Romancero Selecto del Cid
Anónimo
Poesía, Romance
Prólogo
I
La historia literaria nos señala, como objeto de incomparable nombradía, á los héroes que ocupan el primer lugar en las grandes y poco numerosas epopeyas, hijas legítimas del genio de un pueblo. Al retratar el poeta venusino, y por cierto con colores nada halagüeños, el carácter de Aquiles, no encuentra epiteto que mejor le cuadre que el de celebrado (honoratum). Igual calificativo pudiera aplicarse á los dos héroes predilectos de las tradiciones heróicas de Francia y España. «El Cid, dice el docto Puymaigre, es tan popular allende los Pirineos, como aquende lo fué Roldán.» Y, en verdad, si el nombre del paladín francés traspasó inmediatamente los linderos de su tierra natal, y se extendió por dilatadísimas comarcas, los españoles han recordado el del héroe de Vivar con sin igual perseverancia, y ni un solo día ha dejado de ser proverbial y propuesto como dechado de guerreros y patricios.
Rodrigo ó Rúy Díaz el de Vivar, llamado también el Castellano y el Campeador y más comunmente el Cid (nombre de origen arábigo que significa Señor), hijo de Diego Laynez, descendiente del juez de Castilla Laín Calvo, nació en Burgos ó en la próxima aldea de Vivar á mediados del siglo XI. Hubo de figurar ya en los últimos tiempos del primer Fernando. Le armó caballero y le nombró su alférez Sancho II, á quien, después de la batalla de Golpejares, aconsejó el Cid que atacase al victorioso y ya descuidado ejército de su hermano Alfonso VI de León. Consta que venció en singular batalla á un sarraceno y á un pamplonés. Acaso ya por entonces casó con doña Jimena, hija del conde de Oviedo.
Dominio público
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Publicado el 12 de marzo de 2022 por Edu Robsy.