Textos más largos de Alejandro Dumas publicados el 23 de junio de 2016 | pág. 2

Mostrando 11 a 14 de 14 textos encontrados.


Buscador de títulos

autor: Alejandro Dumas fecha: 23-06-2016


12

La Bofetada a Charlotte Corday

Alejandro Dumas


Cuento


—Soy —dijo— hijo del famoso Comus, físico del rey y de la reina; mi padre, al que su apodo burlesco hizo que lo incluyeran entre los prestidigitadores y charlatanes, era un sabio distinguido de la escuela de Volta, de Galvani y de Mesmer. Fue el primero que, en Francia, se ocupó de fantasmagoría y de electricidad, pronunciando conferencias de matemáticas y de física en la corte.

"La pobre María Antonieta, que yo vi veinte veces, y que más de una vez me tomó de las manos y me besó cuando estaba recién llegada a Francia, es decir, cuando yo era un niño, María Antonieta era gran admiradora suya. A su paso por París, en 1777, el emperador Joseph II declaró que no había visto nada más curioso que Comus.

"En medio de todo eso, mi padre se ocupaba de la educación de mi hermano y de la mía, iniciándonos en todo cuanto sabía de ciencias ocultas y en un montón de conocimientos galvánicos, físicos, magnéticos, que hoy son ya de dominio público, pero que en aquellos momentos eran secretos, privilegio sólo de unos pocos; el título de físico del rey, hizo que mi padre fuera encarcelado en 1793; pero, gracias a algunas amistades que yo tenía en la Montaña, conseguí que lo liberaran. Mi padre se retiró a esta misma casa en la que vivo ahora, y falleció en 1807, a la edad de setenta y seis años.

"Volvamos a mí. Acabo de mencionar mi amistad con miembros de la Montaña. Estaba relacionado efectivamente con Danton y con Camille Desmoulins. A Marat lo había conocido más como médico que como amigo. Pero, en fín, lo había conocido. Como consecuencia de la relación que tuve con él, por corta que fuera, el día en que condujeron a la señorita de Corday al cadalso, decidí asistir a su ejecución."

—Yo iba exactamente —interrumpí— a ayudarle en su discusión con el doctor Robert acerca de la persistencia de la vida, contando un hecho que la historia ha consignado relativo a Charlotte de Corday.


Información texto

Protegido por copyright
4 págs. / 7 minutos / 105 visitas.

Publicado el 23 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Deseo y Posesión

Alejandro Dumas


Cuento


Las charadas ya no están de moda. ¡Qué tiempos tan buenos para los poetas eran aquellos en que Le Mercure proponía cada mes, cada quince días y, al final, cada semana una charada, un enigma o un logogrifo a sus lectores!

Pues bien, voy a revivir esa moda.

Dígame pues, querido lector o hermosa lectora —las charadas están hechas, sobre todo, para la mente perspicaz de las lectoras—, dígame de qué lengua proviene la alegoría siguiente.

¿Es sánscrito, egipcio, chino, fenicio, griego, etrusco, rumano, galo, godo, árabe, italiano, inglés, alemán, español, francés o vasco?

¿Se remonta a la Antigüedad, y está firmada por Anacreonte? ¿Es gótica, y está firmada por Carlos de Orleáns? ¿Es moderna, y está firmada por Goethe, Thomas Moore o Lamartine? ¿O no será, más bien, de Saadi, el poeta de las perlas, rosas y ruiseñores? ¿O bien...?

Pero no soy yo quien lo ha de adivinar, es usted.

Así que, querido lector, adivine.

He aquí la alegoría en cuestión.

Una mariposa reunía en sus alas de ópalo la más dulce armonía de colores: blanco, rosa y azul.

Como un rayo de sol iba revoloteando de flor en flor, y, cual flor voladora, subía y bajaba, jugando por encima de la verde pradera.

Un niño que intentaba dar sus primeros pasos por el césped tornasolado la vio y, de repente, se sintió invadido por el deseo de atrapar aquel insecto de vivos colores.

