Textos por orden alfabético de Miguel de Cervantes Saavedra

Mostrando 1 a 10 de 21 textos encontrados.


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autor: Miguel de Cervantes Saavedra


123

El Amante Liberal

Miguel de Cervantes Saavedra


Novela corta


¡Oh lamentables ruinas de la desdichada Nicosia, apenas enjutas de la sangre de vuestros valerosos y mal afortunados defensores! Si como carecéis de sentido, le tuviérades ahora, en esta soledad donde estamos, pudiéramos lamentar juntas nuestras desgracias, y quizá el haber hallado compañía en ellas aliviara nuestro tormento. Esta esperanza os puede haber quedado, mal derribados torreones, que otra vez, aunque no para tan justa defensa como la en que os derribaron, os podéis ver levantados. Mas yo, desdichado, ¿qué bien podré esperar en la miserable estrecheza en que me hallo, aunque vuelva al estado en que estaba antes deste en que me veo? Tal es mi desdicha, que en la libertad fui sin ventura, y en el cautiverio ni la tengo ni la espero.

Estas razones decía un cautivo cristiano, mirando desde un recuesto las murallas derribadas de la ya perdida Nicosia; y así hablaba con ellas, y hacía comparación de sus miserias a las suyas, como si ellas fueran capaces de entenderle: propia condición de afligidos, que, llevados de sus imaginaciones, hacen y dicen cosas ajenas de toda razón y buen discurso.

En esto, salió de un pabellón o tienda, de cuatro que estaban en aquella campaña puestas, un turco, mancebo de muy buena disposición y gallardía, y, llegándose al cristiano, le dijo:

Apostaría yo, Ricardo amigo, que te traen por estos lugares tus continuos pensamientos.

Sí traen ­respondió Ricardo (que éste era el nombre del cautivo)­; mas, ¿qué aprovecha, si en ninguna parte a do voy hallo tregua ni descanso en ellos, antes me los han acrecentado estas ruinas que desde aquí se descubren?

Por las de Nicosia dirás ­dijo el turco.

Pues ¿por cuáles quieres que diga ­repitió Ricardo­, si no hay otras que a los ojos por aquí se ofrezcan?


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57 págs. / 1 hora, 40 minutos / 549 visitas.

Publicado el 22 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Casamiento Engañoso

Miguel de Cervantes Saavedra


Novela corta


Salía del Hospital de la Resurrección, que está en Valladolid, fuera de la Puerta del Campo, un soldado que, por servirle su espada de báculo y por la flaqueza de sus piernas y amarillez de su rostro, mostraba bien claro que, aunque no era el tiempo muy caluroso, debía de haber sudado en veinte días todo el humor que quizá granjeó en una hora. Iba haciendo pinitos y dando traspiés, como convaleciente; y, al entrar por la puerta de la ciudad, vio que hacia él venía un su amigo, a quien no había visto en más de seis meses; el cual, santiguándose como si viera alguna mala visión, llegándose a él, le dijo:

—¿Qué es esto, señor alférez Campuzano? ¿Es posible que está vuesa merced en esta tierra? ¡Como quien soy que le hacía en Flandes, antes terciando allá la pica que arrastrando aquí la espada! ¿Qué color, qué flaqueza es ésa?

A lo cual respondió Campuzano:

—A lo si estoy en esta tierra o no, señor licenciado Peralta, el verme en ella le responde; a las demás preguntas no tengo qué decir, sino que salgo de aquel hospital de sudar catorce cargas de bubas que me echó a cuestas una mujer que escogí por mía, que non debiera.

—¿Luego casóse vuesa merced? —replicó Peralta.

—Sí, señor —respondió Campuzano.

—Sería por amores —dijo Peralta—, y tales casamientos traen consigo aparejada la ejecución del arrepentimiento.


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Dominio público
16 págs. / 28 minutos / 1.101 visitas.

Publicado el 21 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Celoso Extremeño

Miguel de Cervantes Saavedra


Novela corta


No ha muchos años que de un lugar de Estremadura salió un hidalgo, nacido de padres nobles, el cual, como un otro Pródigo, por diversas partes de España, Italia y Flandes anduvo gastando así los años como la hacienda; y, al fin de muchas peregrinaciones, muertos ya sus padres y gastado su patrimonio, vino a parar a la gran ciudad de Sevilla, donde halló ocasión muy bastante para acabar de consumir lo poco que le quedaba. Viéndose, pues, tan falto de dineros, y aun no con muchos amigos, se acogió al remedio a que otros muchos perdidos en aquella ciudad se acogen, que es el pasarse a las Indias, refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconduto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores (a quien llaman ciertos los peritos en el arte), añagaza general de mujeres libres, engaño común de muchos y remedio particular de pocos.

