Descargar PDF «Don Opando, o unas Elecciones», de Serafín Estébanez Calderón

Cuento


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46 págs. / 1 hora, 22 minutos / 195 KB.
20 de noviembre de 2020.


Fragmento de Don Opando, o unas Elecciones

Al llegar aquí, D. Opando desbarató su lente prestidigitador, y comenzando a buscar papeles en aquel mar de ellos que le anegaba, sacó algunas apuntaciones que ordenadamente guardaba bajo cierta carpeta cruzada con balduque, y prosiguió:

—Aquí tenéis, palomos míos, el negociado electoral, con todas sus entradas y salidas, usos y servidumbres, buenos accidentes y mataduras. Este distrito compondrá 1,578 votos. D. Antonio Cañizares el mayorazgo, tío de D. Paco, dispone de 300 electores piantes (los llamo así porque este es gremio muy pedigüeño en el pueblo de Cubáscula); el cuñado de D. Raimundo, D. Cosme, juega al boliche con sus 200 tiburones de Zambrostenes, y los apellido así porque es necesario matarle a cada uno un carnero y molerle un medio cahiz para que vote en razón; en el partido de los Molinos, que habrá sus 90 votos, toda la dificultad en asegurar estos aguachirles está en que D. Alfonso, el suegro de Don Bruno, deje correr en los meses mayores las aguas que no necesite para sus riegos, aguas que, como todos sabemos, tienen con los bienes de propios sus dares y tomares. D. Bernabé de Zúñiga, memorable abuelo de D. Tadeo, en su nueva población de Hispuda nos puede agregar 150 votos muy redondos de aquellos labriegos de las nuevas roturaciones, y los llamo redondos por lo sin malicia que son y la candidez casi de idilio con que cumplen lo que ofrecen. Ahora bien: si estos 740 votantes que en limpio sacamos, se añaden con los 30 ó 40 de los colonos y parientes continuos del mismo D. Veremundo, y los 15 ó 20 que cada cual de mis cuatro oyentes pueden procurar, tenemos en Aritmética, más clara que la de Vallejo, no sólo en empatada, sino vencida la elección. La batalla en este punto, llego yo con mi pequeño refuerzo de 60 electores que, aunque de vida algo airada, votan como unos pontífices, aprovechando sus sufragios como misas de Pascua al favorecido, sin que por eso se vea en la obligación de darles otras mercedes en pago que algunas recomendaciones a los jueces de primera instancia, a las Audiencias u otras autoridades de S. M. Éstas muchas veces los toman entre ojos porque ellos quieren tomar barato el tabaco o la sal o niñerías del propio jaez, que yo a veces las deshago y desvanezco con mucho agradecimiento de estos infelices perseguidos que me sirven en tales ocasiones.


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