vino no se escurra.
Y si replicáis palabra
en si este es buen dios o no,
la cabeza, juro yo,
que con una estaca os abra.
Venid, que estoy esperando.

MUJER:

Mi Dios, vuestro amparo os pido,
pues vuestro favor ha sido
el que está la vida dando;
en vuestra clemencia espero,
a ella acudo triste y sola,
para que lave mi estola
en la sangre del Cordero.

Vanse.

Salen CAMILO, FABIO y RUFINO, y LIDORO a otra parte.

CAMILO:

Aquí fue adonde a Elías
y a Enoc, el fiero tirano
mandó el precepto inhumano
de que acortasen sus días;
y aquí, siendo obedecido,
les dieron muerte cruel.

FABIO:

¡Cielos! ¡Que viva este infiel
en sus vicios sumergido!
¡Cuán incomprensibles son
vuestros juicios ocultos,
pues entre tantos insultos,
muerta vive la razón!
Pero ¿quién desconfiará
de vuestro heroico saber?

RUFINO:

El porfiar no es vencer,
y donde el poder está,
locuras son las porfías.
Testigo sin excepción
serán en esta ocasión
los muertos Enoc y Elías,
pues opuestos a Titán,
Dios eterno y soberano,
el castigo de su mano
por su inocencia les dan.

LIDORO:

Con la suma omnipotencia
no es razón nadie oponerse,
ni es fortaleza atreverse
donde es cierta la sentencia
de muerte. Solo pretendo
dar gusto a Titán, que es Dios.

FABIO:

Alleguémonos los dos
hacia esta gente, que entiendo
que están los cuerpos allí.
Vamos a tomar lugar,
pues han de resucitar,
como dijeron aquí
cuando les dieron la muerte.
Gran gente acude por ver
el milagro que han de hacer.

LIDORO:

Vamos allá.

CAMILO:

Obedecerte
es bien, y más que Titán,
con grande acompañamiento,
con el mismo pensamiento
a ver los cuerpos vendrán
y a ver el modo que Elías
y Enoc resucitan.

LIDORO:

Ven;
que en este lugar más bien
verás sus locas porfías.

FABIO:

Todo el mundo se apercibe.

CAMILO:

Ya sale este monstruo aleve.

FABIO:

El que contra Dios se atreve,
violento en la vida vive.

Pónense a un lado; salen TITÁN, LUNA, BAULÍN y la MUJER y acompañamiento.

TITÁN:

Luna mía, mi deidad,
es una cifra del cielo
que en mí la mayor belleza
se mira como en espejo:
¿dudas tú que es mi poder
tan soberano y excelso,
que abarco de un polo al otro
y deste al otro hemisferio?
¿Ves el mayor imposible?
Pues facilitallo puedo,
y que la celeste cumbre
baje a pedazos al suelo.
¡A mí los hombres, a mí!
Por el gran poder que tengo
por mí mismo, que han de ver
en mí tan fieros efectos,
que en su castigo me aclamen
por la piedad de mi pecho,
y yo, sordo a sus querellas,
daré a sus penas aumento.

BAULÍN:

(Aparte)

Este pulo [?] guarda fuera.)
Mujer ¿habéis oído este
Titán? El jamón y el vino,
son los dioses en quien creo.

MUJER:

Calla, Baulín, que verás
que, más piadosos los cielos,
deshacen la confusión
en que este la tierra ha puesto.

LUNA:

¡Mi Dios! Por ser vos quien sois
y por el amor que os tengo,
os suplico no vibréis
la eterna espada de fuego
contra esta gente ignorante
de los piadosos afectos
de vuestra misericordia,
porque el riguroso aspecto
con que hoy os mostráis al mundo,
amenaza el universo
y a su ruina se aplica.
Cese vuestro enojo fiero,
que ya los hombres humildes
piden perdón de su yerro.

TITÁN:

No sé qué miro en tus ojos,
envidias del sol supremo,
que así aprisionan las almas,
que así mueven pensamientos;
yo perdonaré sus culpas
si es el arrepentimiento
como dicen.

LUNA:

Yo lo fío,
y humildemente te beso
los pies por este favor.

TITÁN:

Su duración debe el tiempo
a sus ruegos; mas ¿no han dado
la muerte para escarmiento
del mundo, a Elías y Enoc?

