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El Árbol de la Ciencia

José Fernández Bremón


Cuento


I

Érase el mes de mayo, a la caída de la tarde, en un hermoso día.

Las muchachas salían a los balcones, las macetas ostentaban esas galas de la primavera con que pueden adornarse las plantas que vegetan a fuerza de cuidados, privadas de la atmósfera libre de los campos, sin espacio donde desarrollar sus raíces y sin jugos con que alimentarse.

Estaba el cielo sereno, si cielo puede llamarse lo que distingue el habitante de la corte por el tragaluz que forman los tejados.

No hacía viento.

Asomada en uno de los balcones de cierta calle había una joven, al parecer de dieciocho años, ocupada en arreglar una maceta; la bella jardinera examinaba con atención los botoncillos de la planta, sonriendo de satisfacción al contemplar su lozanía. Parecía decir con sus sonrisas: «Ésta es mi obra».

Y la planta impertérrita no esponjaba sus hojas, ni erguía sus ramas al contacto de aquellas manos blancas y suaves.

¡Qué ingratas son las plantas!

¿Será ficción la sensibilidad que les atribuyen los poetas bucólicos cuando se trata de las heroínas de sus versos?

¿Será la sensitiva entre los vegetales lo que entre nosotros una niña nerviosa?

¿Tendrán corazón las setas y pensarán las calabazas?

Sientan o no las plantas, como afirman algunos, la que era objeto de tales caricias no se daba por entendida.


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Dominio público
26 págs. / 46 minutos / 77 visitas.

Publicado el 11 de julio de 2024 por Edu Robsy.

Miguel-Ángel o el Hombre de Dos Cabezas

José Fernández Bremón


Cuento


Á mis cariñosos amigos
Pepe Cabanilles, Juan José Herranz y Santiago de Liniers


Si el protagonista de mi cuento tiene dos cabezas, saliéndose de la regla comun, ¿por qué esta dedicatoria ha de ser para un solo amigo, segun el uso general? Rompo, pues? ta costumbre, lo cual me proporciona el gusto de unir nombres queridos y hoy algo separados por las vicisitudes de la vida, en recuerdo de la época grata en que vivimos tan unidos.

Acaso hallen algunos exagerada la ficcion que les dedico: no calculan que al elegir mi asunto pude poner no dos, sino tres cabezas sobre los hombros de mi héroe, como los pueblos que en vez de colocar un rey, un general ó un plebeyo á su cabeza, elogian un triunvirato: y áun estuco á mi arbitrio multiplicar esas cabezas hasta el número de siete, y dar el poder á Miguel-Angel, para que constituyese por si solo un Ministerio homogéneo. Ello es que si hemos de creer á los historiadores, Miguel-Angel no es una creacion fantástica: han existido realmente hombres y mujeres de dos y más cabezas?; y si esto dice la historia sériamente, ¿puede rechazarse el cuento por absurdo, cuando atestiguan la posibilidad en los Museos de ciencias naturales tantos fetos bicipites que vivieron algunas horas, lo cual resuelve el hecho principal, el de la vida? No negaré, á pesar de ello, la extravagancia del asunto; antes al contrario, he creido así acomodarme al gusto general que exige à los autores, para ser leidos, lo anómalo y deforme» con preferencia á lo regular y acostumbrado.


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Dominio público
37 págs. / 1 hora, 5 minutos / 49 visitas.

Publicado el 29 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

El Cerezo

José Fernández Bremón


Cuento


—Cuando Pedro era un chiquillo, le dijo su abuelo: «Hoy que es tu santo, planta un árbol en la huerta, y cuando seas mayor, te dará fruto y sombra y será una propiedad». Perico, que era un chico obediente, plantó un cerezo, y lo regaba y cuidaba con esmero, pero era un desgraciado.

—¿Se secó el árbol?

—Al contrario, prosperó como ninguno; y dio cerezas tan ricas, que el padre del muchacho hizo con ellas un regalo al alcalde: al año siguiente Perico no las pudo probar porque cayó soldado: cuando volvió a su pueblo, después de rodar por el mundo muchos años, era casi un viejo, y nunca pudo evitar que los muchachos se le comieran la fruta antes de estar madura.

»Quiso un año defenderla, y los mozos del lugar le dieron tal paliza, que quedó baldado para siempre: los mozos que le baldaron, todos llevaban varas del cerezo que plantó.


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 36 visitas.

Publicado el 14 de julio de 2024 por Edu Robsy.

Cadena Perpetua

José Fernández Bremón


Cuento


Apenas me había quedado dormido, me encontré sujeto en una especie de cepo: había caído en una trampa como un lobo. Una vieja flacucha y acartonada corrió a mí, y dijo sin desatar mis ligaduras:

—Eres mío.

—Está bien —repuse—: soy tu prisionero.

