Textos más cortos de Antón Chéjov publicados por Edu Robsy | pág. 12

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autor: Antón Chéjov editor: Edu Robsy


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La Gaviota

Antón Chéjov


Teatro


PERSONAJES

IRINA NIKOLAIEVNA ARKÁDINA, viuda de Trepliov, actriz.
KONSTANTÍN GAVRÍLOVICH TREPLIOV, su hijo, joven.
PIOTR NIKOLAIEVICH SORIN, hermano de Irina.
NINA MIJAILOVNA ZARIECHNAIA, joven hija de un rico terrateniente.
ILYA AFANASIEVICH SHAMRÁIEV, teniente retirado, administrador de Sorin.
POLINA ANDRÉIEVNA, su mujer.
MASHA, su hija.
BORIS ALEXEIEVICH TRIGORIN, literato.
EVGUENI SERGUEIEVICH DORN, médico.
SEMIÓN SEMIONOVICH MEDVEDENKO, maestro de escuela.
YÁKOV, mozo.
Un COCINERO.
Una DONCELLA.

La acción se desarrolla en la finca de Sorin. Entre los actos tercero y cuarto transcurren dos años.

ACTO PRIMERO

Rincón del parque en la finca de Sorin. Una amplia avenida que, partiendo del espectador, se hunde en el parque, lleva a un lago; en el paseo hay un tablado provisional levantado para una representación en familia; cierra por completo la vista del lago. A derecha e izquierda del tablado, arbustos. Algunas sillas, una mesita. Acaba de ponerse el sol. En el tablado, tras el telón, Yákov y otros trabajadores; se oyen toses y golpes. Masha y Medvedenko aparecen por la izquierda; regresan de un paseo.

MEDVEDENKO.— ¿Por qué va usted siempre vestida de negro?

MASHA.— Es luto que llevo por mi vida. Soy desgraciada.

MEDVEDENKO.— ¿Por qué? (Reflexionando.) No lo comprendo… Usted goza de buena salud; su padre, sin ser rico, tiene una posición acomodada. Mi vida es mucho más dura que la suya. No gano más que veintitrés rublos al mes, de los que aún se me descuenta una parte para la jubilación, y a pesar de todo no llevo luto. (Se sientan.)

MASHA.— No es cuestión de dinero. Se puede ser pobre y feliz.


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59 págs. / 1 hora, 43 minutos / 874 visitas.

Publicado el 21 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

La Sala Número Seis

Antón Chéjov


Novela corta


I

Hay dentro del recinto del hospital un pabelloncito rodeado por un verdadero bosque de arbustos y hierbas salvajes. El techo está cubierto de orín, la chimenea medio arruinada, y las gradas de la escalera podridas. Un paredón gris, coronado por una carda de clavos con las puntas hacia arriba, divide el pabellón del campo. En suma, el conjunto produce una triste impresión.

El interior resulta todavía más desagradable. El vestíbulo está obstruido por montones de objetos y utensilios del hospital: colchones, vestidos viejos, camisas desgarradas, botas y pantuflas en completo desorden, que exhalan un olor pesado y sofocante.

El guardián está casi siempre en el vestíbulo; es un veterano retirado; se llama Nikita. Tiene una cara de ebrio y cejas espesas que le dan un aire severo, y encendidas narices. No es hombre corpulento, antes algo pequeño y desmedrado, pero tiene sólidos puños. Pertenece a esa categoría de gentes sencillas, positivas, que obedecen sin reflexionar, enamoradas del orden y convencidas de que el orden sólo puede mantenerse a fuerza de puños. En nombre del orden, distribuye bofetadas a más y mejor entre los enfermos, y les descarga puñetazos en el pecho y por dondequiera.

Del vestíbulo se entra a una sala espaciosa y vasta. Las paredes están pintadas de azul, el techo ahumado, y las ventanas tienen rejas de hierro. El olor es tan desagradable que, en el primer momento cree uno encontrarse en una casa de fieras: huele a col, a chinches, a cera quemada y a yodoformo.

