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autor: Carmen de Burgos editor: Edu Robsy textos disponibles


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Los Inadaptados

Carmen de Burgos


Novela


Dedicatoria

Un libro es la eucaristía que establece la comunión entre el autor y los lectores.


… y tomando el pan lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: «Tomad y comed; este es mi cuerpo».

DEL EVANGELIO.

(San Mateo, XXVI, 26).
 


… y desgarrándose las entrañas escribió un libro y lo dio a los artistas diciendo; «Tomad y leed; esta es mi alma».

DE LA VIDA.
 

Unas palabras

Jamás fue de mi agrado detener al lector con observaciones ni prólogos, innecesarios la mayor parte de las veces, antes de penetrar en las páginas de un libro; sin embargo, hoy creo precisa una breve aclaración. Adoro la Novela, diosa de la literatura, y dentro de sus diversos géneros tiene mi preferencia la sana novela naturalista; esto me obliga a defenderme de la acusación de falsedad que pudieran arrojar sobre mi libro las personas desconocedoras de la región levantina que en él describo, y ya me parece que oigo exclamar a más de uno: «¿Pero qué Andalucía nos pinta aquí Colombine?».

Yo puedo asegurarles, con la fe de una pluma incapaz de mentir, que nada hay en él de falso o exagerado. Lo he escrito para satisfacer una necesidad de mi espíritu: la de exteriorizar una impresión recibida en la infancia. Segura de que mi obra no llegará a manos de aquella sencilla gente, casi todas las personas llevan sus verdaderos nombres, y en la descripción del paisaje no alteré el de los sitios que sirven de escenario al drama. Hechos ciertos son el naufragio del vapor Valencia y cuantos forman la trama urdida por mi mano: No he tenido que modificar el lenguaje de los moradores del valle, para darle una entonación andaluza que allí no se usa y que será siempre escollo de novelistas.


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141 págs. / 4 horas, 7 minutos / 428 visitas.

Publicado el 26 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

Los Espirituados

Carmen de Burgos


Novela


I. Entre montañas

Tardó en darse cuenta del lugar donde se encontraba, con la imaginación turbada aún por las telarañas del sueño. Después de pasear la mirada en torno suyo, se repitió en voz alta, para tener la seguridad de que se hallaba despierto:

—Estoy en Jaca. Estoy otra vez en Jaca.

Le parecía imposible encontrarse, a un tiempo mismo, en su propia casa y en aquella ciudad extraña.

No era ya el cuarto de hotel, destartalado y ruidoso, donde lo despertaban todas las mañanas los gritos y el barullo de las camareras, departiendo entre sí, o de chicoleo con los huéspedes, o con los asistentes de los militares que allí se hospedaban.

No estaba obligado a oír los burdos diálogos amorosos que interrumpía un “No me pellizque usted”, o el ruido del cachete con que se defendía alguna moza.

Se hallaba rodeado de los viejos muebles de la casa paterna. Amigos inmóviles que le evocaban los tiempos de la niñez y parecían borrar el recuerdo de todas las casas de huéspedes en que había vivido desde que salió de Murcia para ir a estudiar a Madrid, sin sospechar el sacrificio que esa decisión les costaba a sus padres.

¡Madrid! Todas las ciudades frecuentadas por estudiantes tienen siempre un aroma de juventud, de alegría. Se graban en el recuerdo de una manera imborrable, unidas a la memoria de los días más felices e ingenuos de la vida.

Había pensado más en las muchachas y en las diversiones que en los libros durante aquella época.

En Murcia había oído recordar a los viejos en sus tertulias sus tiempos de mocedad y de vida estudiantil, alegrada por las modistillas madrileñas, los bailes de organillo y los inolvidables “biftecks” de los cafés, que jamás sentaron mal a sus estómagos hambrientos y juveniles.


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Dominio público
178 págs. / 5 horas, 11 minutos / 106 visitas.