En fin, llegado el tiempo en que una flota se partía para Tierrafirme, acomodándose con el almirante della, aderezó su matalotaje y su mortaja de esparto; y, embarcándose en Cádiz, echando la bendición a España, zarpó la flota, y con general alegría dieron las velas al viento, que blando y próspero soplaba, el cual en pocas horas les encubrió la tierra y les descubrió las anchas y espaciosas llanuras del gran padre de las aguas, el mar Océano.

Iba nuestro pasajero pensativo, revolviendo en su memoria los muchos y diversos peligros que en los años de su peregrinación había pasado, y el mal gobierno que en todo el discurso de su vida había tenido; y sacaba de la cuenta que a sí mismo se iba tomando una firme resolución de mudar manera de vida, y de tener otro estilo en guardar la hacienda que Dios fuese servido de darle, y de proceder con más recato que hasta allí con las mujeres.


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43 págs. / 1 hora, 15 minutos / 1.605 visitas.

Publicado el 21 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Cerco de Numancia

Miguel de Cervantes Saavedra


Teatro, Clásico


FIGURAS SIGUIENTES:

CIPIÓN, romano.
IUGURTA, romano.
Gayo MARIO, romano.
QUINTO FABIO, romano.
CUATRO SOLDADOS ROMANOS.
DOS NUMANTINOS, EMBAJADORES.
TEÓGENES, numantino.
CARAVINO, numantino.
CUATRO GOBERNADORES NUMANTINOS.
MARANDRO, numantino.
DOS SACERDOTES NUMANTINOS.
UN HOMBRE NUMANTINO.
Un Demonio.
CUATRO MUJERES DE NUMANCIA.
LIRA, doncella.
DOS CIUDADANOS NUMANTINOS.
UNA MUJER DE NUMANCIA.
UN HIJO SUYO.
Otro hijo de aquélla.
UNA MUJER DE NUMANCIA.
UN SOLDADO NUMANTINO.
GUERRA.
ENFERMEDAD.
HAMBRE.
VARIATO, muchacho, que es el
  que se arroja de la torre.
UN NUMANTINO.
ERMILIO, soldado romano.

JORNADA PRIMERA

Entra CIPIÓN, y IUGURTA y MARIO y un alarde de soldados armados a lo antiguo, sin arcabuces, y CIPIÓN se sube sobre una peña que estará allí, y dice:


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43 págs. / 1 hora, 15 minutos / 939 visitas.

Publicado el 19 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Coloquio de los Perros

Miguel de Cervantes Saavedra


Teatro, Diálogo, Clásico


NOVELA Y COLOQUIO QUE PASÓ ENTRE CIPIÓN Y BERGANZA,
PERROS DEL HOSPITAL DE LA RESURECCIÓN,
QUE ESTÁ EN LA CIUDAD DE VALLADOLID,
FUERA DE LA PUERTA DEL CAMPO,
A QUIEN COMÚNMENTE LLAMAN
"LOS PERROS DE MAHUDE"

CIPIÓN.—Berganza amigo, dejemos esta noche el Hospital en guarda de la confianza y retirémonos a esta soledad y entre estas esteras, donde podremos gozar sin ser sentidos desta no vista merced que el cielo en un mismo punto a los dos nos ha hecho.

BERGANZA.—Cipión hermano, óyote hablar y sé que te hablo, y no puedo creerlo, por parecerme que el hablar nosotros pasa de los términos de naturaleza.

CIPIÓN.—Así es la verdad, Berganza; y viene a ser mayor este milagro en que no solamente hablamos, sino en que hablamos con discurso, como si fuéramos capaces de razón, estando tan sin ella que la diferencia que hay del animal bruto al hombre es ser el hombre animal racional, y el bruto, irracional.

BERGANZA.—Todo lo que dices, Cipión, entiendo, y el decirlo tú y entenderlo yo me causa nueva admiración y nueva maravilla. Bien es verdad que, en el discurso de mi vida, diversas y muchas veces he oído decir grandes prerrogativas nuestras: tanto, que parece que algunos han querido sentir que tenemos un natural distinto, tan vivo y tan agudo en muchas cosas, que da indicios y señales de faltar poco para mostrar que tenemos un no sé qué de entendimiento capaz de discurso.

