Libro gratis: Maleficio
de Emilia Pardo Bazán


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Maleficio

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Fragmento de «Maleficio»

Se consagró enteramente a él; le puso de externo en un buen colegio.

Le llevaba ella misma, le recogía al salir, se enteraba minuciosamente de sus adelantos, y los días festivos le divertía y recreaba, dándole un poco de placer, porque había estudiado bien toda la semana. No queriendo aislarle, le consiguió amiguitos, compañeros de colegio, a los cuales obsequiaba en su casa algunas veces con meriendas llenas de animación. De carácter algo metido en sí al principio, Andrés iba haciéndose confiado, expansivo y cariñoso. Acariciaba a su madre y la llamaba con nombres de humorística ternura. Y Julia era plenamente feliz. El maleficio se deshacía, se perdía en la sombra tétrica del pasado.

Julia había creído en el maleficio, no como se cree en lo concreto y real, que ven nuestros ojos, sino como se admite lo que allá en lo hondo de la sensibilidad va surgiendo. «Aquel perdido de Santés», sin duda, hacía mal de ojo: una serie de fatalidades. El mismo día de la boda de Julia murió de una hemorragia su padre; ella, al bajar la escalera del domicilio conyugal, sufrió una caída, y de sus resultas quedó algo coja; el niño nació hecho una miseria; se quedaron sin un céntimo… Hasta que falleció el aojador no cesó la persecución del Destino, todo cuanto había sucedido podía explicarse por causas bien naturales… Era hasta pecado suponer otra cosa. Y, sin embargo, Julia vivía bajo el peso de una aprensión, de un miedo constante. Este sentimiento indefinible y angustioso se hizo más intenso cuando Andrés, por natural efecto de la edad, comenzó a pedir un poco de soltura, a salir solo o con sus camaradas de Universidad, porque ya ciertas cortapisas no se explicarían y los muchachos, así que les crece un poco de pelusa sobre el labio superior, sienten menoscabada su dignidad si no son libres, si les sigue la pista su mamá. Y Julia hubiese querido seguírsela. Seguírsela a todas horas. No apartarse de su estela. Saber, al día y al minuto, por qué el estudiante tenía las mejillas más pálidas, las ojeras más amoratadas y hondas que el adolescente colegial…


4 págs. / 8 minutos.
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Publicado el 10 de mayo de 2021 por Edu Robsy.


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