Genial novela corta de Oscar Wilde construida sobre la historia de fantasmas clásica con mansión embrujada pero con giros inesperados, mucho humor y bastante crítica hacia el pragmatismo de la sociedad moderna.
Una familia estadounidense adquiere el castillo de Canterville, en un hermoso lugar en la campiña inglesa a siete millas de Ascot, en Inglaterra. Hiram B. Otis se traslada con su familia al castillo, pero Lord Canterville, dueño anterior del mismo, le advierte que el fantasma de sir Simon de Canterville deambula en el edificio desde hace no menos de trescientos años después de asesinar a su esposa lady Eleonore de Canterville. Pero el Sr. Otis, estadounidense moderno y práctico, desoye sus advertencias.
Míster Otis estaba perfectamente tranquilo. Se tomó el pulso y no lo encontró nada alterado.
El ruido extraño continuaba, al mismo tiempo que se oía claramente el sonar de unos pasos.
Míster Otis se puso las zapatillas, tomó un frasquito alargado de su tocador y abrió la puerta.
Y vio frente a él, en el pálido claro de luna, a un viejo de aspecto terrible.
Sus ojos parecían carbones encendidos. Una larga cabellera gris caía
en mechones revueltos sobre sus hombros. Sus ropas, de corte anticuado,
estaban manchadas y en jirones. De sus muñecas y de sus tobillos
colgaban unas pesadas cadenas y unos grilletes herrumbrosos.
—Mi distinguido señor —dijo míster Otis—, permítame que le ruegue
vivamente que se engrase esas cadenas. Le he traído para ello una
botella del engrasador
"Tammany-Sol-Levante". Dicen que una sola untura es eficacísima, y en
la etiqueta hay varios certificados de nuestros teólogos más ilustres,
que dan fe de ello. Voy a dejársela aquí, al lado de las mecedoras, y
tendré un verdadero placer en proporcionarle más, si así lo desea.
35 págs. / 1 hora, 2 minutos.
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Publicado el 20 de mayo de 2016 por Edu Robsy.
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