Libro gratis: Dos Cuentos Orientales
de Gérard de Nerval


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Cuento


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Dos Cuentos Orientales

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Edición física


Fragmento de «Dos Cuentos Orientales»

Argeván frunció el entrecejo, y su ojo sombrío se iluminó con una fría sonrisa.

—¡Al Moristán, este loco que se cree el califa! —dijo desdeñosamente a los guardias.

En cuanto a Yusuf, había saltado ya a su barca, previendo que no podría defender a su amigo.

El Moristán, que hoy está contiguo a la mezquita de Kalaum, era entonces una vasta cárcel de la que sólo una parte estaba consagrada a los locos furiosos. El respeto de los orientales por los locos no llega hasta dejar en libertad a los que podrían ser nocivos. Hakem, al despertarse a la mañana siguiente en una oscura celda, comprendió rápidamente que no tenía nada que ganar poniéndose furioso ni afirmando ser el califa bajo unas ropas de fellah. Además, había ya cinco califas en el establecimiento y cierto número de dioses. No era pues más ventajoso tomar este último título que el otro. Hakem estaba demasiado convencido, por otra parte, por mil esfuerzos hechos en la noche para romper su cadena, de que su divinidad, encarcelada en un débil cuerpo, le dejaba, como a la mayoría de los Budas de la India y otras encarnaciones del Ser supremo, abandonado a toda la malicia humana y a las leyes materiales de la fuerza. Se acordó incluso de que la situación en que se había metido no era nueva para él. «Tratemos sobre todo —se dijo— de evitar la flagelación». No era cosa fácil, pues era el medio empleado generalmente entonces contra la incontinencia de la imaginación. Cuando llegó la visita del hekim (médico), éste iba acompañado de otro doctor que parecía extranjero. La prudencia de Hakem era tal, que no mostró ninguna sorpresa por esta visita, y se limitó a responder que un abandono al haxix había sido en él la causa de un extravío pasajero, y que ahora se sentía como de costumbre. El médico consultaba a su compañero y le hablaba con gran deferencia. Este último sacudió la cabeza y dijo que a menudo los insensatos tenían momentos lúcidos y lograban que los pusieran en libertad con hábiles suposiciones. Sin embargo no veía dificultad en que dieran a éste la libertad de pasearse en los patios.


165 págs. / 4 horas, 49 minutos.
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Publicado el 2 de julio de 2018 por Edu Robsy.


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