Descargar ePub «Voces de Occidente (Respuesta a 'Voces de la Perfieria', texto autoría de Jorge Iván Gaviria)», de Miguel Ángel Loaiza Herrera

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Descargar gratis en formato ePub el libro «Voces de Occidente (Respuesta a 'Voces de la Perfieria', texto autoría de Jorge Iván Gaviria)» de Miguel Ángel Loaiza Herrera.

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12 págs. / 22 minutos / 73 KB.
12 de octubre de 2018.


Fragmento de Voces de Occidente (Respuesta a 'Voces de la Perfieria', texto autoría de Jorge Iván Gaviria)

Parece ser, que se asumía con humildad a través del tiempo, la prevalencia de ideas mejores sobre las peores. Existía una jerarquía en donde las ideas más cercanas a la verdad, o al destino punto donde se quería llegar, sumían su peso sobre lo falso, lo profano o lo errado. Claramente el choque de ideas solo podía darse cuando había un cambio dentro de las murallas de la sociedad en la que se habitaba. Fuera una guerra, un extranjero, un ciudadano venido del exterior con ideas ajenas, una anexión de territorio o expansión imperial. Casi cualquier variación en la realidad impersonal, representaba la llegada de una idea. ¿Pero qué pasaba si se consensuaba que no había ninguna jerarquía? ¿Qué pasaba si de repente, todos en el planeta hubieran convenido en que nadie, incluso ellos, gozaba de la verdad absoluta? En efecto, solo hay una opción; jamás se habría consolidado un orden y se habría estancado el mundo en una anomia. De hecho, no habría sobrevivido una sola cultura sobre la faz de la tierra. Esto a razón de que aun suponiendo que milagrosamente todas las culturas hubieran optado por la tolerancia entre estas, no hace falta una guerra o fuerza de coerción para el derrumbe de una civilización. Habiendo sistemas penales y morales diferentes, distintas ideas sobre la protección de las fronteras entre los países o comunidades, ideas diversas sobre el bien y el mal, sería como meter varias especies de animales carnívoros y herbívoros en una misma jaula y esperar lo mejor entre ellos. No solo aquello resultaría espantoso; impidiendo el intercambio de ideas empezando por aseverar que es mejor para todos aprender a cazar con armas más refinadas los alimentos, se cometería un crimen moral al dejar a otras personas faltas de este conocimiento a la merced de la ignorancia o las desviaciones desafortunadas que emergieron de su respectiva cultura.  
La reacción tiene dos matices; rechazo o aceptación. En ambas ocasiones, la cultura estudia y cavila la idea nueva. Luego puede rechazarla ya sea violentamente en forma de guerra o resistencia, o puede aceptarla incluso cuando se trate de una idea mala –es decir, contraproducente para la cultura- que se hizo pasar por una buena.  
Se anhela siempre lo mejor, el problema llega cuando el medio para llegar a este bien es errado y malo.  
Es una observación osada. -contemporáneamente se pensará-, hacer un juicio de bueno y malo en cuanto a las acciones humanas. Este mismo tipo de personas son las que con aparente inteligencia, acusan a la civilización occidental cristiana de los crímenes más abominables contra la humanidad, y profesan su sentencia de muerte por culpabilidad ayudando a su decadencia y destrucción.  
Tomamos el caso de la persecución y quema de albinos en varios países de África. El albinismo es simplemente un desorden metabólico hereditario que causa que el organismo no produzca melanina y resulte en una observable despigmentación de la piel y el cabello. Sin embargo, los demás miembros de la tribu los perciben como una maldición, un augurio para el pueblo. Un castigo que traerá pestes, hambre y miseria para los miembros de la comunidad. Pero, ¿a qué nos remite esto? Científicamente hablando, e incluso deduciéndolo analíticamente, sabemos que la condición médica de una persona albina no permee en la salud general de los miembros de la familia. Empero, no todas las culturas poseen este conocimiento. Sabemos que es malo quemar y matar seres inocentes, debemos hacer todo lo posible por detener el maltrato a otros, pero en este y muchos casos, sabemos que es un problema de ignorancia. El realismo moral siendo una rama de la meta-ética, nos ayuda a visualizar un entorno de posibilidades y diferenciar entre el mal indirecto y el mal directo, aunque ambos tipos de mal deban ser evitados. Y por tanto se concluye que el bien es uno solo, y allí está la búsqueda de las sociedades. “Es evidente que existe la verdad, porque quien niegue su existencia concede que existe, ya que, si la verdad no existiese, sería verdad que la verdad no existe, y claro está que, si algo es verdadero, es preciso que exista la verdad.” (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, primera parte, cuestión 2, artículos 1-3) 


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