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autor: Abraham Valdelomar editor: Edu Robsy textos disponibles


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La Tragedia en una Redoma

Abraham Valdelomar


Cuento


(Cuento simiesco)


Bajo la luz roja del quinqué, hablaba yo con "Aquel" que vive dentro de mí, de esta manera:

–Necesito un cuento –le dije.

–Mi querido Valdelomar, –repuso "Aquel"– voy a relatarle el que he visto...

Tu hermano te trajo, desde la fecunda lejanía del Madre de Dios, junto con la tortuga "Cleopatra" de que te hablara el otro día, unas flechas de chonta, vistosos collares de huesecillos, ricos atavíos de las Tahís montañeses y además, un mono...

Yo no he tratado muy de cerca a los monos, de quienes solo tengo referencias por Rudyard Kipling, quien los agrupa bajo el mote despectivo y genérico de los "vanderloog". Si bien es cierto que creía todo lo que de ellos apunta el poeta inglés, jamás mi alma fue enturbiada por la más leve aversión a tan ágiles pre-hombres, ya que los monos no son en el fondo sino trogloditas retardados. El mono de hoy será el sabio de mañana, así como el catedrático de hoy no es sino el mono de ayer...

–Ja! Ja! Ja! –le interrumpí...

–Además –siguió diciendo "Aquel"– este mono pequeño y juguetón, parecía conducirse tan bien! Sus mayores audacias eran subírseme al hombro por el codo, coger con delicado gesto furtivo una aceituna a la hora del refectorio, trepar a los muebles, cazar moscas y mirarse en el espejo. Cosas inofensivas y muy humanas, como ves.


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4 págs. / 7 minutos / 165 visitas.

Publicado el 5 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

El Cantor Errante

Abraham Valdelomar


Cuento


Chasca avanzaba silenciosamente por el borde de los sembríos. El cielo principiaba a oscurecer. El Sol habíase dormido sobre el mar lejano, y él debía estar en el Castillo entrada la noche. Tenía prisa para poder hacer la caminata en seis horas. Como tuviera que saltar muchas vallas, Chasca salió de los sembrados y se internó por su sendero poco traficado; sin embargo iba encontrándose en el camino con gañanes rezagados que caminaban a prisa, temerosos de llegar a sus terrados demasiado tarde.

Bien pronto tuvo que ocultarse para no encontrarse con un grupo numeroso que comentaba la cacería de Makta-Sumac. Los hombres acaloradamente discutían y hablaban de los destinos y de los oráculos, Chasca salió cuando hubo pasado el último quechua. Ya era de noche y el silencio reinaba en todo el Imperio. El viejo guerrero caminaba de prisa. Tenía que concluir el sendero y cortar luego hacia el lado del río, luego subir por el camino de la orilla hasta el puente y pasarlo, para internarse en el vallecito en cuyo fondo se elevaba el castillo del noble joven.

Al acercarse al río, principió a percibirse el ruido del agua desgarrándose entre los peñascales y, serpenteando entre ese ruido, un eco apenas perceptible, suave como un suspiro, el eco de una música lejana. Chasca no reparó; mas, a medida que se acercaba a la caja del río, las notas, entre el ruido rocalloso, se hacían más perceptibles. Era como un quejido sin reproches, un dulce lamento, un dolor supremo e inconsolable, que llegaba a los ojos y les robaba lágrimas, que se filtraba entre los huesos y abría el pecho a todos los dolores pasados.


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4 págs. / 7 minutos / 337 visitas.

Publicado el 1 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

Chaymanta Huayñuy

Abraham Valdelomar


Cuento


Donde se explica cómo el amor puede conducir al pecado; cómo la mujer incita al amor; cuánta tragedia existe en dos cuencas vacías y cuán noble es el Dolor aún en los más caídos. Y por qué no debe lucharse contra la palabra y el designio inexorable de los dioses.