En esta sala hay unas camas clavadas al piso; en las camas—éstos, sentados; aquéllos, tendidos—hay unos hombres con batas azules y bonetes en la cabeza: son los locos.

Hay cinco: uno es noble, y los otros pertenecen a la burguesía humilde.


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Dominio público
60 págs. / 1 hora, 46 minutos / 2.012 visitas.

Publicado el 8 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Una Historia Aburrida

Antón Chéjov


Novela corta


I

Vive en Rusia un profesor emérito llamado Nikolái Stepánovich de Tal y Tal, consejero privado y caballero; tiene tantas condecoraciones, rusas y extranjeras, que, cuando se ve en la tesitura de ponérselas, los estudiantes lo llaman «el iconostasio». Todos sus conocidos pertenecen a lo más granado de la aristocracia; al menos en los últimos veinticinco o treinta años no ha habido en Rusia un erudito ilustre al que no haya tratado durante algún tiempo. Ahora no tiene con quién relacionarse, pero, si echamos la vista atrás, la larga lista de sus amigos célebres incluye nombres como Pirogov, Kavelin y el poeta Nekrásov, que lo honraron con su sincera y cálida amistad. Es miembro de todas las universidades rusas y de tres extranjeras. Etcétera, etcétera. Todo eso, y muchas cosas más que podrían decirse, constituye lo que se llama mi nombre.

Mi nombre es famoso. En Rusia lo conoce cualquier persona educada, mientras en el extranjero se le agregan los calificativos de «distinguido» y «honorable» cuando se lo menciona desde la cátedra. Es uno de los escasos nombres afortunados cuyo menosprecio o mención vana, ya sea en público o en la prensa, se considera una señal de mala educación. Y así debe ser. Pues mi nombre está íntimamente ligado al concepto de persona célebre, de grandes dotes e indudable utilidad. Soy un hombre hacendoso y perseverante, lo que es importante, y tengo talento, lo que es más importante aún. Además, dicho sea de paso, soy educado, modesto y honrado. Jamás he metido la nariz en la literatura ni en la política, no he buscado la popularidad polemizando con ignorantes, no he pronunciado discursos en banquetes o ante la tumba de mis colegas… En suma, mi nombre académico no presenta ninguna mancha ni tiene motivo de queja. Es afortunado.


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72 págs. / 2 horas, 6 minutos / 1.195 visitas.

Publicado el 8 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Tres Hermanas

Antón Chéjov


Teatro


Personajes

ANDREI SERGUEEVICH PROSOROV.
NATALIA IVANOVNA, su novia y después su mujer.
OLGA, MASCHA, IRINA, sus hermanas.
FEDOR ILICH KULIGUIN, profesor en un colegio, esposo de Mascha.
ALEXANDER IGNATIEVICH VERSCHININ, teniente coronel al mando de una batería.
NIKOLAI LVOVICH, BARÓN TUSENBACH, primer teniente.
VASILI VASILLEVICH SOLIONII, capitán.
IVÁN ROMANOVICH CHEBUTIKIN, médico militar.
ALEKSEI PETROVICH FEDOTIK, segundo teniente.
VLADIMIR KARLOVICH RODE, segundo teniente.
FERAPONT, guarda del Ayuntamiento. Un viejo.
ANFISA, el ama. Anciana de ochenta años.

La acción tiene lugar en una ciudad de provincia.

Acto I

La escena representa una sala de la casa de los PROSOROV a través de cuyas columnas se divisa un gran salón. Es mediodía. En la calle brilla un sol alegre, y en el salón se dispone la mesa para el almuerzo.

Escena I

OLGA, vestida con el uniforme azul de profesora de un colegio de niñas, corrige, de pie y andando, los cuadernos de sus alumnas. MASCHA, de negro, y sentada, con el sombrero descansando sobre las rodillas, lee en un libro. IRINA, de blanco, está de pie, en actitud pensativa.


