Textos más populares este mes de Antonio de Trueba disponibles publicados el 24 de diciembre de 2021 | pág. 2

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autor: Antonio de Trueba textos disponibles fecha: 24-12-2021


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La Cruz Más Santa

Antonio de Trueba


Cuento


(Leyenda del siglo XVI)

I

Alboreaba el siglo décimoquinto de la Era cristiana á cuyas efemérides pertenecen las gloriosas de la invención de la imprenta, del descubrimiento de América, de la conquista de Granada y de la terminación de los bandos de Oñez y Gamboa que por espacio de más de dos centurias habían desolado la región vasco-cántabra.

Estos funestos bandos estaban más enconados que nunca al alborear aquel dichoso siglo, y particularmente lo estaban en los valles occidentales de Vizcaya conocidos desde tiempo inmemorial con el nombre de Encartaciones, conmemorativo de la carta ó pacto que mediaba entre ellos y el resto de Vizcaya.

Aunque por regla general los linajes estaban afiliados en uno ú otro bando, algunos había que no lo estaban en ninguno, por cuya circunstancia se llamaba hombres comunes á los no abanderizados. Los hombres comunes eran respetados por los banderizos, pero esto no obstaba para que el vulgo los considerase como poco celosos de su honra y pobremente dotados de lo que en aquel tiempo se consideraba como la mayor virtud, que era el valor para combatir con una espada, una lanza ó una ballesta en la mano.

Entre los pocos hombres comunes de las Encartaciones se contaban los del linaje de Aranguren de Baracaldo, rama desprendida hacía siglos del glorioso árbol de Susúnaga que florecía desde tiempo inmemorial en la misma república, y trasplantada al apacible vallecito de Mendi-errea vegetaba allí con extraordinaria lozanía y ópimo fruto.

Señor de aquella casa era entonces Martín Sanchez de Aranguren, que siguiendo la tradición de sus antepasados, buscaba la gloria por caminos muy distintos de aquellos por donde la buscaban los caballeros principales de su tiempo; aquellos caminos eran los de la paz y el trabajo bendecidos de Dios, aunque odiados de la generalidad de los hombres.


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Publicado el 24 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

Las Romerías

Antonio de Trueba


Cuento


A don Vicente de Arana

I

Querido Vicente: El cuento popular que va usted á leer acaso permanecería en mi cartera en forma de breves apuntes, si la víspera de San Vicente mártir, del presente año 1880, no nos hubiéramos encontrado usted y yo en Abando, cerca de la iglesia parroquial donde recibió usted el bautismo y están los recuerdos religiosos más queridos y venerandos para usted y su buena familia.

A pesar de que corrían los últimos días del mes de Enero, era el tiempo todo lo hermoso que puede ser en tal estación: la temperatura, que en nuestros apacibles valles de Vizcaya apenas desciende nunca al grado de congelación, era este cruel invierno tan baja; que ya se habían helado casi todos los naranjos y limoneros de los mismos valles; pero al de noche helaba con intensidad aquí desconocida, de día brillaba el sol espléndidamente, porque, como dije, no recuerdo en cuál de mis escritos, el cielo de Vizcaya, cuando le da por vestirse de azul, que es pocas veces, hasta la camisa se pone de este hermoso color.

Como sé el amor que tiene usted á todo lo que se relaciona con la aldea natal, cuyos amenos campos han inspirado á su alma de verdadero poeta y á su patriotismo de verdadero vizcaíno tantos hermosos versos y tantas hermosas leyendas, de cuyo mérito da testimonio el éxito de su libro, modestamente titulado El oro y el oropel, hablóle á usted de la festividad del día siguiente, cuya romería tenía probabilidades de ser muy concurrida y alegre, merced á la hermosura del tiempo.


