Libro gratis: Artemio, Heautontimoroumenos
de Miguel de Unamuno


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Cuento


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Artemio, Heautontimoroumenos

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Fragmento de «Artemio, Heautontimoroumenos»

El un yo de Artemio A. Silva, el que podríamos llamar más externo o público, el más cínico, era un yo sin escrúpulos, arribista o eficacista; su mira, lo que en el siglo se llama medrar y triunfar y fuera como fuese. Su divisa, la del eficacismo, esto es, que el fin justifica los medios. Y su fin, gozar de la vida, lo que se llama así.

Pero por más dentro tenía Artemio A. Silva otro yo, que diríamos más interno, un yo privado, un yo hipócrita, lleno de escrúpulos y con la preocupación moral. Era el yo del mandamiento moral; era la fuente del remordimiento. Y era su yo pesimista, así como el otro era el optimista. Artemio le llamaba a ese yo su conciencia, como si el otro también no lo fuera.

Las luchas íntimas de Artemio eran entre su hombre de eficacia y su hombre de moralidad, entre el egoísta y el deísta. Cuando se iba a meter en una acción de esas que los puros políticos —la pura política es la suprema impureza moral— llaman eficaces, de esas en que todo se pospone a la consecución del llamado triunfo, del inmediato, su yo cínico le empujaba a los actos más implacables y a las convenciones y los conchabamientos más perversos; pero su otro yo, el que llamaremos hipócrita le retenía. Y su acción era siempre incierta y vacilante. Y concluía por encerrarse y decirse a sí mismo: «¡Soy imposible!, ¡jamás llegaré a ser nada en este mundo!, ¡estos escrúpulos de monja!... ¡estos remordimientos!... ¿Y para qué me sirve ser honrado, si nadie me lo ha de agradecer?, ¿para qué si he de morir, de seguir así, pobre y despreciado?». Por donde se ve que ninguno de sus dos y os, ni su ángel ni su demonio, habían vencido, sino que, en rigor, ambos eran vencidos, cada uno del otro, y vencedor ninguno.


4 págs. / 7 minutos.
105 visitas.
Publicado el 25 de octubre de 2020 por Edu Robsy.


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