Por la falda del cerro, bajo un moribundo cielo gris, al lado del abismo donde el río se debate, extiende su curva el gran camino del reino. Abajo, el valle exuberante pugna por ascender, y la policromía de los Andes floridos ciñe la morada solidez del cerro. Un viento de presagio, tempestuoso y frío, doblega los retoños del valle en oleadas viscosas. Los dos cerros se unen en el norte y sus faldas se juntan para dar paso al camino. Por aquel gran camino, que atraviesa abras y cimas, que bordea montes y que circunda valles, bajo la sombra amena y fresca de los molles, se va desde el Cuzco hasta Quito, donde los Scyris dominan aún. Aqueste camino recorre los más ricos y poderosos estados. Va a Huánuco, la ciudad de piedra, y atraviesa los encantados lagos. Sigue hasta Cajamarca, el fecundo valle predilecto de los Incas, cuando van a visitar el reino; desciende un poco y desde él se mira las portentosas maravillas del Chimú, luego va a perderse en las calurosas tierras del Norte, donde las mujeres son hermosas y esbeltas y tienen cutis blancos. Los mejores tambos están a su paso. Y las casas de reposo de los Incas, con sus adoratorios y sus fuentes tibias. Y en él se cruzan los chasquis y los pastores. Por él desfilaban de tiempo en tiempo, entristecidos y graves, los grandes pueblos mitimaes. Sobre su plana superficie los numerosos grupos de llamas desfilaron muchas veces y detrás de ellos el pastor taciturno y melancólico. Puentes de mimbre lo cruzan de trecho en trecho, y bajo el leve tejido, los ríos rugen amenazadoramente. Aqueste camino sale desde la Intipampa de la Ciudad Sagrada y termina en los alrededores de Quito.


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8 págs. / 14 minutos / 434 visitas.

Publicado el 1 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

Las Vísceras del Superior

Abraham Valdelomar


Cuento


o sea
La historia de la poca vergüenza


(Cuento chino)


Había en un lejano rincón de China, allí por los tiempos en que Confucio fumaba opio y dictaba lecciones de Moral en la Universidad de Pekín, cierta gran aldea llamada Siké, regida por mandarines, en la cual acaeció la historia que te voy a referir, Rolando, a condición de que la retengas en tu privilegiada memoria –pues la memoria es el principal auxiliar para los que han de gobernar a los pueblos– y tú Rolando, tienes delante de ti grandes expectativas y todas las puertas abiertas, excepto las de la cárcel, que serán para tus víctimas.


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4 págs. / 7 minutos / 224 visitas.

Publicado el 7 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

El Peligro Sentimental

Abraham Valdelomar


Cuento


o sea
La causa de la ruina de Siké


(Cuento chino)


Cuando Chin-Fú quedó divorciado, realizó todos los arrozales que constituyeran su heredad y decidió viajar, en compañía de un leal servidor, por todas las aldeas de la China, presa de una cruel neurastenia. En los largos y pesados caminos, ya fuera en sillas cargadas por moghines, o en las canoas de paja, a la sombra de quitasoles leves, bordeando los canales, ensayó todos los medios de olvido: leyó los tres primeros libros del Ayu-Say, donde el filósofo Meng narra la adorable infantilidad de Confucio, pero se le caía el libro de las manos; buscó de intrigar su fantasía con los cuentos picantes de Son-Vi-Hin, pero los arrojaba luego; un día bebió aguardiente de arroz hasta que sus piernas claudicaron y en su rostro encendido los ojos vidriosos durmieron bajo los párpados pesados; otro día bebió la miel del junco amarillo hasta perder la razón; luego aspiró el api-yin de Benarés hasta convertirse en un semidiós, pero pasados los instantes del delirio, la cruel herida de su amor sepultado se reabría nuevamente para sangrar con persistencia lacerante. Entonces pensó en hacerse curar con un sabio famoso, Fan-Sa, hondo sicólogo que habitaba como un eremita en las desoladas ruinas de Siké, la gran aldea china que existiera allá por los tiempos en que Confucio fumaba opio y dictaba lecciones de Moral en la Universidad de Pekín.

Hacia las ruinas de la gran aldea encaminó sus pasos el joven desconsolado y una noche, después de muchas, cuando las adormideras florecían, Chin-Fú llegó a las puertas de la muerta ciudad, donde todo lo que fuera algún día magnificencia, poderío y cortesanas galas, había desaparecido. Chin-Fú, que tenía ánima sensible, se interesó por las minas, y, llegado que hubo a la ermita de Fan-Sa, el sabio, conversó con él de esta manera:


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3 págs. / 5 minutos / 152 visitas.

Publicado el 3 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

Almas prestadas. Heliodoro, el reloj, mi nuevo amigo

Abraham Valdelomar


Cuento


El señor Emilio Hilbck;

A la señora Josefa Navarrete de Hilbck;


Amigos muy distinguidos y cordiales:

