Textos más populares esta semana de Hermanos Grimm publicados por Edu Robsy publicados el 23 de agosto de 2016 | pág. 4

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autor: Hermanos Grimm editor: Edu Robsy fecha: 23-08-2016


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Los Tres Herederos Afortunados

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un padre reunió a sus tres hijos en su presencia y les dio: al primero un gallo, al segundo una guadaña, y al tercero un gato.

—Soy viejo, les dijo, y está cercana mi muerte; quiero antes de que llegue, asegurar vuestro porvenir. No tengo dinero que dejaros, y aunque os parezcan de poco valor las cosas que ahora os doy, eso depende del uso que hagáis de ellas; buscad cada uno un país en que sea desconocido el objeto que posee y hará su fortuna.

El mayor de los hijos se puso en camino con su gallo, después de la muerte de su padre, pero por todas cuantas partes pasaba era conocido el gallo; en las ciudades le veía encima de los campanarios, dando vueltas con el viento; en los campos le oía cantar continuamente, y a nadie chocaba su animalito, de manera que no se hallaba en la situación más a propósito para mejorar su suerte.

Llegó por último a una isla donde nadie sabía lo que era un gallo, de modo que les costaba mucho trabajo conocer la aproximación de las diferentes partes del día. Sabían muy bien cuándo era de día y cuándo era de noche, pero los que dormían por la noche, ignoraban siempre la hora que era.

—Mirad, les dijo, qué animal tan hermoso; tiene una corona de rubíes en la cabeza y lleva espuelas en los pies como los caballeros. Por la noche canta tres veces a horas fijas; la última cuando va a salir el sol. Cuando canta en medio del día, indica que va a cambiar el tiempo.

Este discurso gustó mucho a los habitantes de la isla; a la noche siguiente nadie se durmió, y todos escucharon con la mayor ansiedad al gallo anunciar las dos, las cuatro y las seis de la mañana. Le preguntaron si vendía aquel hermoso pájaro, y cuánto quería por él.

—Quiero el oro que pueda llevar un asno en una carga, les contestó.

Todos contestaron que semejante precio era una bagatela para un animal tan maravilloso, y se apresuraron a dársele.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Los Doce Cazadores

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez un príncipe que tenía una novia, a la cual quería mucho; hallábase siempre a su lado y estaba muy contento, pero tuvo noticia de que su padre, que vivía en otro reino, se hallaba mortalmente enfermo, y quería verle antes de morir; entonces dijo a su amada:

—Tengo que marcharme y abandonarte, pero aquí tienes esta sortija en memoria de nuestro amor, y cuando sea rey volveré y te llevaré a mi palacio.

Se puso en camino, y cuando llegó al lado de su padre, se hallaba moribundo, y le dirigió estas palabras:

—Querido hijo mío, he querido verte por última vez antes de morir; prométeme casarte con la mujer que te designe.

Y le nombró una princesa que debía ser su esposa.

El joven estaba tan afligido, que le contestó sin reflexionar:

—Sí, querido padre, cumpliré vuestra voluntad. Y el rey cerró los ojos y murió.

Comenzó entonces a reinar el hijo, y trascurrido el tiempo del luto debía cumplir su promesa, por lo que envió a buscar a la hija del rey con la cual había dado palabra de casarse. Súpolo su primera novia y sintió mucho su infidelidad, llegando casi a perder la salud. Entonces la preguntó su padre:

—Dime, querida hija, ¿qué te falta?, ¿qué tienes? Reflexionó ella un momento y después contestó:

—Querido padre, quisiera encontrar once jóvenes iguales a mi rostro y estatura.

El rey la respondió:

—Se cumplirá tu deseo si es posible.

Y mandó buscar por todo su reino once doncellas que fueran iguales a su hija en rostro y estatura.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Manirrota

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez una joven que era muy bonita, pero muy descuidada y perezosa. Cuando la hacían hilar, lo ejecutaba con tanto disgusto, que en vez de desenredar los pequeños pelotones de hilacha que se encuentran en el lino, los arrancaba a puñados que echaba en el suelo a su lado. Su criada, que era una hilandera muy trabajadora, recogía todas estas pizcas de lana, las limpiaba y las hilaba muy finas, y se llegó a hacer con ellas un bonito vestido.

