Textos más populares este mes de Émile Zola

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autor: Émile Zola


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Germinal

Émile Zola


Novela


Parte 1

Capítulo 1

Por en medio del llano, en la oscuridad profundísima de una noche sin estrellas, un hombre completamente solo seguía a pie la carretera de Marchiennes a Montsou; un trayecto de diez kilómetros, a través de los campos de remolachas en que abundan aquellas regiones. Tan densa era la oscuridad, que no podía ver el suelo que pisaba, y no sentía, por lo tanto, la sensación del inmenso horizonte sino por los silbidos del viento de marzo, ráfagas inmensas que llegaban, como si cruzaran el mar, heladas de haber barrido leguas y leguas de tierra desprovistas de toda vegetación.

Nuestro hombre había salido de Marchiennes a eso de las dos de la tarde. Caminaba a paso ligero, dando diente con diente, mal abrigado por el raído algodón de su chaqueta y la pana vieja de sus pantalones. Un paquetito, envuelto en un pañuelo a cuadros, le molestaba mucho; y el infeliz lo apretaba contra las caderas, ya con un brazo, ya con otro, para meterse en los bolsillos las dos manos a la vez, manos grandes y bastas, de las que en aquel momento casi brotaba la sangre, a causa del frío. Una sola idea bullía en su cerebro vacío, de obrero sin trabajo y sin albergue; una sola: la esperanza de que haría menos frío cuando amaneciese. Hora y media hacía ya que caminaba, cuando allá a la izquierda, a dos kilómetros de Montsou, advirtió unas hogueras vivísimas que parecían suspendidas en el aire, y no pudo resistir a la dolorosa necesidad de calentarse un poco las manos.


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563 págs. / 16 horas, 26 minutos / 1.248 visitas.

Publicado el 8 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Yo Acuso

Émile Zola


Carta


París, 13 de enero de 1898


Carta al Sr. Félix Faure,
presidente de la república

Señor presidente:

¿Me permite usted, dentro de mi gratitud por la benévola acogida que usted me dio un día, de tener la preocupación de su justa gloria y de decirle que su estrella, tan afortunada hasta ahora, está amenazada por la más vergonzosa, por la más imborrable de las manchas?

Salió usted airoso de sucias calumnias, conquistó los corazones. Apareció usted radiante en la apoteosis de esa fiesta patriótica que la alianza rusa fue para Francia, y se prepara para presidir el solemne triunfo de nuestra Exposición Universal, que coronará nuestro gran siglo de trabajo, de verdad y de libertad. Mas ¡menuda mancha de barro sobre su nombre —me atrevería a decir sobre su reino— que es este abominable caso Dreyfus! Un consejo de guerra acaba, por orden, de absolver a un tal Esterhazy, alucinación suprema de toda verdad, de toda justicia. Y se terminó, Francia tiene sobre el rostro esta bajeza, y la historia escribirá que fue bajo su presidencia como tal crimen social pudo cometerse.

Puesto que ellos osaron, yo también osaré. Diré la verdad, puesto que prometí decirla, si la justicia, regularmente sometida, no lo hiciera, plena y enteramente. Mi deber es hablar, no puedo ser cómplice. Mis noches estarían llenas de vergüenza por el espectro de un inocente que expía allí, en la más horrible de las torturas, un crimen que no cometió.

Y es a usted, señor presidente, a quién gritaré esta verdad, con todas las fuerzas de mi indignación de hombre honesto. Por su honor, estoy convencido de que usted desconoce lo sucedido. Por tanto, ¿a quién denunciaré la turba malvada de los verdaderos culpables, si no es a usted, el Primer Magistrado del País?

* * *

En primera instancia, la verdad acerca del proceso y la condena de Dreyfus.


