Achurero
Juan José Morosoli
Cuento
Siempre ardía, en la noche el fogón de Farias. El resplandor del fuego y el lengüeteo de las llamas salían puerta afuera y jugaban en el tartagal del patio como un viento de luz.
Farias iba y venia con su tridente enorme. Se detenía a veces frente a la olla de tres patas donde hervía la grasa.
La sombra se alargaba por la pared, subía hasta el techo, doblándose, y quedaba allí mirando para abajo.
Algunos perros rondaban el rancho en busca de desperdicios. Cuando alguno muy atrevido aparecía en la puerta. Farías le arrojaba un cucharón de grasa hirviendo en tanto exclamaba aludiendo a las gentes de ranchada cercana:
—... que los lambió! Muertos d´hambre y llenos e perros!
* * *
Farías era achurero y derretidor de grasa, pero su especialidad era el “arreglo de vacaraises”
Su trabajo empezaba en la noche cuando terminaba la carneada. Los carros que iban a buscar las reses al matadero descargaban allí la grasa sobrante de los puestos de carne. Al volver, cargados ya, sangrantes y pesados, vaciaban los cajones de achuras para que el viejo las preparase.
* * *
Farías colocaba las achuras sobre las tablas adosadas a la pared. Separaba, clasificaba. Primero los mondongos, como alfombras verdes, uno encima del otro. Luego los racimos de tripas y chinchulines, los intestinos de oveja o cordero de retobar los chotos o torcidos.
Al fin, colgados del degolladero, los nonatos o vacarayes estirándose hacia abajo.
Los enviones de luz los contraían o alargaban como si estuvieran vivos.
Parado frente a ellos Farias “les calculaba la edad”.
Mientras las achuras escurrían el agua de la lavada, él aprontaba el mate y rastrillaba algunas brasas, acercándolas a la parrilla petiza, cargada con la flor de la carneada. Tomaba algunos tragos de caña y se sentaba en el cabezal de la puerta a matear, mirando hacia afuera.
Dominio público
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Publicado el 28 de julio de 2025 por Edu Robsy.