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autor: Alejandro Larrubiera


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El Ansia del Placer

Alejandro Larrubiera


Cuento


(Al eminente escritor D. Carlos Frontaura)

I

Al recorrer las sombrías galerías de no recuerdo qué convento, vi en una hornacina, cuyos bordes festoneaba raquítico musgo, una imagen tallada en piedra representando á la Virgen del Carmelo.

La escultura se hallaba asaz deteriorada, y sus perfiles carcomidos por la destructora acción del tiempo.

Al pie de la hornacina, y grabado en el muro, se leía una inscripción que avivó mi curiosidad.

En caracteres góticos, apenas perceptibles, se leía:


AQUÍ MURIÓ
NOEMI LA HEBREA
ROGAD A DIOS POR SU ALMA
ANNO MCDXCIV


Instigado por la curiosidad, y después de indagar lo que la extraña inscripción significaba, pude reconstruir el drama que hace cuatro siglos se desarrolló ante aquella sacra imagen del Carmelo.

II

Hugo de Florestán había llegado á los veinte años, llena su alma de misticismo á la par que ardiente apasionamiento por algo que no sabía definir en su todavía virginal alma.

Hijo de nobles, el destino le brindaba un brillante porvenir.

La guerra contra el moro se hallaba declarada con gran ahínco, y ya los Reyes Católicos cercaban á Granada, último baluarte del musulmán, construyendo el Real de Santa Fe.

Hugo se alistó en las huestes que á la sazón se formaban.

Asistió al asalto de la ciudad mora, joya inapreciable hacia la cual se volvían todas las miradas: las de los cristianos llenas de avaricia, las del musulmán impregnadas de lágrimas.

El joven Hugo, en vista de que el fragor de la batalla le impresionaba demasiado y que nunca llegaría á ocupar un pueblo brillante en la guerra, resolvió retirarse á un convento.


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7 págs. / 12 minutos / 69 visitas.

Publicado el 24 de julio de 2023 por Edu Robsy.

La Hada de los Ojos Verdes

Alejandro Larrubiera


Cuento


¡Ay de aquellos que no posean una flor
de la hada de los ojos verdes!

I

Era el amanecer de un día de mayo: el mes de las flores, del amor y de las hadas: las tres cosas más espirituales que pueden existir en el mundo; la aurora, como maga invisible, recogía los negros tules en que aparecía envuelto el bosque; los árboles, que en la noche semejaban medroso batallón de gigantes que dormía un sueño agitado, mostrábanse en toda su lozanía cuajados de hojas y de canciones; al pie de uno de estos árboles había un hombre joven vestido de pastor.

Dormía, y su sueño debía ser tan alegre como la aurora de aquel día, por cuanto en su rostro dibujábase una sonrisa. ¿Quién sabe si el amor, el interés ó alguna de esas ocultas ambiciones del espíritu satisfarían éste en la quimérica realidad del sueño?..

Los rayos del sol naciente vinieron á despertar al joven, el cual, refregándose los ojos, miró en torno suyo, y al verse así, tan solo, al pie de un árbol, hizo un gesto de asombro.

—¡Todo mentira!, balbuceó con acento de amargura.

Y poniéndose en pie, echó á andar por entre el laberinto del bosque; andaba el pastor á paso tardo, la cabeza inclinada al pecho, caídos los brazos: como anda quien se ve bajo el peso de una gran preocupación.

—¡Sería yo tan feliz!, pensaba en voz alta, poco cuidadoso de que los pájaros interrumpiesen sus cantos para escucharle. Si yo poseyera como el amo una casa, un huerto y un millar de ovejas, podría atreverme á hablar á Marcela, la hija del señor alcalde… ¡Y sería dichoso, dichosísimo: no me cambiaría por ningún rey ni príncipe, porque el que se case con Marcela puede decir que se casa con la propia felicidad!

Y moviendo tristemente la cabeza continuó:


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3 págs. / 6 minutos / 67 visitas.

Publicado el 27 de julio de 2023 por Edu Robsy.

César

Alejandro Larrubiera


Cuento


I

Dirigir un cotillón, explicar el último figurín de La Moda Elegante, ser cronista de los líos y trapisondas en el gran mundo, guiar caballos, valsar, correr una juerguecita, hablar de toros y ponerse con muchísimo chic una flor en el ojal de la levita, salvo estas habilidades César no tenía ninguna otra, y respecto a instrucción la recogía á diario en las reuniones, en las columnas de los periódicos, en las mesas de juego del casino y en los colmados; los viejos y pisaverdes eran sus catedráticos en la ciencia infusa del buen tono.

