El Pequeño Patriota Paduano
Edmundo de Amicis
Cuento infantil
Dominio público
2 págs. / 3 minutos / 37 visitas.
Publicado el 7 de mayo de 2024 por Edu Robsy.
Dominio público
2 págs. / 3 minutos / 37 visitas.
Publicado el 7 de mayo de 2024 por Edu Robsy.
El capitán y casi todos los marineros eran ingleses. Entre los pasajeros se encontraban varios italianos: tres caballeros, un sacerdote y una compañía de músicos.
El buque iba a la isla de Malta. El tiempo estaba borrascoso.
Entre los viajeros de tercera clase a proa se contaba un muchacho italiano, de doce años aproximadamente, pequeño para su edad, pero robusto: un hermoso rostro de siciliano, audaz y severo. Estaba solo, cerca del palo trinquete, sentado sobre un montón de cuerdas, al lado de una maletilla usada que contenía su equipaje, y sobre la cual se apoyaba.
Tenía el rostro moreno y el cabello negro y rizado, que casi le caía sobre la espalda. Estaba vestido pobremente, con una manta destrozada sobre los hombros y una vieja bolsa de cuero colgada.
Miraba a su alrededor pensativo, a los pasajeros, al barco, a los marineros que pasaban corriendo y al inquieto mar.
Dominio público
5 págs. / 10 minutos / 50 visitas.
Publicado el 7 de mayo de 2024 por Edu Robsy.
Llovía y hacía viento. Federico y la abuela, todavía levantados, estaban en el cuarto donde comían, entre el cual y el huerto había una habitación llena de muebles viejos. Federico había vuelto a casa a las once, después de pasar fuera muchas horas; la abuela le había esperado con los ojos abiertos, llena de ansiedad, clavada en un ancho sillón de brazos, en el cual solía pasar todo el día y frecuentemente la noche, porque la fatiga no la dejaba respirar estando acostada.
El viento azotaba la lluvia contra los cristales; la noche era obscurísima. Federico había vuelto cansado, lleno de fango, con la chaqueta hecha jirones y con un cardenal en la frente, de una pedrada; venía de estar apedreándose con sus compañeros: llegaron a las manos como de costumbre, y por añadidura jugó y perdió sus cuartos, extraviándosele, además, la gorra en un foso.
Dominio público
6 págs. / 12 minutos / 53 visitas.
Publicado el 7 de mayo de 2024 por Edu Robsy.
El muchacho había andado diez millas de camino.
El portero, leyendo la carta, llamó a un enfermero para que le llevase al muchacho, donde estaba su padre. “¿Qué padre?”, preguntó el enfermero.
El muchacho, temblando por temor de una triste noticia, dijo el nombre.
El enfermero no recordaba tal nombre: “¿Un viejo trabajador que ha llegado de fuera?”, preguntó.
Dominio público
8 págs. / 15 minutos / 30 visitas.
Publicado el 7 de mayo de 2024 por Edu Robsy.
Era una lluviosa mañana de Febrero, una hora antes de salir el sol. Mi madre me acompañó hasta la escalera, repitiéndome los consejos que durante un mes cada día me propinaba; después me echó los brazos al cuello, rompió en amargo llanto y desapareció. Quedé un momento inmóvil, con el corazón oprimido, fijos los ojos en la puerta y á punto de gritar:
—¡Abre, madre mia! ¡abre! ¡Ya no me marcho! ¡Quiero quedarme contigo!
Mas luego bajé á saltos la escalera como malhechor perseguido. Al hallarme en la calle, me pareció que entre mi casa y yo se habían interpuesto las olas del mar y levantándose las cimas de los Pirineos, y ¡cosa extraña no me sentía alegre á pesar de haber esperado aquel día con tanta impaciencia. Al doblar una esquina un médico amigo mío, que iba al Hospital, y á quien no había visto hacía más de un mes, me preguntó:
—¿A dónde vas?
—A España—le contesté.
Y no quiso creerme, pues mi semblante triste y melancólico, no parecía anunciar un viaje de recreo.
Durante el trayecto de Turín á Génova, ni un instante se apartó de mí el recuerdo de mi madre, ni puede olvidar tampoco mi pobre biblioteca, mi pequeño cuarto que quedaba vacio, ni las dulces costumbres de la vida casera, á la que daba un adiós por muchos meses. Pero cuando llegué á Génova la vista del mar, los jardines del Acquasola y la compañia de Antonio Julio Barrilli, devolviéronme la paz y la alegría. Recuerdo que á punto de embarcarme en el bote que debía conducirme al buque, me entregaron una carta de un corredor de fondas, con estas solas palabras:
Dominio público
388 págs. / 11 horas, 20 minutos / 453 visitas.