Publicado el 22 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

La Rampa

Carmen de Burgos


Novela


Dedicatoria

A toda esa multitud de mujeres desvalidas y desorientadas, que han venido a mí, preguntándome qué camino podrían tomar, y me han hecho sentir su tragedia.


“Colombine”

El comedor de todos

Era todos los días un sacrificio subir aquella sucia escalera que conducía al restaurante.

A fuerza de verse allí se había establecido una especie de camaradería entre la mayor parte de los comensales; pero una camaradería casi hostil, aunque trataba de parecer afectuosa.

Sentían todos una especie de molestia por la pobreza que revelaba el asistir a los comedores de a peseta el cubierto, por abono.

—No será ningún potentado cuando viene aquí— solían repetir ante la petulancia o falta de espontaneidad de algún nuevo; y este concepto, que existía en todos contra cada uno de ellos, los molestaba, les hacía odioso el testigo, y la mayoría evitaba el darse a conocer. Era muy enojoso encontrarse luego en la calle y que en un momento dado uno pudiera decir señalándoles:

—Ese come en el restaurante de Babilonia.

Isabel y Agueda, al salir del Bazar, donde estaban empleadas, apretaban el paso con el deseo de llegar pronto, para aprovechar el poco tiempo que su trabajo les dejaba libre y para que no se hubiesen acabado los mejores platos, los que más llenaban, que eran los que solían pedir todos. Sabian que no debían temer a las sobras, porque las pequeñas raciones se consumían ávidamente y hasta rebañaban los platos de tal modo que podía prescindir se de los pinches a poco trabajo.


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Dominio público
198 págs. / 5 horas, 48 minutos / 324 visitas.

Publicado el 1 de enero de 2022 por Edu Robsy.

El Último Deseo

Carmen de Burgos


Cuento


I

Aquel gabinete azul tan bello, donde tantas horas de felicidad habían transcurrido, estaba revuelto, desordenado; fuera de su sitio sillones y muebles; tirados por mesas y sofás los vestidos, las gasas y los encajes; en el centro de la habitación mundos y maletas á medio arreglar, y en el suelo, sobre la alfombra, multitud de papeles de música y libros de todas clases, que habían de formar parte del equipaje.

Julia iba de acá para allá por la habitación, poniéndolo todo en orden, colocando en los baúles los objetos para el viaje. Pasaba ante Rafael luciendo la gallardía de su cuerpo hermoso, alto, fuerte y esbelto, y su cabeza de rizos de ébano con reflejos azulillos; el rostro de facciones correctas, labios de grana y plateada tez, donde brillaban dos ojos de azabache, con profundidades de abismo, entre doble fila de pestañas espesas, que se movían inquietas, con aletear de mariposas negras.

—¿Me escribirás? —preguntó él.

—¡Escribirte! ¡Ah! Sí, es verdad; vamos á dejar de vernos —contestó Julia.

Un estremecimiento recorrió su cuerpo y se acercó temblorosa á su amigo, como si hasta aquel instante no hubiera medido toda la tristeza de la separación.

—Julia —añadió él con voz grave—, desiste de este viaje, de este alejamiento inútil... Tu marcha me llena de dolor... Te amo, Julia, te amo; encarnas toda la idealidad de mi alma... desvaneces todas mis tristezas en una nueva aurora de felicidad.


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Dominio público
16 págs. / 29 minutos / 108 visitas.

Publicado el 25 de agosto de 2020 por Edu Robsy.

El Fiscal

Carmen de Burgos


Cuento


Eloísa era una joven encantadora. Figuráos que los árabes se mezclaran con los hebreos; haced de esta reunión una mujer de ojos garzos, sombreados por largas y sedosas pestañas obscuras; con el cabello intensamente negro y rizado con suavidad como el de las hijas del desierto; todo esto animando un rostro moreno, con ligeras tonalidades de bronce, la nariz fina, algo achatade cerca de los labios, y la boca un poco grande, pero ocultando una dentadura irreprochable; dad á esta concepción la vida de una juventud sin preocupaciones ni disgustos y tendréis á Eloísa.