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Publicado el 24 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

Las Tres Devociones

Antonio de Trueba


Cuento


I

Los cuentos contados por mí al público (que en en verdad no son pocos, puesto que llegan á diez tomos), se dividen en tres clases: cuentos propiamente populares, pues son recogidos de boca del pueblo y recontados por mí como Dios me da á entender; cuentos inventados por mí, en virtud de que soy un cachillo del pueblo y no se me ha de negar la libertad de inventarlos, cuando al más zamarro se le concede, y cuentos que no lo son. A éstos últimos, que pudieran también llamarse «Cuentos Sucedidos», pertenece el que voy á contar para explicar cuál es la devoción corno Dios manda y cuáles las devociones como manda el diablo.

II

Han de saber ustedes que en Vizcaya hay un pueblo, cuya única inmodestia consiste en llevar el nombre de ciudad, no teniendo la décima parte del vecindario de Bilbao, que lleva el nombre de villa, y áun esta inmodestia es sólo aparente, pues el pueblo de que se trata no lleva el nombre de ciudad por vanidad propia, sino porque le heredó de sus honrados antepasados, que no le ganaron adulando á los reyes ó señores, sino derramando su sangre y gastando su hacienda en servicio de Dios y de la patria.

Este pueblo, que se llama Orduña, tiene fuera sus muros, en las estribaciones septentrionales de la cordillera pirenaico-cantábrica, un santuario muy venerado, consagrado á la Madre de Dios con el nombre de la «Virgen de la Antigua», que se funda en proceder la imagen que allí se venera de otro pueblo que precedió al actual y tuvo asiento precisamente donde le tiene el santuario que conmemora su existencia.

En Orduña, como en todos los pueblos, sin exceptuar á los más religiosos y cultos, hay gentes que no entienden la devoción como Dios manda, que es como la entiende el capellán de la Virgen de la Antigua, sino como manda el diablo, que es como la entiende Orapronobis, y sobre todo como la entienden Juan Palomo y su hijo Bartolo.


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Publicado el 24 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

La Horma Municipal

Antonio de Trueba


Cuento


I

La calificación de tío que al protagonista del cuento que voy á recontar daba Mari-Pepa de Echegoyen cuando nos contó este cuento al amor de la lumbre, en su casería de las estribacionos del Gorbea, donde unos amigos míos y yo nos vimos obligados á pedir hospitalidad, sorprendidos por la noche al volver de curiosear en aquella excelsa montaña, es una de las razones que tengo para creer que el cuento en cuestión no pasó en la tierra vascongada, porque en esta tierra sólo se da el nombre de tío á aquél á quien es debido por la consanguinidad.

Otra de las razones que tengo para pensar así, es la de que en esta tierra no ha habido, ni hay, ni se permite que haya alcalde como el tío Igualdad, sin que esto quiera decir que no los haya habido y aun los haya tan malos como él, aunque por otro estilo.

Esto mismo dije á Mari-Pepa la de Echegoyen, así que nos contó el cuento en vascuence, y por cierto con mucha más gracia que yo le he de contar en romance; pero se contentó con responderme que tal como le había contado, le había aprendido de cabeza oyéndole cuando chiquita.

Este dato no era para desperdiciado, porque prueba que el cuento es anterior al precepto constitucional de que unos mismos códigos regirán en toda la Nación.

II

No sé cuándo, era alcalde perpetuo de Nosé-dónde, un hombre á quien llamaban el tío Igualdad, porque para él la igualdad era la cosa mejor del mundo, y no desperdiciaba ocasión de encarecérsela á sus subordinados.

Estando un día reunidos en la plaza del pueblo los vecinos principales, el tío Igualdad les dirigió sobre el mismo tema una arenga que terminó exclamando:

—Igualdad, igualdad ante todo, en todo y sobre todo.


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Los Molinos y los Hornos

Antonio de Trueba


Cuento


En los tres riachuelos que en el Arenao se juntan en uno para dirigirse al mar por San Juan de Somorrostro, procedentes uno de Galdames, otro de Arcentales y Sopuerta y otro de Labaluga, feligresía de éste último concejo, hay desde el Arenao arriba diez ó doce molinos, que con los seis que hay del Arenao abajo, apenas componen una veintena.

Yo que tengo mucho amor á las ruinas, no tanto por su misterio como por su debilidad y tristeza, me he entretenido en contar las de los molinos y aceñas que se descubren aún orilla de aquellos ríos y sus afluentes, y he contado más de cincuenta.

