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Edición física «El Tamborcillo Sardo»
El capitán dobló la hoja y dijo bruscamente, clavando sobre el muchacho sus pupilas grises y frías, ante las cuales todos los soldados temblaban:
—¡Tambor! —El tamborcillo se llevó la mano a la visera. El capitán agregó—: Tú tienes valor.
Los ojos del muchacho relampaguearon.
—Sí, mi capitán —respondió.
—Mira allá abajo —dijo el capitán llevándolo a la ventana—, en el suelo, junto a la casa de Villafranca, donde brillan aquellas bayonetas. Allí están los nuestros, inmóviles. Toma este papel, agárrate a la cuerda, baja por la ventanilla, atraviesa a escape la cuesta, corre por los campos, llega adonde están los nuestros, y entrega el papel al primer oficial que veas. Quítate el cinturón y la mochila.
El tambor se quitó el cinturón y la mochila, y se colocó el papel en el bolsillo del pecho; el sargento echó afuera la cuerda y agarró con las dos manos uno de los extremos; el capitán ayudó al muchacho a saltar por la ventana, vuelto de espaldas al campo.
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Publicado el 10 de junio de 2016 por Edu Robsy.
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