Corcovándose sacó una tarjeta del carrik y jugando la mano se la
presentó al Barón de Bonifaz. Explicó Don Joselito con resquemor de
agraviado:
—A este vaina le estuve pasando dos duros…
Saltó con apurado cacareo el vejete, apretándose el quepis contra el pecho:
—¡Por los clavos de Cristo! Don Joselito, no olvide usted lo que era aquella chirlata. El más infeliz de los puntos se la diñaba al autor de sus días.
El Pollo de los Brillantes sacaba la panza señorona, jugando con los dijes de la cadena:
—Abusó usted indignamente de mi confianza.
Don Teo esbozó una sonrisa de conmiseración:
—¡Dos duros! ¿Y cuántas veces no me he ganado la laureada?…
—Con matones figurados.
El narigudo vejete lanzó una salivilla por el canto de la boca y se limpió con el borde del quepis:
—Don Joselito, no olvide usted que un servidor va a todas partes.
Don Joselito rio con soflama:
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.