Aquellos molinos cuyos vestigios se ven á cada paso orilla de los ríos y hasta orilla de los regatos, y cuya memoria queda en la lengua vascongada, que tiene un nombre particular y expresivo para cada sistema, situación ó magnitud como lo prueban los nombres errota, bolua, gerua acenia, nomenclatura ampliada con los aumentativos y diminutivos, aquellos molinos constituían una industria que daba el sustento á multitud de familias dedicadas á ella y á las que de ella se derivaban. Todavía en 1786 había en Vizcaya más de seiscientos, que hoy están reducidos á menos de la mitad.

En 1814, siendo alcalde de Güeñes el señor Ondazarros, que era hombre instruído y curioso, como lo es su hijo don José María, veriguó que en la jurisdicción de aquel concejo se molían, anualmente, por término medio, cincuenta mil fanegas de trigo, en su mayor parte para surtir de pan á Bilbao.


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Publicado el 24 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

La Visión de Lasmuñecas

Antonio de Trueba


Cuento


El documento que voy á dar á conocer me parece rauv curioso y útil para el estudio de las alucinaciones vulgares, y aun para el estudio médico de ciertas enfermedades físicas que llevan consigo la perturbación mental.

Me lie preguntado si merecía darse á luz en un periódico formal é importante, y la contestación ha sido afirmativa, fundándose en que si es lícito al escritor fantasear historias y darlas al público con el único fin de deleitar, lícito debe serle también el dar á conocer hechos que puedan servir para el estudio de las enfermedades físicas y morales de la humanidad.

El año 1841 se habló muchísimo en la parte occidental de Vizcaya y en la oriental de la provincia de Santander, de una aparición muy singular que se suponía haber tenido un vecino del concejo de Sopuerta, y se contaba entre otras cosas, que en una respetable familia de aquel concejo habían ocurrido, con posterioridad á la aparición, sucesos anunciados de antemano por el sujeto que decían haberla tenido Más aún; muchos sujetos de aquellas comarcas, que por entonces ó años después fueron á América, me suelen preguntar á su regreso (sabedores como son de mi afición á la investigación y al estudio de las creencias y costumbres populares y de mi conocimiento de aquella parte del litoral cantábrico), si he averiguado algo curioso ó cierto acerca de la famosa aparición de Lasmuñecas.


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Publicado el 24 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

La Leyenda de Begoña

Antonio de Trueba


Cuento


I

La insigne villa de Bilbao está al pié de una montaña. En las estribaciones de esta montaña hay una colina que lleva el nombre de Artagan, equivalente á Alto del Encinar; y al pié de la colina existe desde tiempo inmemorial el celebrado santuario de la Virgen de Begoña, cuya principal y maravillosa leyenda voy á escribir, después de decir algo acerca del origen y el nombre de santuario tan venerado en todo el litoral cantábrico..

Ni la tradición popular ni la historia fijan la época en que empezó á darse culto á la Virgen María al pié de la colina de Artagan. La tradición sólo dice que la imagen apareció en una encina de las que, como el nombre de Artagan indica, poblaban cl sitio donde se erigió el santuario; y añade la vulgarísima y repetida cantinela, propia de casi todos los santuarios de la Virgen, de que se trató de erigir el templo en punto distante del de la aparición, y se desistió de ello porque milagrosamente eran trasladados de noche á este último punto los materiales que de día se acopiaban en el primero. En cuanto á la historia, la primera vez que menciona el santuario de Begoña no pasa del año 1300, en que, de la carta de población de la villa de Bilbao, resulta que aquel santuario existía ya como monasterio, ó lo que es lo mismo, como iglesia parroquial, pues los que en este pais se llamaban monasterios eran los templos que hoy llamamos iglesias parroquiales.

La tradición enlaza y explica el nombre de Begoña con la milagrosa resistencia de la Virgen á que se le erigiera templo en sitio distinto de aquel donde había aparecido su imagen, pues supone que al ir á trasladar ésta á lo alto de la montaña, se oyó una voz misteriosa que decía begoañá, quieto el pié; y de aquí el nombre de Begoña que conservan la imagen y el sitio donde se erigió el santuario.