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78 págs. / 2 horas, 16 minutos / 153 visitas.

Publicado el 26 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Relato de un Desconocido

Antón Chéjov


Novela corta


I

Por razones que no vienen al caso explicar ahora con detalle, tuve que emplearme de criado en casa de un funcionario petersburgués de treinta y cinco años llamado Gueorgui Ivánich Orlov.

Había entrado al servicio de ese Orlov para recabar informaciones sobre su padre, famoso hombre de Estado a quien consideraba un importante enemigo de mi causa. Consideraba que, al vivir en casa de su hijo, podría conocer en profundidad los planes e intenciones del padre, gracias a las conversaciones que escuchase y los papeles y notas que encontrase sobre la mesa.

Por lo común, a eso de las once de la mañana sonaba la campanilla eléctrica en mi cuarto, anunciándome que el señor se había despertado. Cuando entraba en su dormitorio, con el traje cepillado y las botas limpias, Gueorgui Ivánich estaba sentado en la cama, sin moverse, no adormilado, sino más bien extenuado por el sueño, con la mirada fija en un punto, sin manifestar ninguna satisfacción por el hecho de haberse despertado. Lo ayudaba a vestirse y él se sometía de mala gana y en silencio a mis cuidados, como si no reparase en mi presencia; luego, con la cabeza mojada y oliendo a agua de colonia, se dirigía al comedor para desayunar. Se sentaba a la mesa, bebía el café y hojeaba el periódico, mientras la doncella Polia y yo nos quedábamos respetuosamente junto a la puerta y lo mirábamos. Dos adultos debían contemplar con la mayor atención cómo un tercero bebía una taza de café y mordisqueaba una tostada. Una situación probablemente ridícula y absurda, pero yo no consideraba humillante quedarme junto a la puerta, aunque era un hombre tan noble e instruido como Orlov.


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96 págs. / 2 horas, 48 minutos / 433 visitas.

Publicado el 8 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Historia de una Anguila y Otras Historias

Antón Chéjov


Cuentos, Colección


Historia de una anguila

Es una mañana de verano; reina en la Naturaleza una tranquilidad absoluta; óyese solamente, de vez en cuando, las estridencias de los grillos. Junto a la caseta de baños en construcción, bajo las ramas verdes de un sauce, se agita en el agua el carpintero Guerasim, campesino alto, flaco, de rizosos cabellos bermejos; sopla, refunfuña, guiña los ojos y procura sacar algo de entre las raíces del sauce. A su lado, con el agua hasta el cuello, está otro carpintero, Liubim, hombre joven, bajo de estatura y jorobado; su cara es triangular y tiene ojos de chino. Entrambos llevan blusas y calzones y parecen hallarse ateridos de frío, lo cual se comprende, porque hace más de una hora que permanecen en el agua.

—¿Por qué empujas sin cesar con la mano?—grita el jorobado, tembloroso—. ¡Cabeza de burro! ¡Tenlo!..., ¡tenlo!..., ¡que no se te escape el maldito pez! ¡Te repito que lo agarres bien!

—¡No se escapará!... ¿Por dónde quieres que se nos escape?

—Se ha metido por debajo de los troncos— contesta Gnerasim con su voz de bajo ronco—. No hay por dónde cogerla.

—¡Cógela por las agallas! ¡Cógela y no la sueltes!

—¡Espera! Ya la tengo, no sé por dónde. El caso es que la tengo. ¡Cáspita! La maldita muerde.

—Por las agallas te he dicho; no la sueltes...

—No se ven las agallas. Espera. Ya la he cogido por alguna parte; por el labio creo que la he cogido.

—¡No; ¡por el labio no tires de ella! Se te va a escapar. ¡Por las agallas, por las agallas! Otra vez empujas con la mano. ¡Qué imbécil eres, válgame Dios! ¡Agárrala!

—¡Agárrala!...— exclama Guerasim irritado—. Es muy fácil dar órdenes... ¡Métete tú mismo en el agua y agárrala, diablo de jorobado que eres! ¿A que estás sin hacer nada?