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Dominio público
13 págs. / 24 minutos / 749 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Angeline o la Casa Encantada

Émile Zola


Cuento


I

Hace cerca de dos años, iba en bicicleta por un camino desierto del lado de Orgeval, más allá de Poissy, cuando la brusca aparición de una vivienda a orillas del camino me sorprendió de tal forma que salté de la bicicleta para contemplarla mejor. Se trataba, bajo el cielo gris de noviembre y el viento frío que barría las hojas secas, de una casa de ladrillo sin gran personalidad, en medio de un vasto jardín plantado de árboles viejos. Pero lo que la hacía extraordinaria, con una rareza arisca que oprimía el corazón, era el horrible abandono en el que se encontraba. Y como un batiente de la reja estaba arrancado, como un enorme rótulo, desteñido por la lluvia, anunciaba que la propiedad estaba en venta, entré en el jardín, cediendo a una curiosidad mezclada de angustia y malestar.


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12 págs. / 22 minutos / 215 visitas.

Publicado el 20 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

La Taberna

Émile Zola


Novela


Prólogo

La colección de Los Rougon-Macquart se compondrá de una veintena de novelas. El plan general está trazado desde 1869, y lo sigo con extremo rigor. «La Taberna» ha venido a su hora. La he escrito, como escribiré las otras obras, sin apartarme ni por un segundo de mi línea recta. Es esto lo que constituye mi fuerza. Me encamino hacia un objetivo.

Cuando «La Taberna» apareció publicada en un diario, fue atacada y denunciada con una rudeza sin precedentes, y se le imputaron todos los crímenes. ¿Es indispensable que aquí, en algunas líneas, explique mis intenciones de escritor? He querido describir la trayectoria, fatalmente en decadencia, de una familia obrera, dentro del marco corrompido de nuestros arrabales. La embriaguez y la ociosidad conducen al relajamiento de los lazos familiares, a las impurezas de la promiscuidad, al olvido progresivo de los sentimientos honestos, que tienen como lógica conclusión la vergüenza y la muerte. Se trata simplemente de la moral en acción.

A ciencia cierta, «La Taberna» es el más casto de mis libros. Con frecuencia he debido tocar de otra manera plagas espantosas. Y la sola forma en que lo hice ha causado estremecimiento. Se han irritado contra las palabras. Mi crimen consiste en haber tenido la curiosidad literaria de reunir y hacer fluir en un molde bien trabajado el lenguaje popular. ¡Ah, la forma, he ahí el gran crimen! Sin embargo, existen diccionarios de este lenguaje y hay escritores que lo estudian y gozan con su vigor y con lo imprevisto de la fuerza de sus imágenes. Además, constituye un regalo para los gramáticos investigadores. Pero no importa, nadie ha entrevisto que mi deseo consiste en hacer un trabajo puramente filológico, que a mi parecer es de gran interés histórico y social.


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517 págs. / 15 horas, 5 minutos / 951 visitas.

Publicado el 24 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Una Víctima de la Publicidad

Émile Zola


Cuento


Conocí a un chico, fallecido el año pasado, cuya vida fue un prolongado martirio. Desde que tuvo uso de razón, Claude se había hecho este razonamiento: «El plan de mi existencia está trazado. No tengo más que aceptar las ventajas de mi tiempo. Para marchar con el progreso y vivir totalmente feliz, me bastará con leer los periódicos y los carteles publicitarios, mañana y tarde, y hacer exactamente lo que esos soberanos guías me aconsejen. En ello radica la verdadera sabiduría, la única felicidad posible». A partir de aquel día, Claude adoptó los anuncios de los periódicos y de los carteles como código de vida. Éstos se convirtieron en el guía infalible que le ayudaba a decidirlo todo; no compró nada, no emprendió nada que no le hubiera sido recomendado por la voz de la publicidad. Así fue como el desventurado vivió en un auténtico infierno.

Claude adquirió un terreno formado por tierras de aluvión donde sólo pudo construir sobre pilotes. La casa, construida según un sistema novedoso, temblaba cuando hacía viento y se desmoronaba con las lluvias tormentosas. En su interior, las chimeneas, provistas de ingeniosos sistemas fumívoros, humeaban hasta asfixiar a la gente; los timbres eléctricos se obstinaban en guardar silencio; los retretes, instalados según un modelo excelente, se habían convertido en horribles cloacas; los muebles, que debían obedecer a mecanismos particulares, se negaban a abrirse y cerrarse.

