GLORIA EVANS- ABSTINENCIA DE ISRS:-LA RESOLUSIÓN DE UN ASESINATO-

La resolución de un asesinato

Skein Duvan Rivas Valencia


#Literaturanegra, #policial.


Un fatídico dictamen, el agujero negro de todo acusado, cada centímetro de huella forrando mis manos, el infierno abrasador que me consumía las vísceras, el monstruoso hecho manchado en una memoria falsa, las lágrimas desbordantes de mi inocencia, nefasta vida encadenada a mis muñecas, un destino que no merecía, tal vez es interminable el sentimiento de la culpabilidad, toda la mierda mancillada en mi predicamento, en mi placa y en la desordenada ira fracturada en el saboteo de mi investigación, la ofuscada evidencia que me convirtió en el asesino, las sospechas, la persecución del verdadero asesino escondido en las sangrientas sombras de la oscuridad, no dejaron terminar mi trabajo. Cómo  terminé siendo el culpable, si siempre he sido inocente y fiel a mi juramento, a la justicia, pero fui el lobo que se tragó a la abuela y a la niña de capa roja, y el héroe fue quien desgarró mi vientre salvando a las víctimas, ese héroe fue el maldito lobo que se quedó con todo, con mi vida, mi trabajo, mi reputación, la justicia y las inocentes vidas que murieron por sus propios garfios. Miserable rata que supo librarse de su trampa, y fui yo, quien cayó en la ella. Nadie me dio explicaciones, sólo existía una supuesta evidencia muy clara, donde yo era el asesino, acompañado por un cómplice, rodaron el video, pero, esa evidencia nunca llegó a mí, es una locura. Mis derechos nunca se cumplieron y fui encarcelado.


La cinta policial no dejaban de cruzarse, toda la casa hizo parte del crimen, el calor nauseabundo era el fresco grito de la desesperación y un auxilio que se desmoronó en la sangre y la expresiva mirada de la muerta, nadie más existe, sólo aquel silencio, un par de guantes negros y una pistola con silenciador, y el peor depredador antes de cualquier asesino o demente, la mente sensible de los que padecen.


Gloria Evans, 32 años de edad, madre de dos gemelas, una de ellas ciega. Su nombre era belleza pura desbordada en sus ojos intensos color miel, sus abundantes pestañas negras, su piel nacarada con pecas y lunares en su cuerpo indecible y perfilado, el sublime rojo natural de sus labios tocaban algunos delgados hilos negros de su cabello libremente suelto, aunque era ciega, no dejaba de ser bella. 

La foto indescriptible de esa mujer, una sensación casi eterna que circuló por mi sangre e inundó de universos y constelaciones mi cabeza, jamás había visto tanta belleza en una mujer. 



SEIS AÑOS Y TRES MESES DESPUÉS 


Estoy tras las rejas, seis años esperando que capturen a mi supuesto cómplice, y no dejo de leer, ver su fotografía y hacerme preguntas, dudas y escasas respuestas impertinentes. Soy un fallo y un despreocupado, las noches que no pude dormir, debí dejar los antidepresivos y dedicarme desesperadamente a un caso que me marcó indudablemente, obligado a encontrar sus hijas de un destino repugnante, pero los lugares concretos se acabaron, se me agotaron las opciones, se me agotó el tiempo y no pude salvarlas, mi cuerpo y rostro desaliñados muestran mi naufragio, qué  más puedo hacer, me pregunto cada día, no  dejo de pensar  en sus hijas, qué rayos les estarán haciendo… tal vez ya estén muertas y enterradas. Mi llanto y flaqueza me acercan más a mi muerte.  

Esta  es la mente de un señalado inocente de hechos terribles, esta es la reacción de un policía que llevaba un caso que no pudo terminar, que terminó siendo el culpable, esto es ilógico, atormentador. Me llamo Marcos, ex policía del departamento de operativos e investigación de mi nación, una nación de justa ley, pero manipulada por soberanos y déspotas de la paz.


MI ESCAPE...

