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La duda, inseparable compañera de los espíritus cavilosos y atormentados por inmortales deseos, que jamás podrán ser en la tierra satisfechos, la impiedad que hace presa en ánimos sin duda más osados é inquietos que serenos y reflexivos; el fanatismo que toma asiento en cerebros enfermos, haciéndoles ver todo bajo la amenaza de eternos tormentos y al resplandor de sangrientas hogueras, parece como que ese dia dan tregua á sus insidiosas inspiraciones, y se esconden temerosos en los antros en donde fueron creados, dejando que todos vayan con la sonrisa en el labio y cierta paz relativa en la conciencia á cobijarse bajo los ramos de palma, de oliva y laurel, que manos juveniles llevan al templo para que sean allí solemnemente bendecidos.
Al ver aquellos movibles bosques que invaden plazas y calles; aquellas alegres muchedumbres que van y vienen con la animacion propia del que marcha en busca de lo que encontrar espera y desea, las gentes piadosas llegan á imaginarse si el Redentor del mundo, si el divino Salvador, no irá á aparecer, de nuevo en la tierra tal cual se apareció á los hijos venturosos de la Judea, y sienten llenarse de júbilo sus entrañas. No hay, por lo ménos, quien no se deje arrastrar por aquellas oleadas de campesinos que de las aldeas y comarcas vecinas acuden en masa á la ciudad, llevando en su mayor parte, animado el rostro por cierto espíritu de fe que presta carácter y perfecto colorido á aquellos hermosos cuadros, que, á semejanza de los que la naturaleza presenta en cada estacíon del año, nunca dejan de ser nuevos, pese á su vejez, ni agradables por más que sean eternamente repetidos.
7 págs. / 13 minutos.
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Publicado el 1 de agosto de 2019 por Edu Robsy.
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