Estudio dedicado al distinguido literato Rafael Núñez, Presidente de la República de Colombia
O femmes, c'est à tort qu'on vous nomme timides.
A la voix de vos cœurs, vous êtes intrépides.
Legouvé
Las mujeres francesas no han sido nunca extrañas a las 
turbulencias de su patria; han influido tanto en la diplomacia y en la 
política, que el cardenal Mazarino dijo hablando de ellas al embajador 
español:
«Vuestras mujeres no se ocupan más que en amar, mientras que las 
nuestras enmarañan la política a su antojo; tenemos tres damas tan 
capaces de gobernar tres reinos como de perturbarlos: la Duquesa de 
Longueville, la Princesa Palatina y la Duquesa de Chevreuse».
Obsérvase que entre las mujeres francesas, las que más se mezclan
 en la política son las dos clases extremas: las mujeres de la 
aristocracia y las plebeyas. En la época del Terror, fueron víctimas de 
la revolución unas y otras.
La aristocracia francesa ha tenido hábiles políticas, contándose 
entre estas María Ana de la Tremouille, Princesa de los Ursinos, que 
gobernó a Felipe V de España; María Carolina Fernanda Luisa de Borbón, 
Duquesa de Berry, tan audaz, que intentó por las armas una restauración 
monárquica, y tan valiente, que soportó acerbos sufrimientos en la 
prisión del castillo de Blaye, sin exhalar una queja; la Duquesa de 
Grammont, que indujo a su hermano el Duque de Choisseul, ministro de 
Luis XV, a rechazar la alianza política propuesta por la Dubarry, lo 
cual ocasionó la caída del Ministerio, y Mme.
 Royale, Duquesa de Angulema, que cuando su marido salió para sublevar 
el Mediodía de Francia contra Napoleón, ella quedó en Burdeos luchando 
por su causa, animando a las autoridades civiles, pasando revista 
rodeada de generales, y presidiendo la organización de la defensa y el 
ataque, con un arrojo que hizo exclamar a Napoleón:
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