El reloj en el cual quisísteis fijar la hora, para mí inolvidable y encantadora, en que nuestras almas se comprendieron, está conmigo. Ya me ha visto llorar: ya es mi amigo íntimo. Ha marcado ya las horas de mis breves, hondas, mudas y frías tragedias cotidianas: ya lo sabe todo. Es la Hostia de Eternidad —¿no es acaso como una hostia que marcara el viaje de la Vida por el Espacio y por el Tiempo?— Esta hostia de Eternidad, esta especie de oblea de Infinito, esta moneda filosófica que ponéis en mis manos para que me acompañe en la peregrinación de la tierra de igual manera que los egipcios ponían una moneda en las manos de sus seres queridos, al despedirse de la vida para que los acompañara en el viaje misterioso; este corazón, chato, cincelado y de oro que tiene sobre nuestros corazones la gran ventaja de que para hacerlo latir basta con darle cuerda; este reloj, esta pulsera y cincelada joya que me habéis obsequiado, este ser delicado, elegante, armonioso cuyo ritmo es perfecto y cuyos dos brazos que giran, se abren y se cierran, se distancian y se juntan, parecen, al ponerse horizontalmente, que nos llaman con los brazos abiertos; cuando éstos se juntan en las XII, ¿no parece, distinguida y esbelta señora y altísimo amigo, que se juntaran en una oración, como si rezaran por la vida? ¿Y cuando caen, formando ángulo hacia abajo, que lloraran, con los brazos caídos, alguna terrible desilusión? El reloj es como un hombre, amigos míos y señores; algo más, es como un hombre inteligente, discreto, muy elegante, muy laborioso, que trabaja en la tarea más elevada y más llena de filosofía:

...tac-tac... tac-tac... tac-tac...


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2 págs. / 3 minutos / 351 visitas.

Publicado el 1 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

Whong-Fau-Sang

Abraham Valdelomar


Cuento


o sea
La torva enfermedad tenebrosa


(Cuento chino)


Entre los más graves defectos que ensombrecían el alma de los habitantes de Siké, la gran aldea china que existiera allá por los tiempos en que Confucio fumaba opio y dictaba lecciones de Moral en la Universidad de Pekín, existía uno llamado Wingfan, o sea "la torva enfermedad tenebrosa", que corresponde a lo que los occidentales llaman a la envidia. Era esta enfermedad lacerante epidemia mortal, más terrible que la peste negra, y contra la cual eran vanos los remedios de los médicos y todos los consejos profundos y sabios del los filósofos. El gran señor Confucio en su libro rebosante de sabiduría y admirable de sana y paciente erudición Fon-tin-góo o sea El tratado de las humanas pasiones, dice refiriéndose a la envidia: "Juntad en un año la peste, la sequía, el hambre, el látigo de los chon, la caracha, la tempestad, la pestilencia, la lepra negra, el granizo en la cosecha de arroz, las frases del blasfemo, la carne de toro, y el beso de la vieja desdentada, juntadlas en un año y siempre quedarán veinte hombres vivos; pero con una frase de un minuto dicha por uno que tenga "la torva enfermedad tenebrosa" no quedará una sola reputación limpia.


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Publicado el 8 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

La Ciudad Sentimental

Abraham Valdelomar


Cuento


Yo tengo miedo negro de las cosas;
las cosas en la noche tienen miedo.
Cuando voy por las calles, misteriosas
sombras no puedo atravesar, no puedo!

César A. Rodríguez


A Servando Gutiérrez: bienvenida.


Si yo os digo: anoche me han asaltado, me preguntaréis todos: ¿quién? A ninguno se le ocurrirá esta pregunta: ¿qué cosa? Porque no se concibe que a un hombre que va a media noche por la calle de Guadalupe, taciturno, con anteojos, rumiando una idea nueva y con un cigarrillo agonizante en los carnosos labios desencantados, le asalte una cosa, una idea, un recuerdo, un mal pensamiento. ¿Ha de asaltarte, necesariamente un bandido? No. Yo no temo a los bandidos salteadores de las calles de Lima porque no llevo nunca más dinero que ellos.

Temo a otros salteadores, a los que nos roban el precioso tesoro de las ideas. No conozco sino una diferenciación entre el Bien y el Mal; lo Perfecto y lo Imperfecto. Todo lo que hay en un cuerpo, en un organismo, en una idea o en un sentimiento, de bello, es el Bien; todo lo que hay de imperfecto es el Mal. por eso los más artistas son los más buenos. Los malos odian la Belleza.

El mal es poliforme. ¡Con cuántos trajes, con cuántos rostros, con cuántas cosas se disfraza! Es menester conocer el mal, saber cuáles y cuántas son sus trapacerías y los medios de que dispone, para evitarlo y vencerlo. Siempre el mal se ensaña en lo que más amamos, en lo más íntimo, en lo más bueno. Nuestro ángel tutelar nos ofrece siempre nuevas ideas, como una abuelita cariñosa nos ofrecía de niños un juguete o una fruta madura. Y allí está el mal para quitámosla.


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4 págs. / 7 minutos / 235 visitas.

Publicado el 9 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

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