—Bien la agarraría si pudiese. Bajo de estatura como soy, no puedo meterme allí; es muy hondo.


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Dominio público
102 págs. / 3 horas / 153 visitas.

Publicado el 26 de septiembre de 2020 por Edu Robsy.

Tres Años

Antón Chéjov


Novela corta


I

Reinaba ya la oscuridad, en algunas casas las ventanas estaban iluminadas y al final de la calle, detrás de los cuarteles, empezaba a remontarse una pálida luna. Láptev, sentado en un banco, a la puerta de su casa, esperaba que finalizara el oficio vespertino en la iglesia de San Pedro y San Pablo. Contaba con que Yulia Serguéievna, al regresar de la misa, pasara por allí; en tal caso, él podría dirigirle la palabra y tal vez disfrutar de su compañía toda la tarde.

Llevaba allí ya una hora y media, y durante ese tiempo había estado acordándose de su casa de Moscú, de sus amigos de la capital, del criado Piotr, de su escritorio; alguna que otra vez contemplaba con incredulidad los árboles sombríos e inmóviles, y le parecía extraño no hallarse en su dacha de Sokólniki, sino en una ciudad de provincias, en una casa junto a la que cada mañana y cada tarde pasaba un gran rebaño que levantaba enormes nubes de polvo, conducido por unos cuantos pastores que de vez en cuando tañían el cuerno. Le venían a la memoria las largas conversaciones moscovitas, en las que él mismo había tomado parte hacía relativamente poco, conversaciones en las que se aseguraba que se podía vivir sin amor, que el amor apasionado constituía una suerte de aberración, que no existía lo que ha dado en llamarse amor, sólo una atracción física de sexos opuestos, y cosas por el estilo; se acordaba de esas cosas y pensaba con tristeza que, si en esos momentos alguien le hubiera preguntado qué era el amor, no habría sabido qué contestar.


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112 págs. / 3 horas, 16 minutos / 237 visitas.

Publicado el 8 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Historia de mi Vida

Antón Chéjov


Novela


I

El jefe de la oficina me dijo:

—A no ser por lo mucho que estimo a su honorable padre, le habría hecho a usted emprender el vuelo hace tiempo.

Y yo le contesté:

—Me lisonjea en extremo su excelencia al atribuirme la facultad de volar.

Su excelencia gritó, dirigiéndose al secretario:

—¡Llévese usted a ese señor, que me ataca los nervios!

A los dos días me pusieron de patitas en la calle.

Desde que era mozo había yo cambiado ocho veces de empleo. Mi padre, arquitecto del Ayuntamiento, estaba desolado. A pesar de que todas las veces que había yo servido al Estado lo había hecho en distintos ministerios, mis empleos se parecían unos a otros como gotas de agua: mi obligación era permanecer sentado horas y horas ante la mesa-escritorio, escribir, oír observaciones estúpidas o groseras y esperar la cesantía.

Con motivo de la pérdida de mi último destino tuve, como es natural, una explicación enojosa con el autor de mis días. Cuando entré en su despacho, estaba hundido en su profundo sillón y tenía los ojos cerrados.

En su rostro enjuto, de mejillas rasuradas y azules, parecido al de un viejo organista católico, se pintaba la sumisión al destino.

Sin contestar a mi saludo, me dijo:

—Si tu madre, mi querida esposa, viviera todavía, serías para ella origen constante de disgustos y de bochornos. Dios, en su infinita sabiduría, ha cortado el hilo de su existencia para evitarle terribles decepciones.

Calló un instante y añadió:

—Dime, desgraciado, ¿qué voy a hacer contigo?


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118 págs. / 3 horas, 27 minutos / 440 visitas.