Tenía sobre todo un piano que no era sino un mal organillo y una caja fuerte inviolable e incombustible que los ladrones se llevaron tranquilamente a la espalda una hermosa noche invernal.


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2 págs. / 4 minutos / 345 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Carta a la Juventud

Émile Zola


Ensayo, Crítica


Dedico este estudio a la juventud francesa, esta juventud que hoy tiene veinte años y que será la sociedad de mañana. Acaban de producirse dos acontecimientos: la primera representación de Ruy Blas en la Comédie Française, y la solemne recepción de M. Renan en la Academia. Se ha producido un gran revuelo, ha estallado un gran entusiasmo, la prensa ha tocado la fanfarria en honor del genio de la nación, y se ha dicho que similares acontecimientos deberían consolarnos de nuestras desgracias y asegurarían nuestros futuros triunfos. Ha habido un arrebato en el ideal; por fin nos escapábamos de la tierra, se podía volar, era como una revancha de la poesía contra el espíritu científico.


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41 págs. / 1 hora, 12 minutos / 664 visitas.

Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Paraíso de las Mujeres

Émile Zola


Novela


I

Denise fue andando desde la estación de Saint-Lazare, adonde había llegado con sus dos hermanos en el tren de Cherburgo, tras viajar toda la noche en el duro asiento corrido de un vagón de tercera. Llevaba a Pépé cogido de la mano y a Jean pegado a los talones, tan derrengados como ella del viaje e igualmente atónitos y perdidos en medio de aquel París inmenso, que recorrían fijándose en todas las fachadas y preguntando en cada cruce por la calle de la Michodiére, en la que vivía su tío Baudu. Cuando desembocaron por fin en la plaza de Gaillon, la joven se paró en seco, sorprendida.

—¡Huy! ¡Mira, Jean! —dijo.

Y allí se quedaron, apiñados en medio de la calle, vestidos con los trajes negros y raídos del luto de su padre, que aún no habían acabado de gastar. Denise, muy poquita cosa, muy aniñada a pesar de sus veinte años, llevaba un hatillo ligero en un brazo y a su hermano Pépé, de cinco años, colgado del otro; el mayor, Jean, estaba de pie detrás de ella con los brazos caídos, en el esplendor de sus dieciséis años.

—¡Hay que ver! —volvió a decir Denise, al cabo de un rato—. ¡Menuda tienda!


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540 págs. / 15 horas, 46 minutos / 130 visitas.

Publicado el 24 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Dinero

Émile Zola


Novela


I

Acababan de dar las once en el reloj de la Bolsa, cuando Saccard penetró en la sala blanca y dorada de casa Champeaux, cuyas altas ventanas daban a la plaza. Con rápida mirada, recorrió las hileras de mesillas, donde los hambrientos comensales se apretujaban, pareciendo sorprenderse al no advertir el rostro que andaba buscando.

Cuando, en el alboroto del servicio, pasó junto a él un mozo cargado de platos, le interrogó:

—Oiga, ¿no ha venido el señor Huret?

—No, señor; todavía no.

Decidió entonces Saccard sentarse a una mesa que abandonaba un cliente, en el hueco de una de las ventanas. Creía haberse retrasado, y, mientras cambiaban el mantel, llevó sus miradas al exterior, examinando los viandantes de la acera. Aun después de haberle preparado la mesa, no se apresuró a encargar su comida, quedando unos momentos con la vista sobre la plaza, toda alegre en esta clara jornada de principios de mayo. A aquella hora, en que todos almorzaban, permanecía casi desierta. Bajo el suave verde de los castaños, los bancos estaban desocupados. A lo largo de la reja, en el estacionamiento de coches, la fila de éstos se prolongaba de punta a punta, y el ómnibus de la Bastilla se detenía en su parada, en la esquina del jardín, sin dejar ni tomar viajeros. El monumento, con su columnata, sus dos estatuas y su vasto césped, quedaban bañados por el sol, que caía a plomo, mientras a su alrededor se alineaba en buen orden un ejército de sillas.