CIPIÓN.—Lo que yo he oído alabar y encarecer es nuestra mucha memoria, el agradecimiento y gran fidelidad nuestra; tanto, que nos suelen pintar por símbolo de la amistad; y así, habrás visto (si has mirado en ello) que en las sepulturas de alabastro, donde suelen estar las figuras de los que allí están enterrados, cuando son marido y mujer, ponen entre los dos, a los pies, una figura de perro, en señal que se guardaron en la vidad amistad y fidelidad inviolable.


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72 págs. / 2 horas, 6 minutos / 849 visitas.

Publicado el 19 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha

Miguel de Cervantes Saavedra


Novela, Clásico


TASA

Yo, Juan Gallo de Andrada, escribano de Cámara del Rey nuestro señor, de los que residen en su Consejo, certifico y doy fe que, habiendo visto por los señores dél un libro intitulado El ingenioso hidalgo de la Mancha, compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra, tasaron cada pliego del dicho libro a tres maravedís y medio; el cual tiene ochenta y tres pliegos, que al dicho precio monta el dicho libro docientos y noventa maravedís y medio, en que se ha de vender en papel; y dieron licencia para que a este precio se pueda vender, y mandaron que esta tasa se ponga al principio del dicho libro, y no se pueda vender sin ella. Y, para que dello conste, di la presente en Valladolid, a veinte días del mes de deciembre de mil y seiscientos y cuatro años.

Juan Gallo de Andrada.

TESTIMONIO DE LAS ERRATAS

Este libro no tiene cosa digna que no corresponda a su original; en testimonio de lo haber correcto, di esta fee. En el Colegio de la Madre de Dios de los Teólogos de la Universidad de Alcalá, en primero de diciembre de 1604 años.

El licenciado Francisco Murcia de la Llana.


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Publicado el 19 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Licenciado Vidriera

Miguel de Cervantes Saavedra


Novela corta


Paseándose dos caballeros estudiantes por las riberas de Tormes, hallaron en ellas, debajo de un árbol durmiendo, a un muchacho de hasta edad de once años, vestido como labrador. Mandaron a un criado que le despertase; despertó y preguntáronle de adónde era y qué hacía durmiendo en aquella soledad. A lo cual el muchacho respondió que el nombre de su tierra se le había olvidado, y que iba a la ciudad de Salamanca a buscar un amo a quien servir, por sólo que le diese estudio. Preguntáronle si sabía leer; respondió que sí, y escribir también.

­Desa manera ­dijo uno de los caballeros­, no es por falta de memoria habérsete olvidado el nombre de tu patria.

­Sea por lo que fuere ­respondió el muchacho­; que ni el della ni del de mis padres sabrá ninguno hasta que yo pueda honrarlos a ellos y a ella.

­Pues, ¿de qué suerte los piensas honrar? ­preguntó el otro caballero.

­Con mis estudios ­respondió el muchacho­, siendo famoso por ellos; porque yo he oído decir que de los hombres se hacen los obispos.

Esta respuesta movió a los dos caballeros a que le recibiesen y llevasen consigo, como lo hicieron, dándole estudio de la manera que se usa dar en aquella universidad a los criados que sirven. Dijo el muchacho que se llamaba Tomás Rodaja, de donde infirieron sus amos, por el nombre y por el vestido, que debía de ser hijo de algún labrador pobre. A pocos días le vistieron de negro, y a pocas semanas dio Tomás muestras de tener raro ingenio, sirviendo a sus amos con tanta fidelidad, puntualidad y diligencia que, con no faltar un punto a sus estudios, parecía que sólo se ocupaba en servirlos. Y, como el buen servir del siervo mueve la voluntad del señor a tratarle bien, ya Tomás Rodaja no era criado de sus amos, sino su compañero.


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Publicado el 21 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Retablo de las Maravillas

Miguel de Cervantes Saavedra


Teatro, Clásico


(Salen CHANFALLA y la CHERINOS.)

CHANFALLA.—No se te pasen de la memoria, Chirinos, mis advertimientos, principalmente los que te he dado para este nuevo embuste.

CHIRINOS.—Chanfalla ilustre, lo que en mí fuere, tenlo como de molde; que tanta memoria tengo como entendimiento, a quien se junta una voluntad de acertar a satisfacerte que excede a las demás potencias.

CHANFALLA.—Chirinos, poco a poco estamos ya en el pueblo, y estos que aquí vienen deben de ser, como lo son sin duda, el Gobernador y los Alcaldes. Salgámosles al encuentro, y date un filo a la lengua en la piedra de la adulación; pero no despuntes de aguda.