En el gran mundo César resultaba uno de tantos advenedizos: no tenía renta, oficio ni beneficio; era un enigma viviente para muchos, excepto para doña Josefa, su patrona, que sabía á qué atenerse respecto á las grandezas y fastuosidades de su huésped. Su pasado, su presente y su porvenir los fundaba en el tapete verde y en los trozos de cartulina con cantos dorados.


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7 págs. / 13 minutos / 53 visitas.

Publicado el 23 de julio de 2023 por Edu Robsy.

El Cuento de Año Nuevo

Alejandro Larrubiera


Cuento


Por Cristo Nuestro Señor que comenzaba de perlas el año… Noche más triste, obscura y helada no pudo soñarse: la nieve caía mansamente sobre la haz de la tierra, el viento huracanado hacía gemir con tintineante son las campanas de la iglesuca de Villabrines, uno de tantos pueblos de la montaña ignorados para los geógrafos, aldea que tenía por junto treinta casas y un centenar de habitantes.

No os llamaréis á engaño si os juro que en tal noche, pasadas ya las doce, todos los villabrinenses, chicos y grandes, mozos y mozas, dormían á pierna suelta muy metiditos en la cama, sin darse cuenta de que la nieve, obrera impertérrita, iba extendiendo sus helados cendales por la haz de la tierra.

Miento bellacamente al afirmar que todos dormían, porque de una casuca emplazada al promedio de la calle Real salió un hombre mozo que al exponer las narices al poco agradable ambiente de la noche, subióse la bufanda hasta los ojos, calóse la boina hasta las cejas y metidas las manos en las profundidades de los bolsillos del pantalón, rompió á andar con pisar recio por la calleja á cayo final abríase un sendero que conducía á un bosque de nogales y castaños.

Si á ti lector te da el naipe por pararte á reflexionar en esta historia que te cuento, es posible que presupongas que muy mal estaba con su persona quien en parecida noche tan locamente la exponía, pero sí te advierto que el amor hacía mover tan gentilmente las piernas de nuestro personaje, encontrarás muy disculpable el caso: que por amor sabido es que se cometen mil y una tonterías. Bueno: sigo ya en línea recta mi narración.


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4 págs. / 7 minutos / 52 visitas.

Publicado el 27 de julio de 2023 por Edu Robsy.

Función de Títeres

Alejandro Larrubiera


Cuento


I

Si eran ó no verídicas las voces que corrían en el pueblo de Villabrin á propósito de la conducta de Marcela, la hija del alcalde, sirviendo de sabrosos chichisveos entre mozas y mozos, sábelo Dios; lo que sí se sabía era que tío Juan, el padre, andaba cariacontecido, sin atreverse — á pesar de su autoridad y de las simpatías que gozaba en el pueblo — á meterse, como de costumbre, en la lonja á formar tertulia con los dueños y tres ó cuatro notables del lugarejo que á primera hora de la noche allí se congregaban: si alguien le pedía noticias de su hija, poníasele al hombre torva la faz, y con acento que helaba por lo frío, gruñía un «¡Está buena!», que no alentaba á continuar el interrogatorio. Además de esto, que ya era bastante para fijar la atención de sus convecinos, ni el alcalde ni su hija asistían á la iglesia en los días de precepto. Decíase que Marcela estaba como reclusa en el caserón paternal; algunas tardes, cerca de anochecido, los que cruzaban por delante de la alcaldía veían á la moza asomada á una de las ventanas contemplando tristemente la vega, llena de verdor y susurrante al ser azotadas las cañas de los maizales por el viento ábrego.

Empezábanse á cotejar fechas y á recordar detalles que pasaron inadvertidos: que no hay juez instructor más diligente que una aldea á caza de un misterio. Asegurábase que la reclusión de la moza, el mal humor y el retraimiento del padre, databan desde el día aquel en que regresó á la corte César, un lejano pariente de tío Juan, que vino de Madrid á pasar una temporada en el pueblo: que César y Marcela fueron novios en tal tiempo, podía jurarse, aunque los interesados jamás confiaron á nadie su noviazgo: que tío Juan no veía estas relaciones con malos ojos, era cosa indudable, porque el pariente poseía un bonito caudal y… ¿á quién le amarga un dulce?


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8 págs. / 14 minutos / 48 visitas.

Publicado el 21 de julio de 2023 por Edu Robsy.