Su carácter presentaba también una mezcla extraña, una excesiva impresionabilidad que la hacía aparecer tan pronto dulce y sencilla, como altiva é imperiosa.

Ni libros ni consejos pesaban sobre su ánimo; hija única, sin haber conocido á su madre, mimada por un padre que la adoraba, con un desconocimiento completo de la sociedad, Eloísa se desenvolvía libremente en plena Naturaleza.

En su quinta, á orillas del Guadalquivir, oculta entre los árboles gigantescos, sintiendo penetrar por todos sus poros los efluvios de la vida exuberante y fecunda, ensanchando su pecho con el perfume de la Naturaleza, la joven soñaba en un porvenir de venturas. Sus sueños eran los de ese período encantador que precede al casamiento, ese periodo de la dicha esperada que sobrepuja siempre á la realidad.

Su boda había de verificarse dentro de un plazo muy breve; ella amaba á su prometido con un amor tranquilo y profundo. Julio Sánchez era hijo de uno de sus vecinos, su amigo de la infancia, un muchacho honrado y trabajador, cuyos triunfos de estudiante había seguido anhelosa hasta verlo ocupar el importante cargo de Fiscal en la Audiencia de Sevilla.


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Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 39 visitas.

Publicado el 21 de enero de 2025 por Edu Robsy.

Una Tiple

Carmen de Burgos


Cuento


El teatro estaba completamente lleno; iluminado y decorado con riqueza y buen gusto, servía de marco á la espléndida guirnalda de muje. res hermosas que, con los hombros y los brazos desnudos, ocupaban los palcos y plateas, siendo la admiración de los elegantes que ocupaban la sala y del pueblo apiñado en la entrada general.

Era la noche del debut de la nueva tiple, que, precedida de gran fama, acababa de llegar á Italia, la patria del bell canto; tiple que iba á dar a conocer sus extraordinariasfacultades en Milán, donde siendo aceptada ya tenía asegurada su fama y su porvenir de artista. El renombre de la signora Giovani era grande y novelesco, uniendo á sus extraordinarias facultades una belleza poco común, que la hacía más interesante.

Se decía de la signora Giovani que poseedora de una gran fortuna y casada muy joven con un hombre, á quien adoraba, había sido abandonada por él, dejándola en la miseria con un hijo de corta edad, por el que la madre hubo de buscar en el arte un medio de ganar el pan, siendo tan aplaudida por su talento y belleza como por su intachable conducta.

El público esperaba con ansiedad el momento de levantarse el telón, que ya tardaba más de lo acostumbrado, y dejaba oir un rumor de impaciencia.

Entre tanto, la signora Giovani, pálida y temblorosa, vestida con el lujoso traje que había de lucir en la escena, decia suplicante al empresario.

—Suspended la función, por caridad, esta noche.

—Es imposible, señora. El teatro está lleno y el público espera.

—¿Cómo queréis que cante cuan do mi hijo expira?

—Exagera usted, y, puede creerlo, no es sólo mi interés, sino el suyo lo que me obliga á rogarla que cante. Es el porvenir de usted y el de su hijo. Se diría que la tiple había tenido miedo.

—Su estado no es tan desesperado como usted cree—dijo interviniendo en la conversación otro caballero—. Yo le ví esta mañana.


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Dominio público
3 págs. / 5 minutos / 17 visitas.

Publicado el 21 de enero de 2025 por Edu Robsy.

La Justicia del Mar

Carmen de Burgos


Novela corta


«El mar es la conciencia del pescador y tiene que mostrarse honrado delante de él.»
ESQUILO.