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Publicado el 24 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

La Conciencia

Antonio de Trueba


Cuento


Cuento popular recogido en Vizcaya

I

Cuando Cristo y los Apóstoles andaban por el mundo sucedieron cosas muy dignas de contarse; y si los evangelistas Juan, Lucas y Mateo, no las escribieron., como escribieron otras, fué porque dijeron:

—Algo hemos de dejar para que el pueblo cristiano le cuente á la orilla de la lumbre á sus pequeñuelos en las veladas de invierno, y sus pequeñuelos lo escuchen y crean como si fuera el evangelio, y lo tengan presente nuestros venideros para arreglar á ello sus acciones, y como se lo contaron á ellos sus padres lo cuenten ellos á sus hijos, y así, de generación en generación, vaya pasando hasta la consumación de los siglos, y en el mundo cristiano haya dos Biblias una escrita y la otra oral, una sagrada y la otra profana, una santificada con la palabra de Dios y otra embellecida con la candorosa fe de los hombres de buena voluntad.

¡Oh dulce, tierna y piadosa madre mía que ya descansas bajo los sauces y los cipreses del santo huertecillo guarecido por la iglesia de nuestra aldea! estoy seguro de que sonríes regocijada cuando ves que tu hijo es, como tú, aficionado á la parábola, que si por haberla contado él no es santa, lo es por haberla inventado Jesús. ¡Oh madre! haz descender á mí la sencilla elocuencia de tu palabra y la ingente ternura de tu corazón para que la parábola que voy á reproducir tenga en mi pluma algo de lo sencillo y tierno que tenía en tus labios cuando la recogí de ellos!

II

Entre las historias que recogí de los labios maternales, no es ciertamente la más tierna y dulce la de Juan de la Cabareda, pero compensa su aridez su filosofía. Esta historia no se puede contar punto por punto, porque unos la cuentan de un modo y otros de otro, pero esto no debe parecer grave inconveniente al narrador, puesto que todos están conformes en lo esencial.


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El Sacristán de Garáizar

Antonio de Trueba


Cuento


I

Siempre que yo caminaba, valle arriba ó valle abajo, por la carretera paralela al riachuelo sombreado de hayas, castaños, robles y nogales, en vez de absorber mi atención los molinos y las ruinas de ferrerías, como sucede siempre que sigo el curso de algún río ó riachuelo, la absorbía una aldeíta medio escondida en la arboleda, allá arriba, á mitad de la vertiente de la montaña. Aquella aldeíta, que hubiera pasado inadvertida para los que transitaban por el valle, á no ser por las heredades lindamente cultivadas que tenía en sus inmediaciones, y el campanario de su iglesita que sobresalía de la arboleda, y alguna que otra casa que blanqueaba entre ésta, era la de Garáizar.

Tenía yo mucho deseo de trepar á ella, no tanto porque me enamoraba su situación, como-por lo mucho y bien que de ella me hablaba el señor cura de Basarte siempre que le visitaba, yendo con algunos amigos aficionados á la caza, que á mí sólo me gusta en el plato y como pretexto para pasear al aire libre y recrearme con los encantos dé la Naturaleza virgen, ó poco menos, del contacto del hombre.

El señor cura de Basarte era natural de Garáizar y tenía un vicio parecido á otro mío, que era el de no encontrar pueblo tan de su gusto como aquél donde había nacido y tenía los recuerdos de la familia y la infancia.

El bello ideal del señor cura de Basarte, que aún era joven, era, como el mío, vivir y morir en su aldea natal.

Iba yo vallecito abajo un hermoso día de la Ascensión del Señor, por la mañana, cuando oí tocar á misa en Santa María de Garáizar. Ya la había oído en el pueblo de donde venía, pero había llegado á la iglesia un poco tarde y me remordía un poco la conciencia el haber oído misa incompleta en día tan señalado.


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Publicado el 24 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

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