Publicado el 30 de octubre de 2021 por Edu Robsy.
Al alcanzar la esquina de Via dei Mercanti, el secretario, haciendo un amplio ademán, se quitó el sombrero y saludó al ingeniero Ginoni que le respondió con su acostumbrado: «¡Buenos días, querido secretario!». Después enfiló la Via San Francesco di Assisi para regresar a casa. Faltaban veinte minutos para que dieran las nueve y estaba casi convencido de que iba a encontrar por la escalera al objeto de sus deseos.
A diez pasos del portón, se topó en la acera con el profesor Fassi, el bigotudo instructor de gimnasia, que estaba leyendo unas pruebas de imprenta. Se detuvo y, mostrándole los folios, le dijo que estaba hojeando el borrador de un artículo sobre la barra fija que la maestra Pedani había escrito para la revista de gimnasia Nueva Competición, de la cual él era uno de los principales redactores.
—Está bien lo que dice —añadió—. Sólo tengo que hacer algún que otro retoque. ¡Desde luego, ésta sí que es una buena maestra de gimnasia! No lo digo por el hecho de que a su vez escriba, que cada uno tiene sus facultades y además… en la gimnasia como ciencia, el cerebro de una mujer no tiene éxito, ya se sabe… Lo digo porque poniéndola en práctica, no tiene rival. La madre naturaleza le ha dado dotes para ello: las proporciones del esqueleto más perfectas que he visto en mi vida y una caja torácica que es una maravilla. La observé ayer mientras se ejercitaba haciendo una rotación de busto y tiene la flexibilidad de una niña de diez años. ¡Que me vengan a decir los amantes de la estética que la gimnasia deforma al sexo débil! Maneja las mancuernas como un hombre, y tiene el brazo de mujer más bonito que se ha visto bajo el sol. ¡Si usted lo viese desnudo! Mis respetos.
Así cortaba bruscamente la conversación para imitar al célebre Baumann, el gran gimnasiarca, como él lo llamaba, que era su Dios. El secretario se quedó pensativo.
Protegido por copyright
121 págs. / 3 horas, 32 minutos / 174 visitas.
Publicado el 1 de marzo de 2017 por Edu Robsy.
El presente libro se halla especialmente dedicado a los chicos de nueve a trece años de las escuelas elementales, pudiéndose titular HISTORIA DE UN CURSO ACADÉMICO, ESCRITA POR UN ALUMNO DE TERCERA, EN UNA ESCUELA MUNICIPAL DE ITALIA.
Al decir escrita por un alumno, no quiero dar a entender que haya redactado la obra tal cual sale a luz, sino que el escolar iba anotando en un cuaderno, a su manera, lo que había visto, oído, pensado en las aulas y fuera de ellas, mientras que su padre al fin de año corrigió este DIARIO, procurando no alterar lo esencial de aquellas impresiones, en cuanto fué posible. Cuatro años después, el estudiante, ya en el Colegio Secundario, leyó de nuevo el manuscrito, añadió o suprimió algo que a su juicio no era fiel trasunto del pasado, y así se da a la estampa.
Ahora, niños y jóvenes: leed estas páginas; que espero os interesen, y cuya lectura confío que os será saludable.
Lunes 17
Dominio público
274 págs. / 7 horas, 59 minutos / 620 visitas.
Publicado el 1 de marzo de 2017 por Edu Robsy.
Dominio público
8 págs. / 14 minutos / 174 visitas.
Publicado el 10 de junio de 2016 por Edu Robsy.
El oficial se quedó un poco pensativo; después se apeó del caballo, y, dejando los soldados allí vueltos hacia el enemigo, entró en la casa y se subió hasta el tejado: no se veía más que un pedazo de campo. “Es menester subir sobre los árboles”, pensó el oficial; y bajó. Precisamente delante de la era se alzaba un fresno altísimo y flexible, cuya cumbre casi se mecía en las nubes.
Dominio público
4 págs. / 8 minutos / 245 visitas.
Publicado el 10 de junio de 2016 por Edu Robsy.
El hijo sabía que con su padre era inútil insistir en aquellas cosas, y no insistió. Pero he aquí lo que hizo.
Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 222 visitas.
Publicado el 10 de junio de 2016 por Edu Robsy.