Textos más populares este mes de Carlos-Octavio Bunge | pág. 2

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autor: Carlos-Octavio Bunge


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El Más Zonzo

Carlos-Octavio Bunge


Cuento


Por no fijarse en las coqueterías y devaneos de su mujer, el pobre Marcos Ruiz tenía fama de zonzo. Pero más zonza era ella, Currita, pues que, siendo en realidad una buena muchacha, hacía lo posible para no parecerlo. Y aún más zonzo que ella era Paco del Val, que malgastaba miserablemente su tiempo siguiéndola como su sombra, mientras ella se reía de él con todo el mundo, incluso con su propio marido.

Apercibido de la triple y creciente zoncera que pesaba como una fatalidad sobre esas tres vidas, desquiciando y esterilizándolas, Jacobo Téllez resolvió desfacer el entuerto. Porque Jacobo Téllez estaba muy vinculado a los esposos Ruiz y a del Val, y era un excelente sugeto, lleno de justicia y caridad cristiana...

Dirigiose pues a casa de su amigo Marcos, y, hallándolo sólo en su escritorio, le dijo solemnemente:

—Bien sabes, Marcos, la amistad que nos profesamos desde la infancia. En nombre de esa amistad vengo a prestarte algo que reputo un positivo servicio... Quiero ponerte en guardia contra cuentos y calumnias que circulan en sociedad, harto injustamente, respecto de tu mujer... Currita es toda una señora, lo sé; pero no siempre lo parece... Es preciso que cortes los abusos de su libertad, ¡pues que te pone en ridículo!

Esa misma tarde, Jacobo se encontró con Paco, y le observó, sin subterfugios ni preámbulos:

—Paquito querido, no hay en ti miga para un don Juan. No te hagas inútiles ilusiones. Es hora ya de que busques una buena niña y te cases, dejando de correr detrás de Curra. Curra se ha burlado siempre de ti, ¡y se burlará mientras viva! En todas partes se habla de tu impermeabilidad y loca obstinación. Eres el hazmerreír de círculos y clubs... En cambio, aunque calumniosamente, se supone a otros más afortunados que tú con la dama de tus pensamientos y desvelos.

A los pocos días, hallándose en tête-à-tête con Curra, Jacobo se permitió aconsejarla a ella también:


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Publicado el 19 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

La Tiranía del Bridge

Carlos-Octavio Bunge


Cuento


Siempre que tuve noticia de un suicidio, lamenté que su autor no nos expusiera en público testamento, para ejemplo de sus semejantes, las causas de su funesta determinación de quitarse la vida... ¡Y he aquí que yo mismo me siento próximo a eliminarme del mundo! ¿Por qué no indicar entonces, a los muchos hombres que dejo detrás de mí, el escollo contra el cual chocara mi barca y puede chocar la de ellos? ¡Oidme pues, oh mis amigos, mis conciudadanos, mis prójimos, y creedme cuanto me oigáis, y meditadlo! Creedlo, porque con un pie en la tumba, no podré deciros más que la verdad; meditadlo, porque tengo, ¡ay! la amarga experiencia de quien viera fracasar todas sus ilusiones y esperanzas.

El caso es que la Muerte se me ha presentado con un disfraz amable. Me avergüenzo de confesarlo; pero el caso es que la Muerte vino a buscarme y me tentó en la forma... ¿cómo decirlo?... de un juego de naipes, ¡el bridge! Supondréis que fui un jugador desgraciado, que perdí mi fortuna, mi crédito, lo que tenía y lo que no tenía, y que me resuelvo a suicidarme por no sobrevivir a la deshonra de mi bancarrota... ¡Nada de eso! Mi historia carecería entonces de toda originalidad y pudiera contarse en dos palabras... El bridge no es un juego peligroso, como el pocker y el baccarat, y, además, desde ya os adelanto que he sido más bien un jugador afortunado... ¡Y aun os declaro que no soy jugador por temperamento, y, si mucho me apuráis, que hasta detesto el juego! No es el amor y la práctica del bridge la causa de mi desgracia, ¡antes bien mi antigua ignorancia y mi odio actual!


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Publicado el 19 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

Monsieur Jaccotot

Carlos-Octavio Bunge


Cuento


Monsieur Jaccotot, el viejo maestro de francés, llamó ante el pizarrón a Perico Sosa, un rubiecito flacuchín, el menor y el más travieso de su clase de muchachones adolescentes, para dictarle ejemplos de la formación del femenino en substantivos masculinos o terminados en e, como nègre, nègresse...

Pertenecía aquella clase a un malhadado colegio criollo, cuya disciplina era menos que dudosa y cuyos estudiantes eran más que personajes. Cada vez que monsieur Jaccotot iniciaba alguna explicación, alzaba la voz algún impertinente. Espíritu sencillo, monsieur Jaccotot solía reprender entonces a sus alumnos, exclamando:

—En cuanto abro la boca, un imbécil habla.

Su declaración provocó esta vez más una grande hilaridad en el espíritu tanto menos sencillo de la clase. Sólo Manuel Peralta no se rió, absorbido por la lectura de algo que disimulaba dentro de su pupitre. Al notar la distracción del muchacho, el maestro pensó que estaría leyendo alguna novela, y por temor de encontrarse con un nuevo libro obsceno y vergonzoso, no se lo pidió, limitándose a observarle que no se venía a la clase a leer novelas...

—No estoy leyendo novelas,—replicó Manuel Peralta, con su desagradable voz de pollo que comienza recién a cacarear.

Notando intrigado en su tono y su gesto irónica impudencia, monsieur Jaccotot le preguntó:

—¿Qué lee usted, pues?

Peralta se levantó arrogantemente y entregó al profesor un cuaderno, diciéndole:

—Esto.

En la clase se hizo un gran silencio de curiosidad y expectativa...


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Publicado el 19 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

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