Gil Martinez, guardia de seguridad de los recluidos y mi salvavidas, su turno comenzaba a las 6:00 p.m., ocho años de servicio en la cárcel distrital, buena apariencia, fisonomía un poco robusta, fácil de simular con mi rostro, de confiada personalidad, gestos de opresor, encorvado de costumbre y un caminado un poco abierto de piernas, 48 años de edad, se fumaba unos cuatro cigarrillos durante el turno de media noche, un vocabulario descortés y en ocasiones obsceno, operado de la nariz recientemente, como de costumbre mordía un cerillo después de fumar, no le intimidaba calentar a unas cuantas funcionarias del sector humanístico de la cárcel distrital. Recuperé la masa muscular necesaria, el fuerte y disciplinado ejercicio mental y físico hacían parte de un escape que esperaba positivamente, el corte de cabello, el bigote y la barba con un mismo acabado me llevarían a cumplir mi propósito. Tenía que escapar, recuperar mi inocencia, encontrar a esas niñas y capturar al asesino con específicas evidencias. Matinez era  un poco descuidado con las llaves de la celda, solo las cargaba en momentos de ligerezas. Mi suerte estuvo en la poca consideración del jefe de policía, se suponía que era temporal mi encarcelamiento en esta zona, me llevarían a un reclusorio estimado de mediana seguridad, pero mi historial y mi tiempo trabajando con una buena reputación me salvaron, ya estaba acostumbrado al ambiente de esta cárcel, al personal de trabajo, técnicamente los conocía como la palma de mi mano, seis años me fueron más que suficientes. La información reunida se completó gracias a la costumbre, un término estratégico y silencioso, me convertí en el vigilante de más rango en ese lugar, esperando el momento. 

Un instante oportuno; como de costumbre él llegaría con la cena, la comida era muy buena para ser un preso. 6:30 p.m., -Hola ratita justiciera, llegó la hora de comer- dijo con su ironía repulsiva. Las acciones que tomé desde ese momento decidirían mi próximo destino, la lucha por mi total justicia. Un fuerte golpe en la nariz lo haría decaer, para mi suerte era uno de los puntos más  débiles del Sr Martinez, tras haberlo estudiado por tanto tiempo. Comenzó a sangrar, el tiempo era corto, tomé las llaves y sin pánico encontraría la llave de mi celda, después de que abrí la celda me cambiaría de ropa, de prisionero a guardia de seguridad, minutos, tal vez menos me quedaban y siendo consciente de los riesgos. Le inyecté un sedante, el mismo que guardé antes de ser llevado a la cárcel. Vacié la botella de ron que tenía bien guardada por el lavamanos y me senté como si nada. – ¡Hola!-dijo ella como de costumbre, pícara y asaltante a la hora de saludar-. Mientras encendía un cigarrillo, con la gorra inclinada y la mirada baja, comenzaría la actuación de mi nueva personalidad, el nuevo Sr Martinez. –Ahora no Sara, no ves que estoy ocupado hoy, tengo que entregar estos reportes hoy mismo, después te cogeré con gusto-respondí gruñonamente ascendiendo un poco la mirada-. -¿Por qué tan tenso?- masajeandome los hombros y susurrándome suavemente al oído-. Saqué del cajoncillo la botella vacía, la mostré levemente, me levanté, me hice tras sus espaldas y le mordí mansamente la oreja mientras la sentaba en la silla, diciéndole con la voz un poco robusta: iré por unos tragos, espérame aquí. Se excitaba cuando le rozaba el bigote por su cuello, así que dócilmente cruzó las piernas y esperó. A medida que cruzaba los pasillos y doblaba las esquinas, la nariz rota del prisionero Martinez tocaba la pared, su sangre comenzó a bajar como una línea que me perseguía sin saberlo, lo único que no copié fue su tatuaje de león situado en su nuca. A Sara, una hermosa joven de ojos intensos y de cabello lacio rubio, era fácil hacerla enojar ya que en su pierna derecha tenía un lunar de unos seis centímetros de largo, pero su belleza era malvada, le causaba gracia tirarme un vaso de agua cuando dormía, pero esta vez no sería yo quien recibiría el chapuzón, el sedante era de largo sueño así que ella notaría algo extraño, al fin detallaría el tatuaje, al fin estaría yo en un auto saliendo del parqueadero con una identificación falsa. 

En unas pocas horas comenzarían a buscarme. Mi primer encuentro sería con los archivos del caso, desde el primer reporte hasta mi  acusación, me toparía con tres cosas inesperadas: 1. El cuerpo de Gloria Evans fue parte de una explosión imprevista, murieron tres operarios de Medicina Legal y dos policías, mientras llevaban su cuerpo para su investigación, 2. El caso seguía abierto y 3. El Sr. Richard a quien consideraba como mi padre resultó siendo víctima de la explosión. La congoja me invadía, que indefenso lo dejé, a la deriva, terminó siendo sacrificado, un mar ansioso por sangre esperó su vida... después de seis años encarcelado me siento culpable por primera vez. Por qué, por qué no me avisaron de lo que pasó, al menos tenía el derecho de darme cuenta, todos sabían que yo era muy cercano al Sr. Richard, ¡¿Por qué rayos… nadie me avisó?! Los compañeros que creí mis compañeros, aliados y amigos, todos me han abandonado. Ahora soy nada buscando un algo que se esfuma lentamente frente a mí; JUSTICIA.

