Textos más populares esta semana de Hermanos Grimm

Mostrando 1 a 10 de 138 textos encontrados.


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autor: Hermanos Grimm


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El Enano Saltarín (Rumpelstiltskin)

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Cuentan que en un tiempo muy lejano el rey decidió pasear por sus dominios, que incluían una pequeña aldea en la que vivía un molinero junto con su bella hija. Al interesarse el rey por ella, el molinero mintió para darse importancia: "Además de bonita, es capaz de convertir la paja en oro hilándola con una rueca." El rey, francamente contento con dicha cualidad de la muchacha, no lo dudó un instante y la llevó con él a palacio.

Una vez en el castillo, el rey ordenó que condujesen a la hija del molinero a una habitación repleta de paja, donde había también una rueca: "Tienes hasta el alba para demostrarme que tu padre decía la verdad y convertir esta paja en oro. De lo contrario, serás desterrada."

La pobre niña lloró desconsolada, pero he aquí que apareció un estrafalario enano que le ofreció hilar la paja en oro a cambio de su collar. La hija del molinero le entregó la joya y... zis—zas, zis—zas, el enano hilaba la paja que se iba convirtiendo en oro en las canillas, hasta que no quedó ni una brizna de paja y la habitación refulgía por el oro.

Cuando el rey vio la proeza, guiado por la avaricia, espetó: "Veremos si puedes hacer lo mismo en esta habitación." Y le señaló una estancia más grande y más repleta de paja que la del día anterior.


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2 págs. / 4 minutos / 2.179 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Muerte Madrina

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un hombre muy pobre tenía doce hijos; y aunque trabajaba día y noche, no alcanzaba a darles más que pan. Cuando nació su hijo número trece, no sabía qué hacer; salió al camino y decidió que al primero que pasara le haría padrino de su hijito.

Y el primero que pasó fue Dios Nuestro Señor; él ya conocía los apuros del pobre y le dijo:

—Hijo mío, me das mucha pena. Quiero ser el padrino de tu último hijito y cuidaré de él para que sea feliz.

El hombre le preguntó:

—¿Quién eres?

—Soy tu Dios.

—Pues no quiero que seas padrino de mi hijo; no, Señor, porque tú das mucho a los ricos y dejas que los pobres pasemos hambre.

El hombre contestó así al Señor, porque no comprendía con qué sabiduría reparte Dios la riqueza y la pobreza; y el desgraciado se apartó de Dios y siguió su camino.

Se encontró luego con el diablo, que le preguntó:

—¿Qué buscas? Si me escoges para padrino de tu hijo, le daré muchísimo dinero y tendrá todo lo que quiera en este mundo.

El hombre preguntó:

—¿Quién eres tú?

—Soy el demonio.

—No, no quiero que seas el padrino de mi niño; eres malo y engañas siempre a los hombres y los pierdes.

Siguió andando, y se encontró con la Muerte, con la mismísima Muerte, que estaba flaca y en los huesos; y la Muerte le dijo:

—Quiero ser madrina de tu hijo.

—¿Quién eres?

—Soy la Muerte, que hace iguales a todos los hombres.

Y el hombre dijo:

—Me convienes; tú te llevas a los ricos igual que a los pobres, sin hacer diferencias. Serás la madrina.

La Muerte dijo entonces:

—Yo haré rico y famoso a tu hijo; a mis amigos no les falta nunca nada.

Y el hombre dijo:

—El domingo que bien será el bautizo; no dejes de ir a tiempo.


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3 págs. / 6 minutos / 623 visitas.

Publicado el 30 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Lobo y el Hombre

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un día la zorra ponderaba al lobo la fuerza del hombre: no había animal que le resistiera, y todos habían de valerse de la astucia para guardarse de él. Respondióle el lobo:

— Como tenga ocasión de encontrarme con un hombre, ¡vaya si arremeteré contra él!

— Puedo ayudarte a encontrarlo —dijo la zorra—; ven mañana de madrugada, y te mostraré uno.

