Descargar ePub «Un Certamen de Insectos», de Rosario de Acuña

Cuento


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  Cuento.
24 págs. / 43 minutos / 219 KB.
29 de agosto de 2019.


Fragmento de Un Certamen de Insectos

Llegó al claro de sol la libélula o caballito del diablo, y ¡allí fue ella! ¡Qué de giros y revoloteos con sus alas, que parecía de acero labrado con oro! Venía dando vueltas, y subidas y bajadas, como si estuviese prendida por un hilo invisible; traía sus largas patas prontas a posarse sobre el borde de alguna espadaña, junco o cañizo de los que crecen al lado de las fuentes y arroyos, que es donde le gusta ponerse, lanzando de todo su cuerpo destellos azules y verdes. Trabaja mucho la libélula en favor del hombre, porque ella se come todos los insectos pequeñitos que caen entre sus mandíbulas, armadas de cinco fuertes espinas; de modo que se puede decir que es una especia de ave de rapiña del mundo de los insectos. La libélula también vive de tres maneras, y de las tres maneras es útil al hombre: a lo primero son larvas que salen de los huevecitos, puestos por las hembras en los estanques y charcas; así que sale del huevo la larva, comienza a devorar insectos, para lo cual tiene un labio muy largo, muy largo, terminado por un par de sierpecitas, con las que coge su presa; mientras vive siendo larva, tiene el cuerpo gordo y robusto, la cabecita muy aplastada, y nada de alas ni de patas, siendo tan feísima de larva como es bella cuando es grande: así vive un año. Después se hace ninfa, que es como si dijéramos joven, y entonces empiezan a nacerle las alas, y para llegar a ser persona formal tiene que perder su piel, o, por ejemplo, desollarse, para lo cual se pone al sol hasta que la piel se le resquebraja y se le abre por la mitad, y entonces sale volando y deja de ser ninfa para ser completa libélula; cuando es macho, pardo rojiza, y toda ella rayada de amarillo cuando es hembra.


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