Libro gratis: Corto poema de María Angélica
de Horacio Quiroga


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Corto poema de María Angélica

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Fragmento de «Corto poema de María Angélica»

No nos deteníamos en el centro, pasábamos a lo largo de las joyerías incendiadas de luz, los grandes bazares que dejaron las vidrieras abiertas. Las fachadas, oscuras en lo alto, se aclaraban en bruscos efectos de color; los edificios parecían animarse como faros vibrantes, bajo la violencia de su reclamo. La multitud, entonces más aclarada, nos permitía avanzar con holgura, y Doralisa ya no recogía sus faldas. El centro brumoso de luz voltaica quedaba detrás nuestro; y en pos de una hora de marcha, al dejar a las cuatro hermanas en su casa, nos volvíamos para ver cruzar sobre el fondo negro del silencioso arrabal, las ventanillas iluminadas de un tramway eléctrico.

VIII

Otras veces íbamos a las carreras; en el Velódromo tomábamos seis sillas juntas para poder comunicarnos sin levantar la voz. El portland tenía a nuestra vista una blancura muerta, especie de serenidad aprendida, como una tierra que hubiera conocido el peligro —durante millares de años— de una inminente descomposición. La estrecha cinta negra, en el circuito interior, desenvolvía su curva irremediable; la pista rasa, sin un recuerdo de vitalidad, parecía haber asimilado en su locura la calva de los grandes corredores. Asombrados, seguíamos a éstos en su negligente paso de jóvenes atletas, sonriendo sobre los manubrios caídos, la marcha lenta al principio, los ojos soslayados y ya serios, la primera vuelta, las alternativas de posición, los labios contraídos de pronto, y el embalaje como un rayo, la desbandada, la espantosa velocidad de las máquinas, el vértigo de los virajes, la recta devorada en cuatro segundos, ya estaban lejos. Doralisa me hacía preguntas. Y yo le decía: ¿Ves?, aquel pequeño que oprime sus riñones se llama Singrossi; aquel otro que continúa marchando, trigueño y que parecería débil si no fuera tan esforzado, se llama Tommaselli; ese muchacho de sonrisa irónica cuya camiseta tricolor habla de Francia, es Jacquelin; y más allá aún, aquel corredor galante que hace señas a su amiga, derrotado muchas veces por motives (sic) de amor, se llama Grogna.


20 págs. / 35 minutos.
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Publicado el 25 de enero de 2024 por Edu Robsy.


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