Libro gratis: Dioses
de Emilia Pardo Bazán


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Cuento


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Dioses

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Fragmento de «Dioses»

El día fatal ascenderían a divinidades. Ichel se revestiría con los atavíos de la diosa del agua; Tayasal, con los del dios. No cabía nada más honorífico para esclavos que respetaban a las deidades, aun cuando no fuesen las que desde niños adoraban con temblor fanático. Frecuentemente hablaban de cómo pasarían la fiesta, mil veces oída describir. No se trataba de una solemnidad guerrera, sino agrícola. Las aguas estarían entradas ya; las sementeras, crecidas y con mazorcas. Los sacerdotes, a la aurora, irían a quebrar cañas de maíz y clavarlas en las encrucijadas; las mujeres acudirían con ofrendas. Por la mañana también, una niña, vestida de azul, sería llevada, entre cánticos y música, al centro del lago, en ligera canoa, y allí, con fisga de descabezar patos, la degollarían, arrojando a las ondas rosadas por su sangre el corpezuelo y la destroncada cabeza. En cada vivienda, los instrumentos de labranza, en trofeo, se verían engalanados con ramaje y adornados. En ríos y fuentes se bañaría la mocedad; en las plazas danzarían los señores, llevando en la diestra una caña, en la siniestra una cazuela de fríjoles y maíz cocido; la plebe, de puerta en puerta, mendigaría el mismo plato, la abundancia que el agua produce y asegura... Y mientras tanto, los dos esclavos, Ichel y Tayasal, diademados de oro y perlas, encollarados de oro con pinjantes de esmeraldas, vestidos de túnicas y mantos delicadísimos de plumas que reverberan como esmalte, perfumados, embriagados por continuas libaciones de zumo de maguey, danzarían entre las aclamaciones delirantes de la multitud, sin notar que el sol caía y que la terrible luna, sedienta de sangre y dolor humano, iba señalando con su majestuoso curso el instante del suplicio. Hasta el género de muerte les era notorio: víctimas civiles, de paz, no les abrirían el pecho con la rajante hoja de obsidiana, para sacarles chorreando y palpitando el corazón; se limitarían a reclinarlos en un hoyo y cubrirlos de tierra —la bendecida tierra que produce el maíz y que el agua fecunda. No pasaría más..., y habrían sido dioses, tan dioses como los ídolos que en el escondido santuario oían preces y recibían humo de gomas exquisitas...


4 págs. / 7 minutos.
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Publicado el 28 de octubre de 2020 por Edu Robsy.


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