Libro gratis: Herbert West: Reanimador
de H.P. Lovecraft


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Cuento


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Herbert West: Reanimador

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Edición física


Fragmento de «Herbert West: Reanimador»

Y durante diecisiete años West anduvo mirando por encima del hombro, y quejándose de que le parecía oír pasos detrás de él. Ahora ha desaparecido.

2. El demonio de la peste

Jamás olvidaré aquel espantoso verano, hace dieciséis años, en que, como un demonio maligno de las moradas de Eblis, se propagó el tifus solapadamente por toda Arkham. Muchos recuerdan ese año por dicho azote satánico, ya que un auténtico terror se cernió con membranosas alas sobre los ataúdes amontonados en el cementerio de la Iglesia de Cristo; sin embargo, hay un horror mayor aún que data de esa época: un horror que sólo yo conozco, ahora que Herbert West ya no está en este mundo.

West y yo hacíamos trabajos de postgraduación en el curso de verano de la Facultad de Medicina de la Universidad Miskatonic, y mi amigo había adquirido gran notoriedad debido a sus experimentos encaminados a la revivificación de los muertos. Tras la matanza científica de innumerables bestezuelas, la monstruosa labor quedó suspendida aparentemente por orden de nuestro escéptico decano, el doctor Allan Halsey; pero West había seguido realizando ciertas pruebas secretas en la sórdida pensión donde vivía, y en una terrible e inolvidable ocasión se había apoderado de un cuerpo humano de la fosa común, transportándolo a una granja situada a otro lado de Meadow Hill. Yo estuve con él en aquella ocasión, y lo vi inyectar en las venas exánimes el elíxir que, según él, restablecería en cierto modo los procesos químicos y físicos. El experimento había terminado horriblemente en un delirio de terror que poco a poco llegamos a atribuir a nuestros nervios sobreexcitados, West ya no fue capaz de librarse de la enloquecedora sensación de que lo seguían y perseguían. El cadáver no estaba lo bastante fresco; es evidente que para restablecer las condiciones mentales normales el cadáver debe ser verdaderamente fresco; por otra parte, el incendio de la vieja casa nos había impedido enterrar el ejemplar. Habría sido preferible tener la seguridad de que estaba bajo tierra.


40 págs. / 1 hora, 10 minutos.
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Publicado el 29 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.


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