10:00 p.m. Estaba parado allí, recordando el primer momento que entre por la puerta principal del caso. Una cámara fue hallada mientras el caso se vio abierto y estuvo a la espera de mi regreso. Todos me buscaban, me sentía como un perro enjaulado. Me rapé la cabeza, me quite la barba y el bigote, me introduje un arete negro en mi oreja derecha y me pinte el borde de mis ojos y mis uñas de negro, una pulsera en cuero con taches y unas cuantas cadenas de cuello y una gorra negra, creo, serían suficientes, necesitaba sentirme un poco con más libertad y para terminar mi nueva personificación pondría en mi hombro izquierdo una grabadora con música metal. No me podía dejar desvanecer tan fácilmente, sólo un intento como peón para recuperar mi reina y hacer jaque en este sombrío juego de ajedrez, era mi única oportunidad. 

Dicen que la verdad hace libre a las almas que se ven atadas a un pasado, un acto o varios. Pero para mí fue una maldición.

1:30 a.m. la evidencia fue la resolución. 

SÍ, SOY CULPABLE, TODA LA EVIDENCIA ESTÁ JUSTO ENFRENTE DE MÍ. En la reproducción del video soy yo el que la asesina.

 ¿Soy yo, ese soy yo? Pasmado y desconcertado. 

Y lo escuché hablar, era la voz del Sr. Richard que estremeció mis vértebras (Vine aquí, a su casa para hallar pistas, pero al parecer en este mismo lugar se resolvería el caso), y de su boca se desenlazó mi media vida y la raíz de un fruto excomulgado por muchos:

(SR. RICHARD).

Tu madre se llamaba Rosa Evans, era ciega, sufría de una enfermedad ocular genética y degenerativa conocida como retinosis pigmentaria además de tener problemas psicológicos, heredados por una cadena de antecesores con la misma maldición, aun así, me enamore absurdamente de ella, su belleza era única, una joya rara en su familia, nunca supe de sus enfermedades, claro, su ceguera fue muy evidente, pero no me importó, trató de llevar una vida normal por muchos años, creo que lo hacía por mí, la amaba como a nadie en la tierra, porque siempre fue perfecta para mí. Después naciste tú, un joven muy inteligente, no te has preguntado por qué ese semblante de cuento, el color de tu piel, tus labios y sonrisa, al igual que ellas, tus hijas, las niñas que desaparecieron antes de que se abriera el caso, sé que tienes muchas preguntas que te enloquecen, pero soy el único que te puede dar todas las respuestas. Tres años después de tu nacimiento, nació tu hermana GLORIA EVANS, quien soltó la misma enfermedad de tu madre en su niñez. 

El 27 de febrero de 1999, tu madre sufrió una crisis en donde tuvo que ser internada por 23 días, esa época fue la más dolorosa para mí, pero la curiosidad, fue la misma ingenuidad que mató al gato con solo una vida en sus manos; te vi, vi al joven de tan bello semblante, tan sano y vivo, la perfección que tal vez rompería la cadena de enfermedad que por tanto años azotó a 4 generaciones, al principio me atormentaban los riesgos, existía la probabilidad de que empeoraría la situación. El día 22 de internación no la visité, me la pasé tomando y pensando, la noche de ese día sufrió de un derrame y murió, me llamaron 8 veces pero te lo juro, no escuche el maldito teléfono. El 22 de Marzo de ese mismo año traté de dispararme los sesos unas horas después de enterarme de la muerte de tu madre. Su felicidad siempre fue la mía, pero su muerte fue mi desgracia. No me pude volver a enamorar aunque lo intentara, quizás estuve atado a ella antes de conocerla. Me encargué de ustedes dos, Gloria Evans y Daniel Torres Evans, tu verdadero nombre. A tus 18 años comenzarías a aflorar los genes psicológicos de tu madre, esa sensibilidad emocional y mental que se volvieron perjudiciales desde que te enamoraste de esa tal María, pensaba que el amor reconstruiría nuevos genes que romperían la cadena de tu madre, pero fue un amor no correspondido, pasaste por una mala experiencia y tu perfil psicológico decayó de una forma anormalmente rápida, pude notar tus cambios, primero fue la falta de concentración, después los cambios de humor, el exceso de sudoración, más tarde llegarían los dolores de cabeza y posteriormente el insomnio, podía ver cómo te torturabas, te enfermabas cada vez más, pasaste por los mismos controles médicos que tu madre, los antidepresivos y los sedantes te mantenían controlado, pero unos años más tarde desencadenaste el mismo Síndrome de tu madre (Síndrome de abstinencia de ISRS), te declararon con amnesia temporal, para cuando despertaste tenías 21 años, ya eras padre, tu hermana quedó embarazada a los 18 años de dos niñas muy hermosas, el yugo que me culpaba cada vez que me veía sonreír al lado de un hijo que no me conocía. Cumplí mi mayor curiosidad, pero los resultados fueron los mismos, una de las niñas heredó la ceguera de tu hermana, fotosensible. 

