Algunos dicen que la palabra «odradek» precede del esloveno, y sobre esta base tratan de establecer su etimología.
Otros, en cambio, creen que es de origen alemán, con alguna 
influencia del esloveno. Pero la incertidumbre de ambos supuestos 
despierta la sospecha de que ninguno de los dos sea correcto, sobre todo
 porque no ayudan a determinar el sentido de esa palabra.
Como es lógico, nadie se preocuparía por semejante investigación si 
no fuera porque existe realmente un ser llamado Odradek. A primera vista
 tiene el aspecto de un carrete de hilo en forma de estrella plana. 
Parece cubierto de hilo, pero más bien se trata de pedazos de hilo, de 
los tipos y colores más diversos, anudados o apelmazados entre sí. Pero 
no es únicamente un carrete de hilo, pues de su centro emerge un pequeño
 palito, al que está fijado otro, en ángulo recto. Con ayuda de este 
último, por un lado, y con una especie de prolongación que tiene uno de 
los radios, por el otro, el conjunto puede sostenerse como sobre dos 
patas.
Uno siente la tentación de creer que esta criatura tuvo, tiempo 
atrás, una figura más razonable y que ahora está rota. Pero éste no 
parece ser el caso; al menos, no encuentro ningún indicio de ello; en 
ninguna parte se ven huellas de añadidos o de puntas de rotura que 
pudieran darnos una pista en ese sentido; aunque el conjunto es absurdo,
 parece completo en sí. Y no es posible dar más detalles, porque Odradek
 es muy movedizo y no se deja atrapar.
Habita alternativamente bajo la techumbre, en escalera, en los 
pasillos y en el zaguán. A veces no se deja ver durante varios meses, 
como si se hubiese ido a otras casas, pero siempre vuelve a la nuestra. A
 veces, cuando uno sale por la puerta y lo descubre arrimado a la 
baranda, al pie de la escalera, entran ganas de hablar con él. No se le 
hacen preguntas difíciles, desde luego, porque, como es tan pequeño, uno
 lo trata como si fuera un niño.
Información texto 'Preocupaciones de un Padre de Familia'