Un joven pidió por mujer a la manirrota e iba ya a verificarse la boda. El día antes la activa criada bailaba muy alegre con su vestido nuevo; la novia comenzó a cantar:

Con los restos de mi hilacha
se ha arreglado mi muchacha.

El novio la preguntó lo que quería decir, y le contó que con el lino que había tirado se había hecho un vestido su criada. El joven, al saber esto, y al ver el descuido de la una y la actividad de la otra; dejó a su novia y se casó con la criada.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Pescador y su Mujer

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez un pescador que vivía con su mujer en una choza, a la orilla del mar. El pescador iba todos los días a echar su anzuelo, y le echaba y le echaba sin cesar.

Estaba un día sentado junto a su caña en la ribera, con la vista dirigida hacia su límpida agua, cuando de repente vio hundirse el anzuelo y bajar hasta lo más profundo y al sacarle tenía en la punta un barbo muy grande, el cual le dijo: —Te suplico que no me quites la vida; no soy un barbo verdadero, soy un príncipe encantado; ¿de qué te serviría matarme si no puedo serte de mucho regalo? Échame al agua y déjame nadar.

—Ciertamente, le dijo el pescador, no tenías necesidad de hablar tanto, pues no haré tampoco otra cosa que dejar nadar a sus anchas a un barbo que sabe hablar.

Le echó al agua y el barbo se sumergió en el fondo, dejando tras sí una larga huella de sangre.

El pescador se fue a la choza con su mujer: —Marido mío, le dijo, ¿no has cogido hoy nada?

—No, contestó el marido; he cogido un barbo que me ha dicho ser un príncipe encantado y le he dejado nadar lo mismo que antes.

—¿No le has pedido nada para ti? —replicó la mujer.

—No, repuso el marido; ¿y qué había de pedirle?

—¡Ah! —respondió la mujer; es tan triste, es tan triste vivir siempre en una choza tan sucia e infecta como esta; hubieras debido pedirle una casa pequeñita para nosotros; vuelve y llama al barbo, dile que quisiéramos tener una casa pequeñita, pues nos la dará de seguro.

—¡Ah! —dijo el marido, ¿y por qué he de volver?

—¿No le has cogido, continuó la mujer, y dejado nadar como antes? Pues lo harás; ve corriendo.

El marido no hacía mucho caso; sin embargo, fue a la orilla del mar, y cuando llegó allí, la vio toda amarilla y toda verde, se acercó al agua y dijo:


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Los Enanos Mágicos

Hermanos Grimm


Cuento infantil


I

Había un zapatero que, a consecuencia de muchas desgracias, llegó a ser tan pobre que no le quedaba material más que para un solo par de zapatos. Le cortó por la noche para hacerle a la mañana siguiente: después, como era hombre de buena conciencia, se acostó tranquilamente, rezó y se durmió. Al levantarse al otro día fue a ponerse a trabajar, pero encontró encima de la mesa el par de zapatos hecho. Grande fue su sorpresa, pues ignoraba cómo había podido verificarse esto. Tomó los zapatos, los miró por todas partes y estaban tan bien hechos, que no tenían falta ninguna: eran una verdadera obra maestra.

