Textos más cortos de Emilio Salgari disponibles publicados el 24 de febrero de 2017 que contienen 'u'

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autor: Emilio Salgari textos disponibles fecha: 24-02-2017 contiene: 'u'


Los Dramas de la Esclavitud

Emilio Salgari


Novela


CAPITULO I. LA BAHÍA DE LÓPEZ

—¡Ten cuidado, muchacho, y abre bien los ojos!

—Pero, ¿a qué venimos aquí, maestro Hurtado?

—¡Quién lo sabe, Vasco!

—¿Te ha dicho algo el capitán?

—Sí y no.

—No comprendo ese enigma, maestro.

—Ni te hace falta; y calla, que mientras hablamos como papagayos, no observamos el banco. ¿No oyes cerca la resaca?

—Un golpe de timón y salimos adelante, maestro. Está esto tan oscuro, que en la cala de la Guadiana, a medianoche, se ve mejor que aquí.

—Lo creo, Vasco. ¡Uf! ¡Qué olor a pólvora se siente aquí!

—¡Y a cuerda de verdugo, maestro mío!

—Tu, ríete. ¡Quién sabe si dentro de un cuarto de hora te encontrarás colgado de una verga y haciendo trenzados con las piernas!

—¿Lo cree usted así, Hurtado?

—¡Que si lo creo! ¡Mil diablos! ¿No sabes que el Kentucky ha sorprendido al brasileño?

—No, Hurtado. ¿Y los castigaron a todos?

—Como a ladrones. Los corsarios no bromean, y cuando apresan una nave negrera, castigan a la tripulación con verdadera crueldad.

—Pues ya sabemos que el capitán Cabral no nos hará más la competencia.

—No; le colgaron de una verga del Kentucky, así como a toda su tripulación. Se dice que nadie ha visto un fandango tan animado como el que aquellos negreros bailaron.

—¡Me da frío de oírte! ¡Veintisiete hombres bailando la danza de la muerte!

—¡Pues abre bien los ojos si no quieres bailarla tú también! ¡Por los cien mil cuernos del demonio! ¿Qué es lo que se ve allí?

El maestro se levantó violentamente, haciendo oscilar la chalupa, escupió el tabaco que masticaba y dirigió los ojos hacia el Sur, arrugando la frente.

—Es la punta de Fetiche —dijo Vasco.

—La veo.

—¿Y en ella nos espera Bango?

—Sí; le he avisado por medio de los negros costeros.


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139 págs. / 4 horas, 3 minutos / 453 visitas.

Publicado el 24 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Los Náufragos del Oregón

Emilio Salgari


Novela


I. El abordaje

La oscuridad era total en el puente.

—¿Se ve ya?

—Aún no, patrón O’Paddy.

—¡Demonio! ¡Y el vendaval amenaza con echar a pique la corbeta! ¡Podía tener mejores barcos el señor Wan-Baer!…

—Cuidado con las olas…

—¿Es hábil el timonel, Aier-Rajá?

—Sí, patrón.

—Que tenga cuidado, porque un falso movimiento puede hacernos beber agua para siempre.

—No hay nada que temer; es un buen marinero.

—¿Se ve ya el «Oregón»?

—No, patrón.

—¡Caramba! ¡Tan a propósito como está la noche para abordarlo!

—¿Pero qué dice? ¿Vamos a abordarlo?

—Si, Aier-Rajá.

—Quizá nos vayamos a pique todos.

—La costa de Borneo no está a más que tres millas.

—Sí, pero seguro que el canal de Macasar está ahora hecho una furia.

—¡Bribonazo! ¿Crees tú que van a regalarnos un millón por un simple paseo por el mar?

—No pienso tal cosa.

—Pues yo, muy a pesar mío, así lo creo. ¡Eh…, timonel del infierno! ¡Fíjate!

Una ola como una montaña, negruzca y con la cresta erizada de nítida blancura por la espuma, se arrojó con violencia sobre el barco, haciéndolo inclinarse hacia estribor.

—¡Rayos y truenos! —exclamó el patrón—. Si nos viene otra como ésta pierde el «Wangenep» una rueda.

—Ya se ha llevado dos paletas del tambor de babor, patrón O’Paddy.

—¡Y el «Oregón» sin aparecer! ¿Habrá ido costeando? ¡De ser así, vaya una suerte para nosotros!

—Jamás habrá ganado nadie mejor un millón.

—Sí; pero me parece que, a pesar nuestro, no vamos a tener esa suerte. ¡Hemos nacido con mala estrella!

—De todas maneras, lo ganaremos.

—Depende de que el «Wangenep» choque bien; ¡pero está tan averiado!