Yo te construiría una nueva vida; borré, quemé tus antecedentes clínicos, tu perfil psicológico y tus exámenes de la policía, te di una nueva identidad, nada que dejara en evidencia tu pasado, me hice tu amigo, me consideraste tu padre, y sí, lo he sido siempre, pero, cuando noté la visión de la enfermedad recorriendo cada generación, sin cura, te obligué a coger el arma y matar a tu hermana, a mi hija, pero tuve compasión de las niñas y las dejé vivir. Yo siempre fui tu sombra, yo controlaba tu mente DANIEL, la fluoxetina te daba una vida normal, esta nueva medicina te cambiaría la vida, por qué crees que te daba la medicina para que durmieras, nunca sospechaste de mí por la misma razón de que te sentías bien, la confianza es una de las peores asesinas. Convencí a mi nieta Sara, la misma que tiene su cicatriz de nacimiento en la pierna, ella no sufría de ceguera, así que fue perfecta pieza en mis planes, ella reclamaría esta casa tras dejarla en mi testamento como legítima heredera, le pagué a Martínez su silencio sobre mi falsa muerte, no fue nada sencilla, él le conseguiría un puesto a Sara, con un cambio de cabello y una identificación falsa en la policía, sabotearía parte del caso. Nunca le di mi apellido a tu hermana y esposa, la borré de todo registro, la vida es un negocio en las manos de la corrupción, del dinero; todos caen a sus pies y mueren en sus pies como ratas, la aparté de la ciudad y así la mantendría económicamente y lejos del mundo que la alcanzó a conocer, pero no se merecía una vida encerrada, otra razón por la cual te conduje a matarla. Tengo 60 años y ya comienzo a sentir el verdadero peso de mis actos,  no he logrado nada con todo esto, solo más dolor. Ahora me ves como tu enemigo, si quieres matarme, es el momento, no merezco tu perdón, quise lo mejor para ti, pero lo agravé, mis hechos han sido peores que las enfermedades recorriendo nuestra historia, nuestras vidas y más allá. 


DANIEL EVANS:

De mis dedos, las gotas de sudor besaban el suelo mientras se unían con lágrimas exuberantes, comenzó la angustia en mis venas, la detonación de una red de minas en mi cabeza, un cráneo fracturado y los genes de una enfermedad que me hizo olvidar los detalles de mi niñez y adolescencia, la sangre ardía en mi cuerpo queriéndolo consumir, la ira se liberó por todo mi ser, mis fuerzas y mis gritos enfurecidos destrozaban todo, mientras recordaba cada hecho plasmado en las huellas de mis manos. 

Colapsé.

5:30 a.m. Sara escuchó todo tras haber llegado un tiempo después que Daniel. Martinez enloqueció al ver que todo se descubrió, los amenazaba con un arma mientras que reclamaba una alta cantidad de dinero, Sara lo enfrentó, tras el duelo, ella recibió un disparo en su cadera, Richard fríamente y sin ánimo de vivir apuntó a la cabeza de Martínez, quien cayó soltando la avaricia por su frente. Richard le mencionó a Sara sus últimas palabras: “Corre, llévate a tu hermana y a tu padre, lleva el dinero que puedan y recuperen la vida que yo les arrebaté.”

Del interior de la casa una bomba estalló, la muerte fue irrevocable.


5:59 a.m. Alcé las sábanas y una joven durmiente me abrazaba. 

Pero, ¿quién manejaba la camioneta? Sara, que cayó en la misma red que yo, el engaño de mi padre. Con llantos en sus ojos, sonreía. 

La casa de mi padre voló, las reñidas llamas ardieron junto con él y Martinez. 


Huyeron de la tragedia, pero, Daniel y Sara no escaparían de la oscuridad que crecía en sus vistas.



“La oportunidad que nunca nos damos aunque no nos veamos salvos, es que podemos comenzar de nuevo.”

[SkeinD.]


















Publicado el 3 de mayo de 2020 por SKEIN.
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