Entró en la tienda un comprador, al que agradaron tanto aquellos zapatos, que los pagó en doble de su precio y el zapatero pudo procurarse con este dinero cuero para dos pares más. Los cortó también por la noche y los dejó preparados para hacerlos al día siguiente, pero al despertar los halló también concluidos; tampoco le faltaron compradores entonces, y con el dinero que sacó de ellos pudo comprar cuero para otros cuatro pares. A la mañana siguiente, los cuatro pares estaban también hechos, y por último, toda la obra que cortaba por la noche la hallaba concluida a la mañana siguiente, de manera que mejoró de fortuna y casi llegó a hacerse rico:

Una noche cerca de Navidad, cuando acababa de cortar el cuero e iba a acostarse, le dijo su mujer:

—Vamos a quedarnos esta noche en vela para ver quiénes son los que nos ayudan de esta manera.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Carga Ligera

Hermanos Grimm


Cuento infantil


En una ocasión había una buena vieja que vivió con una manada de gansos en un desierto en medio de las montañas, donde tenía su habitación. El desierto se hallaba en lo más espeso de un bosque, y todas las mañanas cogía la vieja su muleta e iba a la entrada del bosque con paso trémulo. Una vez allí, la buena vieja trabajaba con una actividad de que no se la hubiera creído capaz al ver sus muchos años, recogía hierba para sus gansos, alcanzaba las frutas salvajes que se hallaban a la altura a que podía llegar, y lo llevaba luego todo a cuestas. Parecía que iba a sucumbir bajo semejante peso; pero siempre le llevaba con facilidad hasta su casa. Cuando encontraba a alguien le saludaba amistosamente.

—Buenos días, querido vecino, hace muy buen tiempo. Os extrañará sin duda que lleve esta hierba; pero todos debemos llevar acuestas nuestra carga.

No gustaba, sin embargo, a nadie el encontrarla y preferían dar un rodeo, y si pasaba cerca de ella algún padre con su hijo, le decía:

—Ten cuidado con esa vieja; es astuta como un demonio; es una hechicera.

Una mañana atravesaba el bosque un joven muy guapo; brillaba el sol, cantaban los pájaros, un fresco viento soplaba en el follaje, y el joven estaba alegre y de buen humor. Aún no había encontrado un alma viviente, cuando de repente distinguió a la vieja hechicera en cuclillas cortando la hierba con su hoz. Había reunido ya una carga entera en su saco y al lado tenía dos cestos grandes, llenos basta arriba de peras y manzanas silvestres.

—Abuela, le dijo, ¿cómo pensáis llevar todo eso?

—Pues tengo que llevarlo, querido señorito, le contestó; los hijos de los ricos no saben lo que son trabajos. Pero a los pobres se les dice:

Es preciso trabajar,
no habiendo otro bienestar.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Juan el Listo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Pregunta la madre a Juan:

— ¿Adónde vas, Juan?

Responde Juan:

— A casa de Margarita.

— Que te vaya bien, Juan.

— Bien me irá. Adiós, madre.

— Adiós, Juan.

Juan llega a casa de Margarita.

— Buenos días, Margarita.

— Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?

— Traer, nada; tú me darás.

Margarita regala a Juan una aguja. Juan dice:

— Adiós, Margarita.

— Adiós, Juan.

Juan coge la aguja, la pone en un carro de heno y se vuelve a casa tras el carro.

— Buenas noches, madre.

— Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?

— Con Margarita estuve.

— ¿Qué le llevaste?

— Llevar, nada; ella me dio.

— ¿Y qué te dio Margarita?

— Una aguja me dio.

— ¿Y dónde tienes la aguja, Juan?

— En el carro de heno la metí.

— Hiciste una tontería, Juan; debías clavártela en la manga.

— No importa, madre; otra vez lo haré mejor.

— ¿Adónde vas, Juan?

— A casa de Margarita, madre.

— Que te vaya bien, Juan.

— Bien me irá. Adiós, madre.

— Adiós, Juan.

Juan llega a casa de Margarita.

— Buenos días, Margarita.

— Buenos días, Juan. ¿Qué traes de bueno?

— Traer, nada; tú me darás.

Margarita regala a Juan un cuchillo.

— Adiós, Margarita.

— Adiós, Juan.

Juan coge el cuchillo, se lo clava en la manga y regresa a su casa.

— Buenas noches, madre.

— Buenas noches, Juan. ¿Dónde estuviste?

— Con Margarita estuve.

— ¿Qué le llevaste?

— Llevar, nada; ella me dio.

— ¿Y qué te dio Margarita?