Presentóse el lobo temprano, y la zorra lo condujo al camino que todos los días seguía el cazador. Primeramente pasó un soldado licenciado, ya muy viejo.

— ¿Es eso un hombre? —preguntó el lobo.

— No —respondió la zorra—, lo ha sido.

Acercóse después un muchacho, que iba a la escuela.

— ¿Es eso un hombre?

— No, lo será un día.

Finalmente, llegó el cazador, la escopeta de dos cañones al hombro y el cuchillo de monte al cinto. Dijo la zorra al lobo.

— ¿Ves? ¡Eso es un hombre! Tú, atácalo si quieres, pero, lo que es yo, voy a ocultarme en mi madriguera.

Precipitóse el lobo contra el hombre. El cazador, al verlo, dijo:

— ¡lástima que no lleve la escopeta cargada con balas! —y, apuntándole, disparóle una perdigonada en la cara. El lobo arrugó intensamente el hocico, pero, sin asustarse, siguió derecho al adversario, el cual le disparó la segunda carga. Reprimiendo su dolor, el animal se arrojó contra el hombre, y entonces éste, desenvainando su reluciente cuchillo de monte, le asestó tres o cuatro cuchilladas, tales, que el lobo salió a escape, sangrando y aullando, y fue a encontrar a la zorra.

— Bien, hermano lobo —le dijo ésta—, ¿qué tal ha ido con el hombre?


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1 pág. / 2 minutos / 168 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Cuervo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez una reina que tenía una hijita de corta edad, a la que se tenía que llevar aún en brazos. Un día la niña estaba muy impertinente, y su madre no lograba calmarla de ningún modo, hasta que, perdiendo la paciencia, al ver unos cuervos que volaban en torno al palacio, abrió la ventana y dijo:

— ¡Ojalá te volvieses cuervo y echases a volar; por lo menos tendría paz!

Pronunciadas apenas estas palabras, la niña quedó convertida en cuervo y, desprendiéndose del brazo materno, huyó volando por la ventana. Fue a parar a un bosque tenebroso, en el que permaneció mucho tiempo, y sus padres perdieron todo rastro de ella.

Cierto día, un hombre que pasaba por el bosque percibió el graznido de un cuervo; al acercarse al lugar de donde procedía, oyó que decía el ave:

— Soy princesa de nacimiento y quedé encantada; pero tú puedes liberarme.

— ¿Qué debo hacer? — preguntó él.

Y el cuervo respondió:

— Sigue bosque adentro, hasta que encuentres una casa, en la que vive una vieja. Te ofrecerá comida y bebida; pero no aceptes nada, pues por poco que comas o bebas quedarás sumido en un profundo sueño, y ya no te será posible rescatarme. En el jardín de detrás de la casa hay un gran montón de cortezas, aguárdame allí. Durante tres días seguidos vendré a las dos de la tarde, en un coche tirado, la primera vez, por cuatro caballos blancos; por cuatro rojos, la segunda, y por cuatro negros, la tercera; pero si en vez de estar despierto te hallas dormido, no me podrás desencantar.

Prometió el hombre cumplirlo todo al pie de la letra; mas el cuervo suspiró:

— ¡Ay!, bien sé que no me liberarás, porque aceptarás algo de la vieja.

El hombre repitió su promesa de que no tocaría nada de comer ni de beber. Al encontrarse delante de la casa, salió la mujer a recibirlo.

— ¡Pobre, y qué cansado pareces! Entra a reposar, comerás y beberás algo.


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6 págs. / 10 minutos / 289 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Liebre y el Erizo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Esta historia, niños, va a pareceros una mentira y sin embargo es verdadera, pues mi abuelo de quien la sé no dejaba nunca, cuando me la refería, de añadir:

—Debe sin embargo ser verdadera, pues, si no, no la contaría nadie.

He aquí la historia tal como ha pasado.