I

El más joven de los mares, el incoloro golfo del Zuiderzee, se extendía tranquilo, en una tranquilidad felina, satisfecho del zarpazo, artero y travieso, con que se había apoderado de aquel vasto campo verde que servía ahora de lecho á sus aguas. En la tarde tranquila, sin rumores, sin brisa que cabrillease en vellones de oro nevado la superficie, se destacaba del cristal lechoso de las aguas el contorno de las islas arraigadas en su seno, semejantes á gigantescas plantas de nenúfar que se abren al sol, para alcanzar el misterio del amor y la fecundación, y se vuelven á hundir en el silencio del sudario cristalino.

El cielo, blanco, hacía blanco al mar, espejo continuo de su dulzura y sus borrascas, sometido ahora á plácida quietud. Lamía apenas, con imperceptible chapoteo, los acantilados abruptos del norte de la costa y las pobres defensas de piedra musgosa con que los habitantes de Monikembarken pretendían defender el suelo de la isla de las invasiones furiosas de aquellas olas traicioneras que de vez en cuando asolaban su escasa vegetación y ahogaban á los ganados.

Monikembarken es quizá la isla más muerta de todas las muertas islas del Zuiderzee; quedó aislada del continente, cuando el mar, en su constante lucha con el genio holandés, le robó aquel territorio. Unas cuantas familias refugiadas en el altozano que forma hoy la isla, habían fundado en ella un pueblo de pescadores que crecía y la poblaba, mientras las islas cercanas, alguna tan importante como Enkhuizen, se iban despoblando y arruinándose, porque sus hijos, rompiendo la tradición de esperar que se retirasen las aguas para volver á pisar el continente, escapaban en busca de otra vida más fácil y emigraban á los países del sol.


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Dominio público
40 págs. / 1 hora, 10 minutos / 133 visitas.

Publicado el 12 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

La Flor de Brezo

Carmen de Burgos


Cuento


Cerca de Alcira, apartada de la carretera, aprovechando un rincón delicioso del terreno para esconderse, se levanta entre una espesa arboleda, la casita blanca que de lejos hace suspirar al viajero, la pequeña masía valenciana, con su alegre emparrado, donde se entremezclan las hojas de enredadera con los sarmientos de la vid.

Los rayos del sol de fuego envolvían á la tierra en esa abrasadora caricia que engendra la vida.

El campo presentaba todos los tonos de las mieses doradas; las viñas dejaban asomar entre sus verdes pámpanos apretados racimos; las palmeras mecían gallardamente los maduros ramos de dátiles y en la atmósfera flotaba un perfume de vitalidad acre y embriagador. Aquél hálito fecundante de la Naturaleza penetraba en el débil y cansado or ganismo de Mercedes, oxigenando su sangre y dándole una nueva vida.

Mercedes era la dueña del cortijo, una encantadora huérfana de diez y ocho años, de cuerpo anémico y es píritu cansado por la contínua agitación de las fiestas de la corte.

Ahora, toda su vida sufria un extraño cambio; el ambiente de amor y fecundidad en que se sentía envuelta, al mismo tiempo que le hacia recuperar la salud, exaltaba su imaginación, y la joven, obligada a permanecer allí por prescripción facultativa, soñaba con un enamorado

doncel, muy distinto de los campesinos que la rodeaban.

La imaginación hace milagros en las cabecitas de las jóvenes románticas.

Mercedes no había amado nunca, y, como todas las mujeres hermosas yaduladas, rendía sólo culto á su propia belleza. Un día encontró un ramo de flores de brezo sujeto á los hierros de la ventana. Las frescas florecillas ostentaban su lindo color encarnado, y las gotas de rocío brillaban entre los pétalos como un polvillo de diamantes.


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Dominio público
3 págs. / 6 minutos / 61 visitas.

Publicado el 21 de enero de 2025 por Edu Robsy.