Publicado el 9 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

La Estepa

Antón Chéjov


Novela corta


I

Una mañana de julio, a primera hora, una calesa destartalada sin resortes dejó la ciudad de N., cabeza de distrito de la provincia de Z., y avanzó con gran ruido por la carretera de postas. Era una de esas calesas antediluvianas que sólo utilizan en Rusia los viajantes de comercio, los tratantes de ganado y los curas pobres. Traqueteaba y crujía al menor movimiento, y un cubo suspendido de la parte posterior le hacía tristemente eco. Bastaban esos ruidos, unidos a los lamentables jirones de cuero que pendían de su desgastada caja, para apreciar su vejez y juzgar cuán próximo estaba el momento de su desguace.

En la calesa viajaban dos vecinos de la ciudad de N.: el comerciante Iván Ivánich Kuzmichov, afeitado, con gafas y un sombrero de paja, más parecido a un funcionario que a un comerciante, y el padre Jristofor Siriski, párroco de la iglesia de San Nicolás, un viejo pequeño y con cabellos largos, vestido con un caftán de lona de color gris, un sombrero de copa de ala ancha y un cinturón bordado y pintado. El primero parecía concentrado en algún asunto y sacudía la cabeza para ahuyentar el sueño; en su rostro la sequedad habitual del hombre de negocios se entreveraba con la bondad de la persona que acaba de despedirse de su familia y de tomar un trago; el segundo contemplaba con asombro y ojos húmedos este mundo de Dios y esbozaba una sonrisa tan amplia que parecía extenderse hasta el ala de su sombrero de copa; tenía la cara roja, como aterida de frío. Tanto Kuzmichov como el padre Jristofor iban a vender lana. Al despedirse de sus allegados habían comido una buena cantidad de panecillos con nata agria y, a pesar de lo temprano de la hora, habían tomado una copa… Ambos estaban de un excelente humor.


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120 págs. / 3 horas, 30 minutos / 593 visitas.

Publicado el 9 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

El Tío Vania

Antón Chéjov


Teatro


Personajes

ALEXANDER VLADIMIROVICH SEREBRIAKOV, profesor retirado.
ELENA ANDREEVNA, su mujer, veintisiete años.
SOFÍA ALEXANDROVNA (SONIA), su hija de un primer matrimonio.
MARÍA VASILIEVNA VOINITZKAIA, viuda de un consejero secreto y madre de la primera mujer del profesor.
IVÁN PETROVICH VOINITZKII, su hijo.
MIJAIL LVOVICH ASTROV, médico.
ILIA ILICH TELEGUIN, terrateniente arruinado.
MARINA, vieja nodriza.
Un MOZO.

La acción tiene lugar en la hacienda de Serebriakov.

Acto I

La escena representa un jardín y parte de la fachada de la casa ante la que se extiende una terraza. En la alameda, bajo un viejo tilo, esta dispuesta la mesa del té. Sillas, bancos y, sobre uno de ellos, una guitarra. A corta distancia de la mesa, un columpio. Son más de las dos de la tarde. El tiempo es sombrío.

Escena I

MARINA, viejecita tranquila, hace calceta sentada junto al «samovar»; ASTROV pasea a su lado por la escena.

MARINA.—(Sirviéndole un vaso de té.) Toma, padrecito.

ASTROV.—(Cogiendo con desgana el vaso.) Creo que no me apetece.

MARINA.—Puede que quieras un poco de vodka.

ASTROV.—No... No la bebo todos los días... El aire, además, es sofocante. (Pausa.) ¡Ama!... ¿Cuánto tiempo hace ya que nos conocemos?

MARINA.—(Cavilando.) ¿Cuántos?... ¡Que Dios me dé memoria!... Verás... Tú viniste aquí..., a esta región.... ¿cuándo?... Vera Petrovna, la madre de Sonechka, estaba todavía en vida. Por aquel tiempo, antes que muriera, viniste dos inviernos seguidos..., lo cual quiere decir que hará de esto unos once años. (Después de meditar unos momentos.) Y hasta puede que más.

ASTROV.—¿He cambiado mucho desde entonces?


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121 págs. / 3 horas, 33 minutos / 1.665 visitas.

Publicado el 9 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

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