Pero la mariposa estaba acostumbrada a este tipo de deseos. Había visto cómo generaciones enteras se quedaban sin fuerzas persiguiéndola. Revoloteó delante del niño y fue a posarse a dos pasos de él; y, cuando el niño, ralentizando sus pasos y conteniendo la respiración, extendía la mano para cogerla, la mariposa alzaba el vuelo y recomenzaba su viaje desigual y deslumbrante.

El niño no se cansaba; el niño lo intentaba una y otra vez.


Información texto

Protegido por copyright
3 págs. / 6 minutos / 283 visitas.

Publicado el 23 de junio de 2016 por Edu Robsy.

La Peña del Dragón

Alejandro Dumas


Cuento


En el pueblo de Rhungsdof, a orillas del Rin, encontramos numerosas barcas esperando a los viajeros; en unos minutos nos trasladaron a Koenigswinter, una bonita aldea situada en la otra orilla. Nos informamos de la hora a la que pasaba el vapor y nos respondieron que pasaba a las doce. Eso nos daba un margen de casi cinco horas; era más del tiempo necesario para visitar las ruinas del Drachenfelds.

Tras unos tres cuartos de hora de ascensión por un bonito sendero que rodea la montaña, llegamos a la primera cima, donde se encuentran un albergue y una pirámide. Desde esta primera plataforma, un bonito sendero curvo y enarenado como el de un jardín inglés, conduce a la cima del Drachenfelds. Se llega en primer lugar a una primera torre cuadrada, a la que se accede bastante difícilmente por una grieta; luego a una torre redonda que, completamente reventada por el tiempo, ofrece un acceso más fácil. Esta torre está situada sobre la peña misma del dragón. El Drachenfelds toma su nombre de una antigua tradición que se remonta a los tiempos de Julián el Apóstata. En una caverna que aún se muestra, a mitad de la ladera, se había retirado un enorme dragón, tan perfectamente puntual en sus comidas que cuando olvidaban llevarle cada día un prisionero o un reo al lugar en el que acostumbraba encontrarlo, bajaba a la llanura y devoraba a la primera persona que encontraba. Por supuesto, el dragón resultaba invulnerable.


Información texto

Protegido por copyright
2 págs. / 4 minutos / 241 visitas.

Publicado el 23 de junio de 2016 por Edu Robsy.

El Contrabandista a Pesar Suyo

Alejandro Dumas


Cuento


Entre todas las capitales de Suiza, Ginebra representa la aristocracia del dinero: es la ciudad del lujo, de las cadenas de oro, de los relojes, de los coches y de los caballos. Sus tres mil obreros surten a Europa entera de joyas. El más elegante de los almacenes de joyería de Ginebra es sin disputa el de Beautte.

Estas joyas pagan un derecho por entrar en Francia, pero, mediante una comisión de un cinco por ciento, el señor Beautte se encarga de hacerlas llegar de contrabando. El negocio entre el comprador y el vendedor se hace con esta condición, a la luz del día y públicamente, como si no hubiese aduaneros en el mundo. Es verdad que el señor Beautte posee una maravillosa destreza para desbaratarles los planes; una anécdota entre mil vendrá en apoyo del elogio que nosotros le hacemos.

Cuando el señor conde de Saint—Cricq era director general de Aduanas oyó tan a menudo hablar de esta habilidad, gracias a la cual se engañaba la vigilancia de sus agentes, que resolvió asegurarse por sí mismo de si todo lo que se decía era verdad. Fue, en consecuencia, a Ginebra, se presentó en el almacén del señor Beautte y compró joyas por valor de treinta mil francos, con la condición de que les serían entregadas sin derechos de aduanas en su hotel de París. El señor Beautte aceptó la condición como hombre habituado a estas clases de negocios, y únicamente presentó al comprador una especie de contrato privado, por el cual se obligaba a pagar, además de los treinta mil francos de adquisición, el cinco por ciento de costumbre; éste sonrió, tornó una pluma, firmó de Saint—Cricq, director general de las Aduanas Francesas, y entregó el papel a Beautte, quien miró la firma y se contentó con responder inclinando la cabeza:

—Señor director de Aduanas, los objetos que usted me ha hecho el honor de comprar llegarán tan pronto como usted a París.


Información texto

Protegido por copyright
1 pág. / 3 minutos / 250 visitas.

Publicado el 23 de junio de 2016 por Edu Robsy.

12