Confidencias

Carmen de Burgos


Novela corta


8 Julio.

Mi marido es tan bueno, que no hallaría placer en engañarlo, y, sin embargo, merecería que lo engañase por esta indiferencia que su ilimitada confianza en mí le hace tener. Está tan persuadido de que le amo que aunque yo le dijese lo contrario, no lo creería. Lo que me hace respetarle más es el verlo tan feliz. Respeto su felicidad... Además, ¿valdrá alguno de los otros más que él? No lo sé; pero la prueba es muy arriesgada. No creo capaz a ninguno de mantener muchos años la ilusión; es más difícil conservar que conquistar. Indudablemente, al marido le conservamos mejor. ¡Hay tantas celadas en el hogar! Cuando se observan los pequeños gustos, y se cultiva el egoísmo, se tiene mucho conseguido. A veces un marido piensa con cariño en su esposa, sueña con el descanso y la felicidad que experimenta a su lado, y no se da cuenta de que ella lo ha acostumbrado a ponerse las zapatillas. ¡Está tan a gusto en zapatillas! Además, el marido que se cansa respeta...; los otros... Tengo demasiado orgullo para hacer la prueba..., y, sin embargo, hay tentaciones. Elena me decía que el encanto de los amores está en la caída... Ella está radiante, feliz, satisfecha, y debe haber tenido muchas caídas... Decididamente, esta soledad entre el campo y el mar no es buena consejera para mí. Felipe ha hecho mal en dejarme venir sola. Pero no había otro remedio para satisfacer mi capricho. Él tiene que trabajar. Es preciso dejarle que trabaje... ¡Pobrecillo, ahora estará haciendo números en aquellos libros tan grandes! ¡Qué cosa más terrible son los números! Tan pocos, y capaces de tantas combinaciones. Él también está solo... No sé por qué, me acuerdo con inquietud de la señorita mecanógrafa. Son molestas esas señoritas mecanógrafas. Hay en cada una de ellas la amante posible del dueño de la casa o la novia que se casa con el primer dependiente.


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36 págs. / 1 hora, 3 minutos / 209 visitas.

Publicado el 15 de septiembre de 2020 por Edu Robsy.

Como Flor de Almendro

Carmen de Burgos


Cuento


Ansiosa, acodada sobre la barandilla de popa, fijaba con insistencia los ojos en el horizonte, como si quisiera dar fuerza á sus pupilas para rasgarlo y descubrir la tierra.

La marcha tranquila del vapor la exasperaba en aquellos momentos en que rugía la tempestad dentro de su alma; hubiera querido montañas de olas que le arrojasen sobre la playa roto y maltrecho, con la velocidad del rayo.

Toda la noche la había pasado allí, fija la mirada en el horizonte, y á los primeros albores de la mañana, la faja plomiza delataba la proximidad de la costa.

El capitán había dicho que entrarían en el puerto á las diez de la mañana. ¡Cuántas horas aún! ¿Llegaría á tiempo? A esta pregunta, su corazón se angustiaba, y su garganta se oprimía con las agonías del llanto.

¡Si pudiera salvar la vida de aquel hombre con la suya! ¡Ó á lo menos decirle sólo una vez cuánto le amaba! ¡Pero pensar en que muriera así, lejos de ella!... ¡Sin haberle dicho la primera frase de amor!

Había recibido la carta de Roberto ocho días antes. Una carta tristísima, de pocas líneas, escritas con mano trémula:


«Te amo, Catalina, permíteme que te lo diga una vez, ahora que voy á morir... Perdóname que se escape de mí alma en este momento supremo mi pasión; olvídala luego... Conserva en tu memoria al amigo, al hermano...

«ROBERTO.»


¡Roberto le escribía aquella carta! ¡Roberto la amaba é iba á morir! Se revolvía poderosa en su alma la pasión... Ella le amaba también. En un momento se decidió: lo dispuso todo en pocas horas, y le expidió un telegrama que revelaba el estado de su espíritu á pesar del laconismo de sus frases:


«Espérame. Corro á tu lado. Te amo.

«CATALINA.»


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Dominio público
6 págs. / 11 minutos / 106 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2020 por Edu Robsy.

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