Will el del Molino

Robert Louis Stevenson


Cuento



EL LLANO Y LAS ESTRELLAS

El molino donde vivía Will con sus padres adoptivos estaba en un valle muy hondo entre bosques de abetos y grandes montañas. Por detrás se alzaba una cumbre tras otra, algunas tan altas que en ellas no podían crecer los árboles y se erguían desnudas contra el cielo. Más arriba, había un pueblo largo y gris que parecía un jirón de niebla prendido en la colina boscosa, y, cuando el viento era favorable, el sonido de las campanas de la iglesia bajaba claro y argentino hasta donde estaba Will. Por debajo, la pendiente se volvía más pronunciada y el valle se ensanchaba por ambos lados; y desde un altozano que había cerca del molino, era posible verlo en toda su longitud hasta más allá de la ancha llanura, donde el río se retorcía y brillaba y avanzaba de ciudad en ciudad en su largo viaje hacia el mar. Daba la casualidad de que por aquel valle discurría un paso entre dos reinos vecinos, de manera que, a pesar de ser muy tranquilo y rural, el camino que corría a lo largo del río era, en realidad, una concurrida carretera entre dos sociedades espléndidas y poderosas. Durante todo el verano, los carruajes pasaban junto al molino arrastrándose cuesta arriba o descendiendo bruscamente hacia el valle; aunque, como la ascensión era mucho más fácil por el otro lado, en realidad el sendero solo lo frecuentaban quienes iban en la otra dirección, y, de todos los carruajes que veía pasar Will, solo uno de cada seis trepaba por la pendiente mientras que los otros cinco bajaban a toda prisa hacia el valle. Y aún era más así en el caso de los que viajaban a pie. Tanto los turistas ligeros de equipaje como los buhoneros cargados de extrañas mercancías, todos seguían el curso del río. Pero no acabó ahí la cosa, pues, cuando Will era todavía un niño, estalló una guerra desastrosa en gran parte del mundo. Los periódicos no hablaban más que de victorias y derrotas, la tierra resonaba bajo los cascos

Fin del extracto del texto

Publicado el 28 de febrero de 2017 por Edu Robsy.
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