Arce es un severo patrón, implacable, salvo el día de su cumpleaños, que celebra con todos sus empleados y en el que se vuelve generoso, amable y comprensivo. Pero durante la última celebración suceden imprevistos.
Aldama, que según don Pedro Correa "estaba medio borracho desde el año que salió el cometa", trataba de consolar a la madre:
—Si tenía que perder la piernita —un camión se la había quebrado en
tres partes— casi lo mejor es que se haya ido —decía—... Moría angelito y
un angelito podía nacer otra vez...
La mujer seguía llorando sin oírle, y él, ya empujado por su propio pensamiento, seguía monologando:
—Se va un hombre y uno se da cuenta que se va... Una cosa tan grande como un hombre. Los niños no saben que se van...
Arce lo arrastró hacia un rincón.
—Cállese —le dijo—, está desconsolándola más.
Aldama seguía su cavilación llena de angustia. Cuando él se muriera
estaría todo terminado porque no tenía familia... Era una cosa que
terminaba terminantemente...
Arce le estaba diciendo a la mujer que había que consolarse. Que ella
era muy buena y trabajadora y que había hecho todo lo que había podido.
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Publicado el 17 de abril de 2025 por Edu Robsy.
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