(Salen el GOBERNADOR y BENITO REPOLLO, alcalde;JUAN Tostado, regidor, y PEDRO CAPACHO, escribano.)

Beso a vuesas mercedes las manos. ¿Quién de vuesas mercedes es el Gobernador de este pueblo?

GOBERNADOR.—Yo soy el Gobernador; ¿qué es lo que queréis, buen hombre?

CHANFALLA.—A tener yo dos onzas de entendimiento, hubiera echado de ver que esa peripatética y anchurosa presencia no podía ser de otro que del dignísimo Gobernador de este honrado pueblo.

GOBERNADOR.—Y bien, ¿qué es lo que queréis, hombre honrado?

CHIRINOS.—Honrados días viva vuesa merced que así nos honra; en fin, la encina da bellotas, el pero, peras; la parra, uvas, y el honrado, honra, sin poder hacer otra cosa.

BENITO.—Sentencia ciceronianca, sin quitar ni poner un punto.

CAPACHO.—Ciceroniana quiso decir el señor alcalde Benito Repollo.

BENITO.—Siempre quiero decir lo que es mejor, sino que las más veces no acierto; en fin, buen hombre, ¿qué queréis?

CHANFALLA.—Yo, señores míos, soy Montiel, el que trae el Retablo de las Maravillas; hanme enviado a llamar de la corte los señores cofrades de los hospitales, porque no hay autor de comedias en ella, y perecen los hospitales; y con mi ida se remediará todo.


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Publicado el 19 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Viaje del Parnaso

Miguel de Cervantes Saavedra


Poesía


Licencia

Por mandado y comisión de los señores del Consejo, he visto El viaje del Parnaso, de Miguel de Cervantes Saavedra; y, después de no tener cosa contra lo que tiene y enseña nuestra santa fee católica ni buenas costumbres, tiene muchas muy apacibles y entretenidas, y muy conformes a las que del mismo autor honran la nación y celebra el mundo. Este es mi parecer, salvo &c. En Madrid, a 20 de setiembre, 1614.

El maestro Joseph de Valdivielso.


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79 págs. / 2 horas, 19 minutos / 366 visitas.

Publicado el 22 de abril de 2016 por Edu Robsy.

La Cueva de Salamanca

Miguel de Cervantes Saavedra


Teatro, Entremés, Drama


Salen PANCRACIO, LEONARDA y CRISTINA.

PANCRACIO
Enjugad, señora, esas lágrimas, y poned pausa a vuestros suspiros, considerando que cuatro días de ausencia no son siglos. Yo volveré, a lo más largo, a los cinco, si Dios no me quita la vida; aunque será mejor, por no turbar la vuestra, romper mi palabra y dejar esta jornada, que sin mi presencia se podrá casar mi hermana.

LEONARDA
No quiero yo, mi Pancracio y mi señor, que por respeto mío vos parezcáis descortés; id en hora buena y cumplid con vuestras obligaciones, pues las que os llevan son precisas, que yo me apretaré con mi llaga y pasaré mi soledad lo menos mal que pudiere. Solo os encargo la vuelta y que no paséis del término que habéis puesto. Tenme, Cristina, que se me aprieta el corazón.

Desmáyase LEONARDA.

CRISTINA
¡Oh, qué bien hayan las bodas y las fiestas! En verdad, señor, que si yo fuera que vuesa merced, que nunca allá fuera.

PANCRACIO
Entra, hija, por un vidro de agua para echársela en el rostro. Mas espera; direle unas palabras que sé al oído, que tienen virtud para hacer volver de los desmayos.

Dícele las palabras; vuelve LEONARDA diciendo:

LEONARDA
Basta; ello ha de ser forzoso; no hay sino tener paciencia, bien mío; cuanto más os detuviéredes más dilatáis mi contento. Vuestro compadre Leoniso os debe de aguardar ya en el coche. Andad con Dios; que Él os vuelva tan presto y tan bueno como yo deseo.

PANCRACIO
Mi ángel, si gustas que me quede, no me moveré de aquí más que una estatua.

LEONARDA
No, no, descanso mío; que mi gusto está en el vuestro; y por agora mas que os vais, que no os quedéis, pues es vuestra honra la mía.


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Dominio público
11 págs. / 20 minutos / 1.412 visitas.

Publicado el 18 de junio de 2018 por Edu Robsy.

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