Yo siempre he pensado que, según sean los gobernantes, así acaban
siendo también las formas de gobierno. Y ya que algunos gobernantes de
Atenas solían decir que conocían la justicia no menos que los demás
hombres, pero al mismo tiempo afirmaban que se veían obligados por la
pobreza del pueblo a ser injustos en su trato con otras ciudades, por
eso determiné investigar si de algún modo podrían mantenerse los
ciudadanos con sus propios recursos, pensando-que, si así sucedía, se
pondría remedio a la vez, de la forma más justa, a su pobreza y a las
suspicacias de los griegos.
Cuando ya estaba investigando lo que me propuse, en seguida se me
reveló que el país reúne las condiciones adecuadas y puede proporcionar
la mayoría de sus ingresos. Para que se compruebe la verdad de lo que
digo, voy a describir primero las condiciones naturales del Ática.
Que las estaciones son aquí muy suaves, lo demuestran sus mismos
productos, pues aquí fructifica lo que en muchos lugares ni siquiera
podría germinar. Ε igual que la tierra, también es muy productivo el mar
que rodea el país. Realmente, cuantos bienes proporcionan los dioses en
las estaciones, todos ellos comienzan aquí muy temprano y terminan muy
tarde. No sólo es abundante en los bienes que florecen y mueren en el
año, sino que también el país tiene bienes perennes; efectivamente, hay
en él piedra abundante, con la que se hacen bellísimos templos,
bellísimos altares y magníficas estatuas para los dioses, y además la
necesitan muchos griegos y bárbaros.
También hay tierras que, aunque se siembren, no dan, sin embargo,
cosechas; pero si se abren minas en ellas, alimentan a muchos más, por
cierto, que si produjesen trigo. Evidentemente contienen plata por un
azar divino; pese a que hay muchos estados vecinos por tierra y mar, y a
ninguno de ellos llega ni un pequeño filón de mineral de plata.
Información texto 'Los Ingresos Públicos'