Textos más populares este mes de Leopoldo Lugones publicados por Edu Robsy | pág. 4

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autor: Leopoldo Lugones editor: Edu Robsy


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Los Caballos de Abdera

Leopoldo Lugones


Cuento


Abdera, la ciudad tracia del Egeo, que actualmente es Balastra y que no debe ser confundida con su tocaya bética, era célebre por sus caballos.

Descollar en Tracia por sus caballos, no era poco; y ella descollaba hasta ser única. Los habitantes todos tenían a gala la educación de tan noble animal, y esta pasión cultivada a porfía durante largos años, hasta formar parte de las tradiciones fundamentales, había producido efectos maravillosos. Los caballos de Abdera gozaban de fama excepcional, y todas las poblaciones tracias, desde los cicones hasta los bisaltos, eran tributarios en esto de los bistones, pobladores de la mencionada ciudad. Debe añadirse que semejante industria, uniendo el provecho a la satisfacción, ocupaba desde el rey hasta el último ciudadano.


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6 págs. / 11 minutos / 229 visitas.

Publicado el 29 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

La Tortilla de Juanito

Leopoldo Lugones


Cuento


Cuento, no sé ninguno de amor; pero te narraré una historia que podría ser un cuento, aun cuando estos salen más entretenidos, bien lo veo, pues tienen en su favor el encanto de la mentira...

No más que por verte hacer otra vez ese pucherito de guindas almibaradas, dijera yo mil perrerías de la Verdad; pero tu mohín (pongámoslo en estilo reporticio) es injustificado.

Por tu sexo y tus primaveras que cabrían, bien contadas, en un soneto con estrambote; por tu sexo, tus primaveras y la delicada gracia de tu rostro en que anticipan sus palideces románticos insomnios; por tu sexo, tus primaveras, tu graciosa faz y la esbeltez de tu busto, que semeja un fino ramillete; sin mencionar tus lindas manos, ni elogiar tus lindos pies que la falda avara cubrirá bien pronto—por todo eso, María Eugenia, eres una obra de arte y en consecuencia esencialmente artificial. Como Estela, como Eulalia, como Hortensia, como todas tus hermanas en juventud y en hermosura, has nacido para la mentira, la divina mentira de belleza que todos cultivamos en nuestro huertecillo interior.

No te impacientes si me encuentras filósofo, pues mi filosofía es amable y justifica todos los artificios del tocador, condenando solamente sus excesos, por antiestéticos, pues digan lo que quieran los moralistas, las mujeres pintadas son adorables.

Demasiado fea es la realidad para empeñarse tanto en poseerla, y por eso ha de predominar siempre, sobre toda razón, la coquetería con sus agridulces falacias, manifiestas de igual modo en tus afeites y en las margaritas con que Rosa, la novia de Juanito, se refregaba las mejillas... Pero ahora recuerdo que aun no sabes quiénes son Rosa y Juanito.


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Dominio público
4 págs. / 8 minutos / 61 visitas.

Publicado el 22 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

La Guerra Gaucha

Leopoldo Lugones


Cuentos, colección


Dos palabras

La Guerra Gaucha no es una historia, aunque sean históricos su concepto y su fondo. Los episodios que la forman, intentan dar una idea, lo más clara posible, de la lucha sostenida por montoneras y republiquetas contra los ejércitos españoles que operaron en el Alto Perú y en Salta desde 1814 á 1818.

Dichos episodios que en el plan de la obra estaban fechados para mayor escrupulosidad de ejecución, corresponderían a la campaña iniciada por La Serna el último de aquellos años y terminada el 5 de mayo del mismo con la evacuación de Salta; pero siendo ellos creados por mí casi en su totalidad, habían menester de esta advertencia.

Por igual causa, el libro carece de fechas, nombres y determinaciones geográficas; pues estando la guerra en cuestión narrada al detalle en nuestras historias, no habrían podido adornarse con semejantes circunstancias aquellos episodios sin evidente abuso de ficción.

Quedaba, es cierto, el recurso de la novela y éste fue quizá el primer proyecto; pero dados el material narrativo y el número de los personajes, aquello habría exigido tomos. Entre su conveniencia y la de sus lectores, que tienen ante todo derecho á la concisión, el autor no podía vacilar...

Por otra parte, la guerra gaucha fue en verdad anónima como todas las grandes resistencias nacionales; y el mismo número de caudillos cuya mención se ha conservado (pasan de cien) demuestra su carácter. Esta circunstancia imponía doblemente el silencio sobre sus nombres: desde que habría sido injusto elogiar a unos con olvido de los otros, poseyendo todos mérito igual. Ciento y pico de caudillos excedían a no dudarlo el plan de cualquier narración literaria para no mencionar la monotonía inherente á su perfecta identidad.


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Dominio público
197 págs. / 5 horas, 45 minutos / 46 visitas.

Publicado el 2 de febrero de 2025 por Edu Robsy.

El Ángel de la Sombra

Leopoldo Lugones


Novela


I

Entre los asuntos de sobremesa que podíamos tocar sin desentono a los postres de una comida elegante: la política, el salón de otoño y la inmortalidad del alma, habíamos preferido el último, bajo la impresión, muy viva en ese momento, de un suicidio sentimental.

Muchas personas deben recordar todavía aquel episodio que truncó una de nuestras más gloriosas carreras artísticas: el caso del malogrado D.F., que al pie del nicho donde habían sepultado por la mañana una muchacha con la cual no se le conocía relaciones, se mató al anochecer de un balazo en el parietal. Lo que más interesaba a las señoras de nuestro grupo, era la singularidad de haber conservado D.F. en su mano izquierda, seguramente a modo de ofrenda póstuma, dos tulipanes rojos: extraño recuerdo cuyo sentido debía quedar para siempre incomprensible.

—Los símbolos de amor—había filosofado con sensatez uno de los comensales—no tienen importancia más que para los interesados. Aquellas flores significaban, probablemente, bien poca cosa.

—¡Poca cosa el misterio de una vida, el secreto de una tragedia...—exclamó la más joven de las damas presentes.

—Misterio y secreto vulgarísimos, quizá...

—¡Vulgar D.F., un artista de tanto espíritu!—intervino a su vez la dueña de casa.

Y dirigiéndose a mí con encantadora vivacidad:

—Defienda usted, Lugones, que como poeta lo hará mejor, el honor de su gremio ante este monumento de prosa.

El "monumento" era demasiado respetable por su parentesco con la dama y por su ancianidad, para no imponerme la evasiva de una sonrisa silenciosa.

—Cosas de artistas!—añadió, justificándola, con la tranquilidad satisfecha de una excelente digestión.

Entonces otro de los convidados, un caballero que habíanme presentado al entrar y en cuyo nombre no reparé, opinó suavemente:

—Morir de amor nunca es vulgar...


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Dominio público
140 págs. / 4 horas, 6 minutos / 33 visitas.

Publicado el 1 de febrero de 2025 por Edu Robsy.

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