Saccard, que se había vuelto, reconoció entonces a Mazaud, el agente de cambio, sentado a la mesa vecina, y le tendió la mano.

—¡Pero si es usted! ¡Buenos días!

—Buenos días —respondió Mazaud, estrechando su mano distraídamente.


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512 págs. / 14 horas, 57 minutos / 518 visitas.

Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

La Novela Experimental

Émile Zola


Ensayo, Crítica


A menudo he hablado, en mis estudios literarios, del método experimental aplicado a la novela y al drama. El retorno a la naturaleza, la evolución naturalista que arrastra consigo el siglo, empuja poco a poco todas las manifestaciones de la inteligencia humana hacia una misma vía científica. La idea de una literatura determinada por la ciencia sólo puede sorprender si no se precisa y se comprende. Me parece útil decir, pues, claramente lo que se debe entender, en mi opinión, por novela experimental.

Sólo tendré que hacer un trabajo de adaptación, ya que el método experimental ha sido establecido con una fuerza y una claridad maravillosas por Claude Bernard en su Introduction à l’étude de la médecine expérimentale. Este libro, escrito por un sabio cuya autoridad es decisiva, va a servirme de base sólida. Encontraré en él toda la cuestión tratada, y me limitaré a dar las citas que me sean necesarias como argumentos irrefutables. Se tratará, pues, de una compilación de textos; ya que cuento escudarme, en todos los puntos, detrás de Claude Bernard. A menudo me bastará con remplazar la palabra «médico» por la palabra «novelista» para hacer claro mi pensamiento y darle el rigor de una verdad científica.


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43 págs. / 1 hora, 16 minutos / 2.750 visitas.

Publicado el 24 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Ayuno

Émile Zola


Cuento


I

Cuando el vicario subió al púlpito con su amplio sobrepelliz de blancura angelical, la pequeña baronesa estaba beatíficamente sentada en su sitio habitual, cerca de una salida de calor, delante de la capilla de los Santos Ángeles.

Tras el recogimiento habitual, el vicario pasó delicadamente por sus labios un fino pañuelo de batista; luego abrió los brazos como un serafín que va a emprender el vuelo, inclinó la cabeza y habló. En la amplia nave, su voz fue en un primer momento como un murmullo lejano de agua corriente, como un lamento amoroso del viento entre los follajes. Y, poco a poco, el soplo aumentó, la brisa se convirtió en tempestad, la voz se difundió bajo las bóvedas con majestuoso fragor de trueno. Pero siempre, por momentos, incluso en medio de sus más formidables invectivas, la voz del vicario se hacía súbitamente suave, lanzando un claro rayo de sol en medio del sombrío huracán de su elocuencia.

La pequeña baronesa, desde los primeros susurros en las hojas, había adoptado la pose receptiva y encantada de una persona de oído delicado que se dispone a gozar de todas las finuras de una sinfonía amada. Pareció encantada de la suavidad de los primeros acordes; luego siguió, con atención de experta, las elevaciones de la voz, la expansión de la tormenta final, administradas con tanta experiencia; y cuando la voz hubo adquirido toda su amplitud, cuando tronó, engrandecida por el eco de la nave, la pequeña baronesa no pudo reprimir un discreto bravo, un cabeceo de satisfacción.

A partir de ese momento, fue un gozo celestial. Todas las devotas se desmayaban.

II

Pero el vicario decía algo; su música acompañaba a determinadas palabras. Estaba predicando acerca del ayuno; decía cuán agradables le resultan a Dios las mortificaciones de sus criaturas. Asomado al borde del púlpito, en su actitud de gran pájaro blanco, suspiraba:


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5 págs. / 9 minutos / 193 visitas.

Publicado el 21 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

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