Libro gratis: El Zueco
de Marcel Schwob


    Sin votos


Cuento


0


El Zueco

No hay más información sobre el texto «El Zueco».


Edición física


Fragmento de «El Zueco»

—Sé bienvenida, niña —dijo el diablo—. Me gustan las personas sencillas. Creo que eres una buena chica, pero no te sabes aún el catecismo. Cuando seas mayor tal vez te enseñen que yo me llevo a los hombres, pero verás claramente que eso no es cierto. Sólo vendrás conmigo si quieres.

—Pero, yo no quiero —dijo la niña—. Eres malo; en tu casa todo debe estar negro. Yo, como puedes ver, deambulo a la luz del sol por la carretera; recojo flores y, a veces, cuando pasan damas o caballeros, me las compran por diez céntimos. Y por la noche, a veces, hay buenas mujeres que me permiten dormir sobre su heno. Esta noche no he podido comer porque estamos en el bosque.

Y el diablo dijo:

—Escucha, pequeña, no tengas miedo. Voy a ayudarte. Ponte de nuevo el zueco que se te ha caído.

Y mientras decía esto, el diablo cogía una avellana con su cola, y la ardilla cascaba otra. La pequeña introdujo su pie mojado dentro del zueco y, de repente, se encontró en la carretera principal bajo un sol naciente que formaba bandas rojas y violetas por oriente, en el aire fresco de la mañana, con la bruma flotando aún por encima de los prados. Ya no había ni bosque, ni ardilla, ni diablo. Un carretero borracho que pasaba en aquel instante al galope conduciendo un grupo de becerros que mugían bajo una lona mojada, le azotó las piernas con el látigo a modo de saludo. Las abejarucos de cabeza azul piaban en los setos de majuelo cuajados de flores blancas. La pequeña, bastante sorprendida, se puso de nuevo a andar. Durmió bajo una coscoja en un rincón del campo y al día siguiente prosiguió su camino. Andando, andando, llegó hasta las landas pedregosas bañadas por un aire salado. Y más lejos encontró cuadrados de tierra, cubiertos de agua salina, con montones de sal que amarilleaban ante el cruce de las calzadas. Andarríos y nevatillas picoteaban el estiércol en la carretera. Grandes bandadas de cuervos se abatían sobre los campos, con roncos graznidos.


7 págs. / 12 minutos.
69 visitas.
Publicado el 21 de octubre de 2016 por Edu Robsy.


Valoraciones


Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.


Para valorar «El Zueco» es necesario identificarse en textos.info.


Libros más populares de Marcel Schwob

45 libros publicados.


Ver todos los libros