— Un cuchillo me dio.

— ¿Dónde tienes el cuchillo, Juan?

— Lo clavé en la manga.

— Hiciste una tontería, Juan. Debiste meterlo en el bolsillo.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Los Dos Compañeros de Viaje

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Las montañas no se encuentran nunca, pero los hombres se encuentran, y con mucha frecuencia los buenos con los malos. Un zapatero y un sastre se encontraron frente a frente en sus viajes o correrías por su país. El sastre era un hombre bajito, muy alegre y de muy buen humor. Vio venir hacia él al zapatero, y conociendo su oficio por el paquete que llevaba debajo del brazo, se puso a cantar una canción burlesca:

Procura que tus puntadas
queden bien aseguradas;
poco a poco estira el hilo
porque no queden en vilo.

Pero el zapatero, que no entendía de chanzas, puso una cara como si hubiera bebido vinagre: parecía que iba a saltar encima del sastre. Por fortuna, nuestro hombre le dijo, riendo y presentándole su calabaza:

—Vamos, eso era una broma; echa un trago para apagar la bilis.

El zapatero bebió un trago, y el aire de su rostro cambió un poco en la apariencia. Devolvió la calabaza al sastre, diciéndole:

—No me he querido negar a vuestra invitación: he bebido por la sed presente y por la sed futura. ¿Queréis que viajemos juntos?

—Con mucho gusto, dijo el sastre, siempre que vayamos a alguna gran ciudad, donde no falte trabajo.

—Esa es mi intención, dijo el zapatero; en los lugares pequeños no hay nada que hacer: las gentes van con los pies descalzos.

Y comenzaron a caminar juntos a pie, como los perros del rey.

Ambos tenían más tiempo que perder que dinero que gastar. En todas las ciudades donde entraban, visitaban a los maestros de sus oficios, y, como el sastrecillo era un muchacho muy guapo y de muy buen humor, le daban trabajo con mucho gusto, y aún a veces la hija del maestro le daba además algún que otro apretón de manos por detrás de la puerta. Cuando volvía a reunirse con su compañero, su bolsa era siempre la más repleta. Entonces el zapatero, gruñendo siempre, se ponía aún más feo, refunfuñando por lo bajo:


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Ondina del Estanque

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había en cierto tiempo un molinero que vivía feliz con su mujer: tenían dinero y bienes y su propiedad aumentaba de año en año, pero la desgracia, dice el proverbio, viene durante la noche; su fortuna disminuyó de año en año, lo mismo que se había aumentado, y por último el molinero apenas podía llamar suyo el molino en que habitaba. Hallábase muy afligido, y cuando se acostaba por la noche terminado su trabajo, apenas podía descansar, pues sus penas le hacían dar vueltas en la cama. Una mañana se levantó antes de la aurora y salió para tomar el aire, imaginando que sentía algún alivio en su pesar. Cuando pasaba cerca de la escalera del molino, comenzaba a apuntar el primer rayo del sol y oyó un ligero ruido en el estanque. Se volvió y distinguió a una mujer muy hermosa, que se elevaba lentamente en medio del agua; sus largos cabellos, que había echado con sus delicadas manos sobre sus espaldas, descendían por ambos lados y cubrían su cuerpo blanco y brillante como la nieve. No tardó en conocer que era la ondina del estanque, e ignoraba en su terror si debía quedarse o huir de allí, pero la ondina dejó oír su dulce voz, le llamó por su nombre y le preguntó por qué estaba tan triste. El molinero permaneció como mudo en un principio, pero oyéndola hablar con tanta gracia, se animó y le refirió que anteriormente había vivido feliz y rico, y que ahora se había quedado tan pobre que ignoraba qué hacerse.

—No tengas cuidado, contestó la ondina; yo te haré más feliz y dichoso de lo que nunca has sido; mas es preciso que me prometas darme lo que acaba de nacer en tu casa.

—Sin duda será algún perro o algún gato, pensó para sí el molinero y la prometió lo que la pedía.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

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