Libro gratis: Los Niños
de Roberto Payró


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Cuento


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Los Niños

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Este texto forma parte del libro «Novelas y Fantasías».

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Fragmento de «Los Niños»

¿Por qué los niños no siguen siempre siendo niños? ¿Por qué sus ojos resplandecientes hoy de alegria, irán perdiendo poco á poco su brillo, hasta convertirse en los ojos graves del hombre que lucha en la terrible batalla de la vida?...

¡Ángeles adorados, yo soy vuestro amigo! ¡Ah! no creais —porque os miro con los ojos tristes— que estoy descontento de vosotros. ¿Qué podréis haberme hecho que cause mi disgusto, si sois tan buenos como lo era yo en el tiempo en que mi madre besaba mi frente pura y tersa, en el tiempo en que yo respetaba á los hombres, con cierto respeto temeroso, calculando sus conocimientos por las hebras de su bigote? ¿Qué podréis haberme hecho, si sois mi alegria, si, al veros, olvido mis pesares, si, al rodearme, levantáis entre el dolor y yo una, portentosa muralla?...

Y, sabiendo todo esto, no espero á que se reunan conmigo; los busco porque los amo, porque me consuelan, porque vienen á probarme —cuando más dudo— que aún existe la pureza sobre la tierra, donde se cree perdida para siempre. Los busco, y al encontrarlos me olvido de mi edad, y quisiera correr con ellos á través de los campos, trepar á los frondosos árboles, entregarme, en fin, á todos sus bulliciosos juegos; para tornar en seguida con la ropa desgarrada y el corazón contento, como vuelven ellos después de sus agitados paseos... Y se esplica esto por el misterioso encanto que tienen esas horas de la infancia, en que se vé todo sin darse cuenta de nada; en que no se conocen el cansancio ni el hastío; en que se sueña con seres portentosos, con inexplicables fantasmas, con el gnomo que vela en el arruinado castillo, con la bruja que, á la noche, cruza cabalgando en un vestíglo la negra extensión del cielo cubierto de nubes, para ir á formar parte en algún aquelarre diabólico, en algun Sábato infernal... ¿Qué causas avívan nuestra imajinación durante los primeros años, y nos hacen creer en cosas imposibles; lo infinito en la maldad y lo infinito en la perfección, la bruja y el hada, el ángel de la guarda y Satán, el cielo y el infierno? La falta de estudio y de exámen: el niño, en medio de esa inmensa sala de disección que se llama mundo, encuéntrase turbado, inactivo en presencia de sus casos innumerables, enfrente de sus instrumentos desconocidos, y prefiere forjarse una humanidad, quizá mejor que la verdadera, pero no por eso menos inexacta. Porque los niños son poetas, son creadores. Aman la flor, la mariposa, el sol ardiente, la luna melancólica, la estrella que titila semi-perdida en el azul del cielo. Pero los aman á su modo, creyéndolos algo que no son: por eso, cuando han alcanzado la flor deseada, arráncanle una á una sus olorosas hojuelas; cuando la mariposa —enamorada de ellos quizas— se deja tomar por sus tiernas manos, encuentra en ellos un verdugo; por eso el juguete queda pronto hecho pedazos, todo por ver lo que tiene dentro!.. He aquí la gran batalla: lo real contra lo ideal. El niño —poeta— siente también destrozársele el alma, al palpar la reali­dad de la vida!...


4 págs. / 8 minutos.
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Publicado el 28 de octubre de 2020 por Edu Robsy.


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