Prueba Infernal

Alejandro Larrubiera


Cuento


I

Antojósele á S. M. el diablo —gran padre de antojos— averiguar si eran cuentos chinos lo que a propósito del amor decíanle cuantos infelices caían en la morada infernal, y con ánimo torcido (que cosa derecha no ha de hacer quien con lo tortuoso goza) se disfrazó de persona decente estéticamente hablando, es decir, quitóse los cuernos y el rabito clásicos con que le describen las viejas y le pintan en retablo los fantaseadores del arte pictórico.

Asi arreglado como cualquier hijo de vecina que tiene dinero y gusto para vestirse, «surgió» Papá Botero á la haz terrestre, y como no era oportuno el corretear solo por este solarón ni mucho menos era práctico para hacer la prueba que intentaba, el señor demonio se trajo consigo una de las más deslumbrantes bellezas que encerraba en su vastísimo palacio. Era Zoa —así se llamaba la prójima— de lo más hermoso que pudiera soñarse y la tan acreditada tía Javiera de la hermosura, la Venus de Milo avergonzaríase —si es posible que una estatua se avergüence— de haber tenido engañada á la humanidad por espacio de muchos años á propósito de su singular y harmónica belleza femenil. Con decirles á Vdes. que al propio Lucifer se le hacía la boca agua al contemplar la plasticidad de su súbdita, creo decirlo todo. Y si, aún tú, lector malévolo, encontraras ditirámbicas mis afirmaciones, cierra por un segundo los ojos é imagínate la mujer más bellísima que para ti quisieras y esa es la fulana de mi historia. Y con esto ahorraremos, yo el buscar epítetos, y tú el cansancio de leerlos.

Con tan amable compañera, bien repleto el bolsillo de pecuniam dineritis, que no porque fuese S. M. diabluna, iba á eximirse de pagar como cualquier fulano lo que se la antojase comprar, halláronse Lucifer y Zoa en una carretera cierta tardecita de verano.


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2 págs. / 5 minutos / 43 visitas.

Publicado el 20 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

La Casuca

Alejandro Larrubiera


Cuento


«que en el mundo el amor siempre está en juego»

Campoamor. Dichas sin nombre.

I

Al final de este capítulo, acaso diga el lector que huelga
lo que en él va escrito.


En tal noche soplaba reciamente el viento Gallego, y al enfilar por las obscuras callejas de la corralera, silbaba trémulo y hacía retemblar las mal encajadas portilleras, arrancándolas secos golpazos; levantaba del suelo con rapidez increíble las hojas desparramadas de los nogales, y con el polvo formaba remolinos que corriendo á lo largo de las callejas iban á estrellarse contra las fachadas de las casas, y la arena al rebotar sobre los cristales de las ventanas formaba pizicattos como de platillos que tintineasen pianissimo: los campanillos de la iglesuca empujados por el aire tenían una perpetua vibración parecida á una queja: esto en la parte urbana de Villabrin: en la otra rústica el Gallego recreábase á su sabor, corriendo con horrísona furia por entre los árboles seculares del bosque, doblando las copas de los más recios y humillando hasta el suelo las de los más débiles; aquel silbar bronco del elemento infundía pavor, y ni un alma cruzaba en aquella noche de invierno el término villabrinés.

Miento, porque de una de las casas situadas al extremo de la aldea, casi cerca del bosque, salió un hombre joven, vestido á estilo de indiano y llevando en la mano un farol cuyos destellos á las primeras de cambio trocáronse en tinieblas.

Pero el que á tal se atrevía en noche tan borrascosa no debía de ser hombre que se ahogase en poca agua, y arrojó como cosa inútil el farol contra el suelo: oyóse ruido de cristales que se rompen, y el joven continuó su camino, metidas las manos en los bolsillos del pantalón y las narices entre los pliegues de una bufanda.


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7 págs. / 13 minutos / 35 visitas.

Publicado el 24 de julio de 2023 por Edu Robsy.

El Corsé Nupcial

Alejandro Larrubiera


Cuento


I

¡Pobre Amalia! Padecía mal de amores… Ya no resonaba en el obrador el alegre gorjeo traducido en copla popular que salía de su garganta, ni su risa argentina como el rebotar de perlas sobre finísimos cristales dejaba entrever sus hileras de dientes me nudos piñones engarzados en elipses de grana. Estaba triste y en la tarde de aquel sábado sus ojos aguanosos permanecían fijos en el magnífico corsé en que trabajaba… Un corsé nupcial de gran mérito, con labor finísima, flores y encajes de nívea blancura que competía con la del raso que servía de forro al armatoste de ballenas y alambres.

La maestra, una mujercita vivaracha, con gesto de displicencia y frase dura encomiaba á su oficiala predilecta la pronta terminación de la labor.

