Un Rey Destronado

Silverio Lanza


Cuento


(En el manicomio)

Su majestad el Rey ha tenido visita por la mañana. A la hora de la comida asegura á sus compañeros que le han visitado la familia real y el presidente del Consejo.

—Volveré pronto á palacio.

—¿Por qué no? se dice uno.

—Cosas de este pobre hombre, opinan los restantes.

Su majestad llega á la huerta y enciende un cigarro puro. Los locos le rodean.

—¡Qué aire tan distinguido tiene usted!

El rey no contesta.

—¡Qué buen tabaco fuma vuecencia!

El rey sigue impasible.

—Señor: Si V. M. se fatiga, yo chuparé.

—Después: cuando me queme los dedos.

Y todos los locos piensan en lo que harán para conseguir la colilla.

El rey está en un banco elevado á trono, y sus vasallos le rodean. Hay algo extraordinariamente majestuoso en la apostura de aquel fumador y en el humo que rodea su cabeza.

Y después, cuando ya se quema los dedos, apaga el puro restregándolo contra el trono, enseña la colilla á sus cortesanos, y dice:

—Para picarla mañana.

Y se la guarda en un bolsillo.

Los locos se esparcen por la huerta.

—¿Y el rey?—pregunta un demente que acaba de llegar.

—Ya no lo es.

—¿Por qué?

—Porque apura la colilla.


Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.
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