Tragicomedia novelada sobre los límites de la pedagogía
Amor y pedagogía cuenta la historia de don Avito Carrascal, un intelectual que cree que puede convertir un niño en genio aplicando los principios modernos de la pedagogía. La obra, considerada una de las cuatro nivolas del autor, constituye una dura crítica a la sociología positivista, intercalando lo cómico y lo trágico.
Avito es un hombre que se pone como meta principal hacer un genio, puesto que, según su opinión, un genio es como la abeja reina: nace igual a los demás pero por la forma en la que se les educa y trata durante el periodo de su crecimiento se hacen diferentes física o intelectualmente, según el caso.
Una vez puesta esta meta, don Avito se dirige hacia la casa de la mujer que según su parecer era la idónea para concebir un hijo con atributos de genio, ya que se presenta fuerte, sana y dólico-rubia. Pero cuando iba a llevarle la carta petición de mano a Leoncia (que así se llamaba la dólico-rubia) se encuentra con Marina, una mujer que le enamora, y es entonces cuando cambia sus planes iniciales y se acaba casando con Marina. Con ella tiene un hijo al que por conflictos de fe-razón acaban llamando Luis Apolodoro. Apolodoro es criado básicamente por su padre, el que trata de encauzarlo hacia el campo de la ciencia, pero a la vez Marina difiere mucho de Avito, y cuando él no está delante llama a su hijo por su nombre cristiano (Luis) y le enseña oraciones, a la vez que le da todos los mimos que en presencia de Avito no puede darle.
Apolodoro mira fijamente a su madre. Y el padre paseándose se dice:
«He estado torpe, poco razonable, poco científico, se me ha vuelto a
rebelar el animal, este animal al que tenía dominado y así que me
enamoré despertó; esta infeliz no tiene la culpa… ¿Le ha bautizado? ¿y
qué? ¡cosas de mujeres! que se diviertan en algo las pobres.» Y
volviéndose a Marina, con su voz más dulce: —Vamos. Marina, he estado
fuerte, lo reconozco, pero…— y se le acerca ofreciéndole la boca, a la
vez que la voz interior le murmura: «caíste, vuelves a caer y caerás
cien veces más…» Déjase besar Marina apretando contra el seno al niño, y
recae en el sueño de su vida. —Sí, he estado fuerte, pero… pero es
menester cumplir mi voluntad… ¿Y bautizarle? ¿para qué? ¿para limpiarle
del pecado original? ¿Pero tú crees que esta inocente criatura ha
pecado? Y la voz del demonio familiar: «sí, no ha pecado, pero trae
pecado, trae pecado original: el de haber nacido de amor, de enlace de
instinto, de matrimonio inductivo; amor y pedagogía son incompatibles;
el biberón exige complemento…»
160 págs. / 4 horas, 41 minutos.
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Publicado el 9 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.
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