LIDORO:

Tu mandato obedecieron,
y aquí están muertos.

TITÁN:

Alzad;
veré los difuntos cuerpos,
cuyas almas por sus culpas
siempre estarán padeciendo.
Pueblo, que presente estás
al espectáculo horrendo,
de aquesta suerte castigo
al que quiebra mis preceptos.
Hoy os perdono por Luna;
pero no os valdrán sus ruegos
otra vez: mi indignación
verá todo el universo,
y vosotros, vicios locos,
hombres engañados,

Llégase a un lado, donde habrá una cortina, que se descubre, y veránse muertos ELÍAS y ENOC.
que a los rayos de mi gloria
habéis querido oponeros,
estas son vuestras porfías
v el fin de vuestros intentos:
la brevedad de la vida
y el mal que estáis padeciendo.
Así pagáis, gente infame,
vuestro loco atrevimiento,
que rayos por favor saca
la oposición a los cielos:
estos son vuestros milagros,
vuestros engaños son estos:
esta la resurrección
que espera el cristiano pueblo.
Cumplid, cumplid la palabra
de que con prodigio nuevo,
a vista de todo el mundo,
habéis de animar los cuerpos.
¿Por qué no cumplís agora
vuestras promesas y enredos,
y ese Cristo que adoráis
no viene a favoreceros?
Yo muerto resucité,
porque soy Dios verdadero;
mas vosotros, viejos locos,
ved la burla que habéis hecho;
confesad que soy Dios justo,
y haré otro nuevo portento,
infundiendo otra vez vida
a cadáveres funestos.
Ea, Elías, y tú, Enoc,
pedid a Dios otro aliento,
o acudid a mi piedad;
daré a vuestro mal remedio.

Levántanse.

ELÍAS:

Pueblo, la palabra cumplo:
hoy resucitamos, veldo,
y que en celestes esferas
nos llama glorioso asiento.
Perseverad en la ley
de Cristo, que es Dios inmenso.

ENOC:

Titán es falso Antecristo,
Cristo es el Dios verdadero.

La tramoya sube a los dos arriba, Y en cerrándose la cortina, suena ruido dentro.

Dentro.

Milagro es este, milagro:
hoy se ven los embelecos
del Antecristo.

FABIO:

Matalde:
no admita nadie sus ruegos.

LIDORO:

Cristo es Dios: ¡muera Titán,
falso Antecristo! blasfemo.

TODOS:

¡Muera Titán!

BAULÍN:

¡Hay tal cosa!
¡Muera este perro zorrero!

TITÁN:

Oye, atrevida gente:
escucha, bárbaro pueblo,
indigno de la piedad
que para vosotros tengo:
estos son falsos hechizos,
fuerza es de un encantamiento (sic)
con que han Elías y Enoc
alterado vuestros pechos;
pero para que veáis
un testimonio más cierto,
romper quiero las celestes
esferas del firmamento,
y ascendiendo al regio trono,
vibrar la espada de fuego
y fulminar a la tierra
esos atrevidos viejos.
Yo subo a mi patria amada;
mas ¡ay de ti, triste pueblo!
Que tu ruina fatal
llegó por ser tan soberbio.

Bajará una nube, en que irá volando, y por otra parte saldrá un ÁNGEL con una espada de fuego, dará con ella al ANTECRISTO, que parecerá que se hunde en la tierra, y el ÁNGEL se vuela.

ÁNGEL:

¡Fiero monstruo de la tierra,
el plazo ha llegado! El cielo
al abismo te condena.

TITÁN:

Hoy me da sepulcro el centro.

Húndese: haya gran ruido.

LUNA:

Extraño prodigio ha sido:
entre los aires serenos
un ángel en forma humana,
con una espada de fuego
ha herido a Titán, y él baja
hecho piezas por los vientos
al abismo. ¡Cielo santo,
misericordia!

FABIO:

¿Qué espero?
¡Santo Dios, misericordia!

MUJER:

¡A vos solo reverencio
por Dios!

CAMILO:

A Cristo adoremos:
Titán fue el falso Antecristo,
Cristo es el Dios verdadero.

LIDORO:

Y aquí tiene fin, senado,
este verdadero ejemplo
del suceso que esperamos:
perdonad sus muchos yerros.


Publicado el 17 de marzo de 2018 por Edu Robsy.
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