Era una hermosa mañana de verano, durante el tiempo de la siega, precisamente cuando el alforfón, trigo negro, está en flor. El sol brillaba en el cielo, el aire de la mañana ponía en movimiento los trigos, las alondras cantaban volando, las abejas zumbaban en el alforfón, las personas iban a la iglesia con el vestido del domingo y todo el mundo se alegraba y también el erizo.

El erizo estaba delante de su puerta, tenía los brazos cruzados, miraba pasar el tiempo y cantaba un cantarcillo, ni más ni menos que como lo canta un erizo en una hermosa mañana de domingo.

Mientras cantaba así, a media voz, se le ocurrió, muy osadamente en verdad, ínterin su mujer lavaba y vestía a sus hijuelos, dar algunos paseos por la llanura e ir a ver cómo crecían los nabos. Los nabos se hallaban cerca de su casa, tenía la costumbre de comerlos con su familia y los cogía como si fueran suyos. Dicho y hecho.

El erizo cerró la puerta detrás de sí y se puso en camino. Apenas se hallaba fuera de la casa e iba precisamente a pasar por delante de una zarza, que se hallaba junto al campo donde crecen los nabos, cuando encontró a la liebre que había salido con una intención semejante, para ir a visitar sus berzas.

Así que el erizo vio a la liebre, pensó jugarla una buena treta y la dio los buenos días con mucha política; pero la liebre que era un personaje muy grande a su manera y de un carácter orgulloso, no devolvió el saludo, sino que dijo con un aire muy burlón:

—¿Cómo corres tan temprano por el campo, en una mañana tan hermosa?

—Voy a pasearme —dijo el erizo.


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3 págs. / 6 minutos / 141 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Los Tres Hermanos

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un hombre tenía tres hijos y no poseía más bienes que la casa en que vivía. Todos sus hijos querían heredarla, y no sabía cómo arreglarse para no perjudicar a ninguno. Lo mejor hubiera sido venderla y repartir el dinero entre los tres; pero no podía decidirse porque era la casa de sus antepasados. Al fin dijo a sus hijos:

—Marchaos a correr mundo, aprended cada uno un oficio, y cuando volváis heredará la casa el que tenga más habilidad.

La proposición les agradó: el mayor resolvió ser herrador, el segundo barbero y el tercero maestro de esgrima. Se separaron, conviniendo estar en casa de su padre en un día señalado. Cada uno de ellos se puso en casa de un buen maestro, que le enseñó bien el oficio. El mariscal herraba los caballos del rey, y creía que la casa sería para él. El barbero afeitaba a grandes señores, y pensaba también que la casa vendría a ser suya. En cuanto al aprendiz de maestro de esgrima, recibió más de un floretazo, pero apretaba los dientes y no se desanimaba, pues pensaba que si tenía miedo no sería para él la casa.

Cuando llegó el tiempo fijado, volvieron los tres a la casa de su padre. Pero no sabían cómo buscar la ocasión para manifestar su talento. Cuando hablaban entre sí de su situación, acertó a pasar una liebre corriendo por la llanura.

—¡Diablo! dijo el barbero; he aquí uno que viene como marea en cuaresma.

Cogiendo su vacía y su jabón, preparó la espuma hasta que el animal estuvo cerca, y corriendo tras él le jabonó a la carrera y le afeitó el bigote sin detenerse, ni cortarle un pelo de ninguna otra parte de su cuerpo.

—¡Eso es admirable! dijo el padre; si tus hermanos no hacen lo mismo, será para ti la casa.

Un instante después pasó una silla de posta a escape.

—Padre mío, dijo el herrador, ahora vais a ver lo que sé yo hacer.


