Textos más populares esta semana de Julio Verne no disponibles publicados el 19 de marzo de 2017 | pág. 2

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autor: Julio Verne textos no disponibles fecha: 19-03-2017


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El Pueblo Aéreo

Julio Verne


Novela


1. UN VIAJE PELIGROSO.

—¿Y el Congo americano? —inquirió Max Huber—. ¿Acaso no falta agregar un Congo americano?

—¿Para qué, mi querido Max?— le contestó John Cort—. ¿Acaso nos faltan grandes extensiones en los Estados Unidos? ¿Qué necesidad hay de colonizar tierras en otros continentes cuando aún tenemos centenares de miles de kilómetros cuadrados de territorio virgen entre Alaska y Texas?

—¡Pero si las cosas continúan así, las naciones europeas terminarán por repartirse África y nada quedará para tus compatriotas!

—Ni los norteamericanos ni los rusos tienen nada que hacer en el Continente Negro —repuso John Cort con acento terminante.

—¿Pero por qué?

—Porque es inútil fatigarse caminando en busca de lo que se tiene al alcance de la mano…

—¡Bah! Ya verás, querido amigo. El Gobierno Federal de los Estados Unidos reclamará uno de estos días su parte en el postre africano.

Si hay un Congo francés, otro belga, y otro alemán, hay un Congo independiente que sólo espera la oportunidad de dejar de serlo. Y a esto cabe agregar la enorme extensión sin explorar que llevamos ya tres meses recorriendo…

—Explorando como curiosos y no como conquistadores, Max.

—La diferencia no es considerable, digno ciudadano de los Estados Unidos —aclaró Max Huber—. Te repito que esta parte de África podría convertirse en una magnífica colonia de la Unión… tiene territorios extraordinariamente fértiles, que esperan tan sólo que se los utilice, bajo la influencia de una irrigación natural de gran generosidad…

—Y un calor igualmente generoso —lo interrumpió John, secándose la transpiración que le bañaba la frente.

—¡Bah! No hagas caso —replicó Max —. Todo es cuestión de aclimatarse. Recién estamos en primavera. Espera que llegue el verano y me dirás.


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109 págs. / 3 horas, 11 minutos / 215 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Claudio Bombarnac

Julio Verne


Novela


I

Claudio Bombarnac, reportero del Siglo XX Tiflis, Transcaucasia.

Tal es la dirección del despacho que encontré el 13 de mayo al llegar a Tiflis.

He aquí el contenido del telegrama:

«En desocupándose para la fecha del 5 del corriente, Claudio Bombarnac se encontrará en el puerto de Ouzoun-Ada, litoral este del Caspio; allí tomará tren directo Gran Transasiático entre frontera Europa y capital Celeste Imperio. Deberá transmitir impresiones, forma crónicas, celebrar interviews personajes distinguidos en su camino y señalar los menores incidentes por cartas o telegramas, según necesidades de un buen periodismo. Siglo XX cuenta con el celo e inteligente actividad de su corresponsal, a quien abre crédito ilimitado».

Era la misma mañana en que yo acababa de llegar a Tiflis, teniendo la intención de pasar en ella tres semanas, después de visitar las provincias de Georgia, para provecho de mi periódico y de sus lectores, según esperaba.

He aquí las sorpresas, las precipitaciones de la vida de un corresponsal de prensa.

En esta época, los ferrocarriles rusos estaban unidos a la línea georgiana de Poti-Tiflis-Bakú. Después de un largo e interesante trayecto por las provincias de la Rusia meridional, había franqueado el Cáucaso, y contaba con descansar en la capital de Transcaucasia. Y he aquí que la imperiosa dirección de El Siglo XX no me concedía más que medio día de descanso en esta ciudad. Apenas desembarcado, me veía obligado a partir de nuevo, sin haber tenido tiempo de deshacer mi maleta… ¡Qué queréis! Preciso es satisfacer las exigencias del periodismo y las modernas necesidades de la interview.


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221 págs. / 6 horas, 28 minutos / 179 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

La Caza del Meteoro

Julio Verne


Novela


Capítulo I

En el cual el Juez John Proth llena uno de los más gratos deberes de su cargo antes de volver al jardín

No existe ningún motivo que impida decir a los lectores que la ciudad en que comienza esta singular historia se halla en Virginia (Estados Unidos de América). Si les parece bien, llamaremos a esta ciudad Whaston, y la colocaremos en el distrito oriental, sobre la margen derecha del Potomac; pero nos parece inútil precisar más las coordenadas de esta ciudad, que se buscaría en vano aun en los mejores mapas de la Unión.