—No lo creas: ésta es una trampa de cazar maridos, y te he cazado yo.

—Señora, ¡misericordia!

—No hay piedad: te tengo amarrado de pies y manos: toma el beso nupcial.

Y estampó sus labios de lija en mis carrillos, dejándolos escocidos.

—Señora... —repuse—, prefiero la pena de muerte.

—Está abolida en este país: tendrás la inmediata.

—Sea.

—Quedas condenado a cadena perpetua.

La vieja dio un silbido; dos hombres forzudos me colocaron una cadena en el pie izquierdo, sacándome del cepo. Luego lanzaron una carcajada, y se alejaron. Habían sujetado el pie de la vieja al otro extremo de mi cadena. Estábamos amarrados para siempre.

Di un tirón; cayó al suelo mi pareja, y hui arrastrándola por un pedregal. ¡Qué noche tan terrible! Yo corría y corría, y mi pie izquierdo se lastimaba con el peso de la cadena y de la vieja, que lanzaba aullidos y se agarraba a las rocas y a los árboles para detenerme y morderme los tobillos.

Cuando desperté, estaba mi pie hinchado y dolorido; me había dormido en el sillón al descalzarme, y tenía puesto en el pie izquierdo una botina nueva.


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1 pág. / 1 minuto / 81 visitas.

Publicado el 13 de julio de 2024 por Edu Robsy.

Un Crimen Científico

José Fernández Bremón


Cuento


Á mi querido tío
D. José María Bremon


Permite que tu nombre respetable figure en las primeras páginas del libro en que colecciono estos cuentos, dispersos hasta ahora en los periódicos. En tu casa, siendo niño y huérfano, hizo á hurtadillas mi pluma sus cándidos ensayos. En tu librería, que forcé muchas veces para leen las obras que ocultabas á mi prematura curiosidad, está el gérmen de estos cuentos: en la consideracion y prestigio que te habian conquistado tus trabajos literarios y políticos fundaba mis aspiraciones á distinguirme, que no se han realizado: es evidente que hay en este libro y en cuanto escriba algo que te pertenece, y debes restituirte tu agradecido y respetuoso sobrino,


Pepe.

Primera parte

I

Los vecinos de un pueblo de Castilla cargaban de grano sus carretas y sacaban á la plaza sus ganados para conducirlos á la feria: los que nada tenian que vender, ayudaban cargar, ó formaban corrillos bulliciosos. A la puerta de una de las casas habia un carro tan repleto de trigo, que los sacos parecian una especie de montaña: cuatro robustas mulas uncidas esperaban en traje de camino, es decir, llevaban al costado sus raciones en los correspondientes talegos, como llevamos nuestras carteras de viaje. El carro, el atalaje y el ganado indicaban en sus dueños desahogo y abundancia: sin embargo de eso, una mujer jóven, con el rostro inquieto y la voz conmovida, decia á un fornido labrador que, látigo en mano, se disponia á arrear á las caballerías.

—¡Por Dios, Tomás! No juegues en la feria: llevas todo lo que nos queda, y si lo pierdes, tendrémos que empeñar hasta los ojos.

—Lucía, no tengas cuidado; respondió el buen mozo mirando con cariño á su mujer: pasado mañana estaré de vuelta con el carro vacío y la bolsa bien provista: estoy desengañado, y, ademas, te he prometido no jugar.


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29 págs. / 51 minutos / 72 visitas.

Publicado el 29 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

El Tonel de Cerveza

José Fernández Bremón


Cuento


A mis queridos amigos
D Luis Diaz Cobeña y D. Lucio Viñas y Deza.


Aunque la embriaguez ha producido héroes, revoluciones, leyendas fantásticas y sistemas filosóficos, por más que en su historia figuren nombres tan respetables como los de Noé y Lot, tan ilustres como los de Alejandro y Cárlos XII, y tan populares como los de Ilofman, Edgardo Poe, y muchos otros que no cito; á pesar de que algunos pueblos hayan solido tratar los asuntos más graves entre trago y trago, y de que áun se acostumbre á rociar con vinos generosos las declaraciones políticas de mayor trascendencia, acto oficial conocido con el nombre de brindis, ello es que al abuso de la bebida se debieron la muerte desastrosa de Holoférnes, la pérdida de Babilonia en tiempo de Baltasar, la catástrofe de Agripina, y casi toda la historia del imperio romano, en que tanta parte hubieron de tener los viñedos de Chipre y de Lésbos.

No he podido comprobar si es cierto ó no que cada vino ó bebida espirituosa tiene propiedades que producen efectos determinados y constantes; es decir, si la borrachera del champagne es siempre epigramática y elegante; si la de cerveza es melancólica y pesada; la del Málaga pendenciera, y por último, si un fabricante de Birmingham, despues de beber algunas botellas de manzanilla, experimenta, como los gitanos, la necesidad de entonar una caña á la flamenca.