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1 pág. / 3 minutos / 685 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Pájaro de Oro

Hermanos Grimm


Cuento infantil


En tiempos remotos vivía un rey cuyo palacio estaba rodeado de un hermoso parque, donde crecía un árbol que daba manzanas de oro. A medida que maduraban, las contaban; pero una mañana faltó una. Diose parte del suceso al Rey, y él ordenó que todas las noches se montase guardia al pie del árbol. Tenía el Rey tres hijos, y al oscurecer envió al mayor de centinela al jardín. A la medianoche, el príncipe no pudo resistir el sueño, y a la mañana siguiente faltaba otra manzana. A la otra noche hubo de velar el hijo segundo; pero el resultado fue el mismo: al dar las doce se quedó dormido, y por la mañana faltaba una manzana más. Llegó el turno de guardia al hijo tercero; éste estaba dispuesto a ir, pero el Rey no confiaba mucho en él, y pensaba que no tendría más éxito que sus hermanos; de todos modos, al fin se avino a que se encargara de la guardia. Instalóse el jovenzuelo bajo el árbol, con los ojos bien abiertos, y decidido a que no lo venciese el sueño. Al dar las doce oyó un rumor en el aire y, al resplandor de la luna, vio acercarse volando un pájaro cuyo plumaje brillaba como un ascua de oro. El ave se posó en el árbol, y tan pronto como cogió una manzana, el joven príncipe le disparó una flecha. El pájaro pudo aún escapar, pero la saeta lo había rozado y cayó al suelo una pluma de oro. Recogióla el mozo, y a la mañana la entregó al Rey, contándole lo ocurrido durante la noche. Convocó el Rey su Consejo, y los cortesanos declararon unánimemente que una pluma como aquella valía tanto como todo el reino.

— Si tan preciosa es esta pluma —dijo el Rey—, no me basta con ella; quiero tener el pájaro entero.

El hijo mayor se puso en camino; se tenía por listo, y no dudaba que encontraría el pájaro de oro. Había andado un cierto trecho, cuando vio en la linde de un bosque una zorra y, descolgándose la escopeta, dispúsose a disparar contra ella. Pero la zorra lo detuvo, exclamando:


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4 págs. / 8 minutos / 287 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Hansel y Gretel

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Erase una vez un leñador muy pobre que tenía dos hijos: un niño llamado Hansel, y una niña llamada Gretel, y que había contraído nuevamente matrimónio después de que la madre de los niños falleciera. El leñador quería mucho a sus hijos pero un día una terrible hambruna asoló la región. Casi no tenían ya que comer y una noche la malvada esposa del leñador le dijo: “No podremos sobrevivir los cuatro otro invierno. Deberemos tomar mañana a los niños y llevarlos a la parte más profunda del bosque cuando salgamos a trabajar. Les daremos un pedazo de pan a cada uno y luego los dejaremos allí para que ya no encuentren su camino de regreso a casa. El leñador se negó a esta idea porque amaba a sus hijos y sabía que si los dejaba en el bosque morirían de hambre o devorados por las fieras, pero su esposa le dijo: “Tonto, ¿no te das cuenta que si no dejas a los niños en el bosque, entonces los cuatro moriremos de hambre?”— Y tanto insistió la malvada mujer, que finalmente convenció a su marido de abandonar a los niños en el bosque. Afortunadamente los niños estaban aún despiertos y escucharon todo lo que planearon sus padres. "Gretel" dijo Hansel a su hermana: “No te preocupes que ya tengo la solución”. A la mañana siguiente todo ocurrió como se había planeado. La mujer levantó a los pequeños muy temprano, les dió un pedazo de pan a cada uno y los cuatro emprendieron la marcha hacia el bosque. Lo que el leñador y su mujer no sabían era que durante la noche, Hansel había salido al jardín para llenar sus bolsillos de guijarros blancos, y ahora, mientras caminaban, lenta y sigilosamente fue dejando caer guijarro tras guijarro formando un camino que evitaría que se perdieran dentro del bosque. Cuando llegaron a la parte más boscosa, encendieron un fuego, sentaron a los niños en un árbol caido y les dijeron "Aguarden aquí hasta que terminemos de trabajar".