El 12 de marzo de ese año, aquellos de los habitantes de Whaston que atravesaron Exeter Street en el momento preciso, pudieron ver, en las primeras horas de la mañana, a un elegante caballero que, al paso lento de su caballo, subía y bajaba la calle, muy pendiente, y se detenía por fin en la plaza de la Constitución, casi en el centro de la ciudad.

Este caballero, de puro tipo yanqui, tipo éste que no se halla exento de una original distinción, no debía tener más de treinta años. Era de una estatura algo más que mediana, de bella y robusta complexión, de cabellos negros y barba castaña, cuya punta alargaba su semblante de labios perfectamente afeitados. Una amplia capa le cubría hasta las piernas y caía sobre la grupa del caballo. Guiaba su montura con gran soltura, pero firmemente. Todo en su actitud indicaba al hombre de acción, resuelto, y también al hombre de primer impulso; no debía oscilar jamás entre el deseo y el temor, que es lo que constituye el rasgo de un carácter vacilante. Finalmente, un observador atento habría podido descubrir que apenas lograba disimular su impaciencia natural bajo una apariencia de frialdad.


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189 págs. / 5 horas, 31 minutos / 163 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

La Esfinge de los Hielos

Julio Verne


Novela


A la memoria de Edgard Poe.
A mis amigos de América.

CUADERNO PRIMERO

I. LAS ISLAS KERGUELEN

Nadie, sin duda, prestará fe a esta narración, titulada La esfinge de los hielos.

No importa. En mi opinión, conviene que vea la luz pública. Cada cual es libre de prestarla o no crédito.

Difícil sería, tratándose del comienzo de estas maravillosas y terribles aventuras, imaginar lugar más apropiado que las islas de la Desolación, nombre que les fue dado en 1779 por el capitán Cook. Después de lo que he visto durante mi estancia en ellas en 1809, puedo asegurar que merecen el lamentable calificativo dado por el célebre navegante inglés. Con decir islas de la Desolación, todo está dicho.

Sé que en la nomenclatura geográfica se las conoce con el nombre de Kerguelen, generalmente adoptado para este grupo, comprendido en el 49° 54' de latitud S y 69° 6' de longitud E, nombre que se justifica por el hecho de que en el año 1772, el barón francés Kerguelen fue el primero que señaló estas islas en la parte meridional del Océano índico. Lo cierto es que el jefe de la escuadra había creído descubrir un continente nuevo, en el límite de los mares antárticos, y en el curso de una segunda expedición preciso le fue reconocer su error. No había allí más que un archipiélago. Pero créaseme: islas de la Desolación es el único nombre que conviene a este grupo de trescientas islas o islotes, perdido en medio de aquellas inmensas soledades oceánicas, turbadas casi continuamente por las grandes tempestades australes.


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370 págs. / 10 horas, 48 minutos / 154 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Un Drama en Livonia

Julio Verne


Novela


I. FRONTERA FRANQUEADA

Aquel hombre estaba solo en la oscuridad de la noche. Caminaba con paso de lobo entre los bloques de hielo almacenados por los fríos de un largo invierno. Su pantalón fuerte, su khalot, especie de caftán rugoso de piel de vaca, su gorra con las orejeras bajas, apenas le defendían del viento. Dolorosas grietas resquebrajaban sus labios y sus manos. Los sabañones mortificaban sus dedos. Andaba a través de la oscuridad profunda, bajo un cielo cubierto de nubes bajas que amenazaban con copiosa nevada, a pesar de que la época en que comienza este relato era los primeros días de abril, si bien a la elevada latitud de 58 grados.

Se obstinaba en seguir andando. Después de una parada, tal vez se viera imposibilitado de continuar su marcha.

Sin embargo, a las once de la noche aquel hombre se detuvo; no porque sus piernas se negasen a seguir, ni porque le faltase el aliento ni sucumbiese al cansancio. Su energía física era tan grande como su energía moral. Con voz fuerte, en la que vibraba un inexplicable acento de patriotismo, exclamó:

—¡Al fin! ¡La frontera! ¡La frontera de Livonia! ¡La frontera de mi país!

Y con profunda mirada abrazó el espacio que se extendía ante él al oeste. Con pie seguro golpeó la blanca superficie del suelo, como para grabar su huella en el término de aquella última jornada.


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175 págs. / 5 horas, 7 minutos / 124 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

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