Bajo las Lilas

Louisa May Alcott


Novela



Capítulo 1

La avenida de los olmos estaba cubierta de malezas, el gran portón nunca se abría, y la vieja casona permanecía cerrada desde hacía varios años. No obstante, se escuchaban voces por ese lugar, y las lilas, inclinándose sobre el alto muro parecían decir: «¡Qué interesantes secretos podríamos revelar si quisiésemos!…», en tanto que del otro lado del portón, una caléndula procuraba alcanzar el ojo de la cerradura para espiar lo que ocurría en el interior.

Si por arte de magia hubiera crecido de súbito y mirado dentro cierto día de junio, habría visto un cuadro extraño pero encantador. Evidentemente, alguien iba a dar allí una fiesta.

Un ancho sendero de lajas color gris oscuro bordeado de arbustos que se unían formando una bóveda verde iba del portón hacia el «porch». Flores silvestres y malezas salvajes crecían por doquier cubriendo todo con un hermosísimo manto. Un tablón sostenido por dos troncos que estaba en medio del sendero se hallaba cubierto por un descolorido y gastado chal, encima del cual había sido dispuesto, muy elegantemente, un diminuto juego de té. A decir verdad, la tetera había perdido su pico, la lechera su asa, y el azucarero su tapa, y en cuanto a las tazas y los platos, todos se hallaban más o menos deteriorados; pero la gente bien educada no toma en cuenta esas insignificancias y sólo gente bien educada había sido invitada a la fiesta.

A cada lado del «porch» había un asiento, y quien hubiera atisbado curiosamente a través de la cerradura del mencionado portón, habría sorprendido un espectáculo extraordinario. Sobre el asiento izquierdo se veían siete muñecas y seis sobre el derecho, y en tal estado se encontraban casi todas ellas —la que no tenía un brazo de menos mostraba la cara o el vestido lleno de manchas— que cualquiera hubiese podido pensar que se trataba de un hospital de muñecas y que las pacientes aguardaban la hora de

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Publicado el 20 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.
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