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4 págs. / 7 minutos / 1.235 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Sastrecillo Valiente

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un sastrecillo estaba sentado en su mesa cerca de la ventana en una hermosa mañana de verano, cosiendo alegremente y con mucha prisa, cuando acertó a pasar por la calle una mujer que voceaba:

—¿Quién compra buena crema? ¿Quién compra buena crema?

Esta palabra crema sonó tan agradablemente a nuestro hombre que, asomando su pequeña cabeza por la ventana, exclamó:

—Aquí, buena mujer, entrad aquí y encontraréis comprador.

Subió cargada con su pesado cesto los tres escalones de la tienda del sastre y tuvo que poner delante de él todos sus cacharros para que los mirase, manejase y oliese el uno después del otro concluyendo por decir:

—Me parece que es buena esta crema; dadme dos onzas, buena mujer, y aunque sea un cuarterón.

La vendedora, que había creído hacer un negocio mucho mejor, le dio lo que pedía, pero se fue gruñendo y refunfuñando.

—Ahora, exclamó el sastrecillo, suplico a Dios que tenga a bien bendecir esta buena crema para que me dé fuerza y vigor.

Y cogiendo el pan del armario partió una larga rebanada para extender su crema encima.

—¡Qué bien me va a saber!, pensó para sí, pero antes de comérmela voy a acabar este chaquet.

Colocó la tostada a su lado y se puso a coser de nuevo, y era tal su alegría que daba las puntadas cada vez mayores. Pero el olor de la crema atraía las moscas que cubrían la pared y vinieron en gran número a colocarse encima de ello.

—¿Quién os ha llamado aquí?, dijo el sastre echando estos húespedes incómodos.

Pero las moscas sin hacerle caso volvieron en mayor número que antes.

Se incomodó entonces, y sacando de su cajón un pedazo de paño:

—Esperad, exclamó, yo os arreglaré, y las dio sin piedad.

Después del primer golpe, contó las muertas y no había nada menos que siete, que estaban con las patas extendidas.


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9 págs. / 16 minutos / 1.140 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Las Tres Plumas

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Érase una vez un rey que tenía tres hijos, de los cuales dos eran listos y bien dispuestos, mientras el tercero hablaba poco y era algo simple, por lo que lo llamaban «El lelo». Sintiéndose el Rey viejo y débil, pensó que debía arreglar las cosas para después de su muerte, pero no sabía a cuál de sus hijos legar la corona. Díjoles entonces:

— Marchaos, y aquel de vosotros que me traiga el tapiz más hermoso, será rey a mi muerte —. Y para que no hubiera disputas, llevólos delante del palacio, echó tres plumas al aire, sopló sobre ellas y dijo—: Iréis adonde vayan las plumas.

Voló una hacia Levante; otra, hacia Poniente, y la tercera fue a caer al suelo, a poca distancia. Y así, un hermano partió hacia la izquierda; otro, hacia la derecha, riéndose ambos de «El lelo», que, siguiendo la tercera de las plumas, hubo de quedarse en el lugar en que había caído.

Sentóse el mozo tristemente en el suelo, pero muy pronto observó que al lado de la pluma había una trampa. La levantó y apareció una escalera; descendió por ella y llegó ante una puerta. Llamó, y oyó que alguien gritaba en el interior:

«Ama verde y tronada,
pata arrugada,
trasto de mujer
que no sirve para nada:
a quien hay ahí fuera, en el acto quiero ver».

Abrióse la puerta, y el príncipe se encontró con un grueso sapo gordo, rodeado de otros muchos más pequeños. Preguntó el gordo qué deseaba, a lo que respondió el joven:

— Voy en busca del tapiz más bello y primoroso del mundo.

El sapo, dirigiéndose a uno de los pequeños, le dijo:

«Ama verde y tronada,
pata arrugada,
trasto de mujer
que no sirve para nada:
aquella gran caja me vas a traer».


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3 págs. / 5 minutos / 421 visitas.

Publicado el 30 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

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