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13 págs. / 23 minutos / 41 visitas.

Publicado el 29 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

Heredero Universal

José Fernández Bremón


Cuento


La tierra, los tejados y los árboles estaban blancos. Había nevado toda la mañana. El horizonte, cubierto por oscuro nubarrón, aumentaba la tristeza de aquel día. Hombres, edificios y árboles, todo me parecía sepultado bajo la nieve. No se veía un pájaro en los aires, ni viviente alguno por la calle.

—Todo ha muerto —me dijo una voz lúgubre—: tú nada más existes en la tierra. Estás solo: solo para siempre. Goza de todo: eres el único dueño: el heredero universal.

Salí de casa y a nadie encontré en mi camino: Madrid estaba muerto: no se oía ruido alguno de gentes, animales, carruajes, maquinarias ni campanas de reloj.

Entré en un palacio desierto: los coches estaban abandonados e inmóviles para siempre: atravesé los salones llenos de muebles lujosos: abrí cajones, llenos de joyas y dinero: registré guardarropas abundantes como roperías y una biblioteca que hubiera hecho feliz a un sabio: ¡cómo brillaba la cristalería en los escaparates del comedor, qué columnas tan pintorescas formaban los platos apilados y qué combinaciones tan caprichosas la loza fina y los centros de mesa! Admiré en las alcobas las ricas colgaduras de los lechos y la finura de las telas. En los apagados hornillos de la cocina podía hacerse un auto de fe. La despensa era un almacén de ultramarinos y las botellas de la bodega parecían un ejército en parada.

Aquel cúmulo de riquezas no era nada. Todas las casas de Madrid y su contenido me pertenecían: mis cuadros eran las galerías del Museo: San Francisco el Grande uno de mis oratorios: el trono era uno de mis asientos y mi librería la Biblioteca Nacional, podía jugar a las aleluyas con billetes de banco y quemar en mis chimeneas muebles góticos.


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2 págs. / 3 minutos / 24 visitas.

Publicado el 13 de julio de 2024 por Edu Robsy.

Amar Volando

José Fernández Bremón


Cuento, fábula


—¿Dónde dejaste aquel que te requebraba hace un momento? —dijo la oruga a la mosca.

—¿Quién?, ¿mi marido?

—¿Pues no eras soltera hace un rato?

—Es verdad; pero me he casado y soy libre otra vez.

—Luego ¿no le querías?

—Le he querido mucho; pero todo acaba tan pronto..., ya soy viuda.

—¿Ha muerto él?

—Entre nosotros el matrimonio es un abrazo; nuestra luna de miel pasa en un vuelo, y separarse un momento es enviudar. Si le veo esta tarde quizás no le conozca.

Hay muchas personas que aman de ese modo. ¿No es cierto, Magdalena?


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1 pág. / 1 minuto / 23 visitas.

Publicado el 14 de julio de 2024 por Edu Robsy.

Las Travesuras del Viento

José Fernández Bremón


Cuento


¡Con qué ímpetu baja el viento por las pendientes del Guadarrama! ¡Ay de las primeras flores que se atrevan a blanquear en los almendros, si el aire, helado en los ventisqueros de la sierra, silba por las angosturas de los puertos, varea las ramas de los árboles y forcejea con las torres! En marzo acaba nuestro invierno y empieza la primavera. En aquella estación rueda el viento sin obstáculo por los áridos campos; no detienen su marcha las murallas de hojas, patina por el hielo y reina en el espacio; pero en la primavera tiene que contenerse para no destruir los nidos, ni deshojar las flores, y hasta los muchachos le obligan a jugar con sus cometas; es un gigante precisado a andar de puntillas y hablar bajo, para no interrumpir la gestación de las criaturas débiles y el tejido de los órganos delicados. Fluctuando entre dos estaciones, nunca es tan caprichoso el viento como en marzo. Ya con su aliento suave anima a nacer a los seres primerizos; ya cuando las semillas asoman por la tierra con timidez sus orejitas verdes para oír si silba el viento, sale bramando por los aires y se revuelca por los suelos, formando torbellinos.

I

Por entre los campos labrados va llorando una muchacha muy bonita, siguiendo a la carrera y con la vista un plieguecillo de papel que sube hacia las nubes; una ráfaga de viento le ha arrebatado, antes de leerla, una carta de su novio.

Andrés se había embarcado para América, seis meses hacía, en busca de fortuna, y aquella primera carta, esperada con tristeza y sobresaltos tanto tiempo, no sólo debía contener los desahogos de un corazón apasionado, sino la expresión de sus esperanzas. ¿Dónde estaba Andrés? ¿Qué le diría en esa carta que iba desapareciendo de su vista?


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4 págs. / 7 minutos / 20 visitas.

Publicado el 1 de agosto de 2024 por Edu Robsy.

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