—Corre mucha prisa… lo necesitan para esta noche.

Y ¡hala que hala! iba la corsetera finalizando aquel corsé que era una maravilla. Los ojos de la oficiala se anublaban más y más. Llegó un momento en que las nubes de tristeza chocaron entre sí en el hermoso horizonte de sus pupilas y dos indiscretas lágrimas fueron á caer sobre el raso… Nadie notó el desprendimiento de aquellas gotas de agua salada…

II

Aquel corsé era el gran culpable del llanto de su confeccionadora.

La historia os la explicaré, así, de prisa, porque hay historias que basan sus cimientos en la sensibilidad y no tienen más resumen que una lágrima ó un suspiro.


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3 págs. / 6 minutos / 33 visitas.

Publicado el 21 de julio de 2023 por Edu Robsy.

Vida Fantástica

Alejandro Larrubiera


Novela


Al Excmo. Sr. D. Antonio Royo Villanova

Ilustre orador y publicista, paladín de la cultura patria y hombre que cautiva todas las voluntades con su alta intelectualidad y nobleza de alma.


En testimonio de cariño, gratitud y admiración, su amigo


Alejandro Larrubiera

Al lector

El ilustre novelista y maestro querido y admirado, Jacinto Octavio Picón, afirma que la picara vanidad forma el fondo de todo literato, puesto que sin ser algo vanidoso a nadie se le ocurre que lo que ha imaginado en la soledad de su gabinete pueda servir de entretenimiento al prójimo.

Ojalá que esta pueril vanidad innata en todos los que escriben obras de imaginación, y aun en los que no las escriben, merezca de tu parte una bondadosa disculpa, si logro mis anhelos de proporcionarte algún esparcimiento con el libro ofrecido a tu curiosidad.

Vida fantástica es el título que, después de desechar otros muchos, hallé como el más apropiado a esta novela.

Pero bueno será declarar, para que nadie se llame a engaño, que en esta narración novelesca no ha de encontrarse lo que acaso el rótulo haga suponer de estupendo y maravilloso, pues si bien toca realmente en tales extremos por lo inconcebible, la vida del protagonista, éste, después de todo, se produce en ella como lo que es, como un pobrecito hombre que hace su rota por el mundo a la manera trivial de la inmensa mayoría de los mortales.

Y esto que a primera vista resulta un tanto paradójico no puede ser explicado ahora, porque si lo fuera quebrantaríase inoportunamente el interés que intenté despertar en las siguientes páginas. ¡Y sea yo tan venturoso, amigo lector, que cautive tu atención desde la primera hasta la última!


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114 págs. / 3 horas, 20 minutos / 133 visitas.

Publicado el 27 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

Fuera de Combate

Alejandro Larrubiera


Novela


Al ilustre maestro

Don Jacinto Octavio Picón

Por cariño, por gratitud у por admiración.


Alejandro Larrubuiera.

I

Los pobres de espíritu y de bolsillo, fracasados y los poetas chirles calumnian á la Fortuna motejándola de loca y de antojadiza, pareciéndose en esto á los que beben los vientos por conseguir los favores de una beldad, y, al ser desdeñados, se vengan ridiculamente llamándola voluble, coqueta y, si á mano viene, fea y antipática.

No la denigran los que ella favorece y encumbra; pero, en cambio, creyendo debérselo todo, y aun más, á los propios méritos, la son olvidadizos é ingratos, que tal es la condición humana.

En el número de estos felices mortales podía contarse á D. Roque Gutiérrez, comerciante acaudalado, de gran crédito en la plaza madrileña.

En realidad, D. Roque no se lo debía todo á la diosa que preside al bien y al mal, hay que hacerle esa justicia: había luchado desde pequeñito en la lóbrega tienda de un famoso pañero por emular á éste en riqueza y en crédito, y tales fueron sus mañas, que al cabo de los años se vió dueño del almacén de su principal. Y cátate á Roque hecho un personaje en el mundo mercantil, y su tenducha, sita en la calle de Toledo, cerca de la de la Colegiata, mirada con envidia por sus colegas, que si murmuraban de la estrechez y de la obscuridad de la misma y del inmueble ruinoso y de un solo piso en que se encontraba, no podían menos de reconocer que su propietario valía «cien mil duros», mal contados. Y esta es una cifra, señores, que cuando se pronuncia hace abrir tamaños ojos y tamaña boca.


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Dominio público
155 págs. / 4 horas, 31 minutos / 125 visitas.

Publicado el 26 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

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