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160 págs. / 4 horas, 40 minutos / 391 visitas.

Publicado el 24 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Los Náufragos del Liguria

Emilio Salgari


Novela


CAPÍTULO I. UN DRAMA EN EL MAR

—¡Fuego!

—¡Eh!… ¡Tonico!… ¿Sueñas o duermes?

—¡Fuego!

—¡Pero tú has bebido, tunante!

—¡No! ¡Veo el humo!

—¡Con esta oscuridad!… ¡El muchacho se ha vuelto loco!

Una voz que tenía el acento duro de nuestras gentes del Mediodía, gritó furiosa, en la toldilla del barco:

—¡La chalupa grande huye!… ¡San Genaro eche a pique a esos malditos!…

—¿A quien van a echar a pique? —preguntó otra voz a la proa.

—¡Huyen! ¡Allí van de arrancada! ¡Que el diablo acompañe a esa canalla!

—¡Tenemos fuego a bordo!…

Una exclamación general se alzó en las tinieblas.

—¡Los miserables!…

—¡Han incendiado el bergantín!…

—¡No es posible!

—¡Sí!… ¡Sale humo de la despensa!

—¡Capitán!… ¡Oficial de cuarto!…

—¡Ohé…; sobre cubierta todo el mundo!…

—¡San Marcos nos ayude!…

—¡A las bombas! ¡A las bombas!

—¡Y aquellos miserables huyen!

Un hombre medio desnudo de mediana estatura, pero tan fuerte y robusto como un novillo y con la cara cubierta por fosca barba, se lanzó fuera de la camareta de popa gritando:

—¿Qué es lo que sucede?

El oficial de cuarto que abandonaba en aquel momento el castillo de proa, se precipitó a su encuentro diciendo con voz ronca:

—¡Capitán… los rebeldes se han escapado!

—¡Los dos malteses!

—¡Sí capitán!

—Pero… ¿Cuándo?

—¡Ahora mismo!

—¿Por donde? ¿No estaban encadenados?

—¡Sí señor! pero creo que han roto las cadenas.

—¡Mil bombas! ¡Traedme un fusil y dad orden para perseguirlos, o yo…!

—¡Es imposible, capitán!

—¿Quién dice eso? —gritó el capitán.

—¡Tenemos fuego a bordo!


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230 págs. / 6 horas, 43 minutos / 650 visitas.

Publicado el 24 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Los Últimos Filibusteros

Emilio Salgari


Novela


Capítulo I. Un tabernero terrible

—Co… co… co. ¡Qué querrás decir, por todos los truenos y tempestades del Cantábrico! Co… co. Ya sé que hay papagayos llamados Cocós, pero estoy por creer que no será uno de esos pintarrajeados volátiles quien me haya escrito esta carta… Mejor será interrogar a mi mujer, la cual, quizás, tampoco pueda descifrar estos garabatos. En fin: ¡Panchita!

Una robusta hembra de unos treinta y cinco años, morena, de ojos almendrados como andaluza, graciosamente ataviada y con las mangas recogidas para lucir unos bien torneados y mórbidos brazos, salió detrás de un largo mostrador de caoba, donde se hallaba fregoteando vasos, y dijo:

—¿Qué deseas, Pepito?

—¡Diablo de Pepito! Yo soy un señor Barrejo y no un Pepito cualquiera. ¿Cuándo te acordarás, mujer, de que yo soy un noble de Gascuña?

—Pepito es un nombre más dulce.

—Pues déjatelo para Sevilla.

El que hablaba así era un hombrote alto y enjuto, con dos bigotes enmarañados y algo grises y de rasgos enérgicos que no se adaptaban bien a un tabernero.

Con las piernas rígidas, clavado frente a una mesa ocupada por una media docena de mestizos, que se encontraban agotando una jarraza de mezcal, fijaba sus ojos grises, relampagueantes como el acero, sobre un trozo de carta.

—Lee tú, Panchita —dijo, alargando la hoja a la mujer—. No se escribe así en Gascuña, ¡por todos los estruendos del mar de Vizcaya!

—¡Caramba! —respondió—. Nada entiendo.

—Son, pues, unos burros los castellanos —exclamó el tabernero, estirándose más sobre sus plantas—. Y no obstante allá se habla la purísima lengua de la grande España.

—¿Y en Gascuña? —añadió la hermosa morena, con una carcajada—. ¿No son burros en tu país, Pepito?

—Déjame Gascuña a un lado; es ella una tierra elegida que solo a espadachines nutre.


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305 págs. / 8 horas, 53 minutos / 1.043 visitas.

Publicado el 24 de febrero de 2017 por Edu Robsy.