Querer es poder.
I
Don Basilio, ¡toque V. la corneta, y bailaremos!—Debajo
de estos árboles no hace calor....
—Sí, sí..., D. Basilio: ¡toque V. la corneta de llaves!
—¡Traedle a D. Basilio la corneta en que se está enseñando
Joaquín!
—¡Poco vale!...—¿La tocará V., D. Basilio?
—¡No!
—¿Cómo que no?
—¡Que no!
—¿Por qué?
—Porque no sé.
—¡Que no sabe
—Sin duda quiere que le regalemos el oído....
—¡Vamos!
de infantería!...
—Y que nadie ha tocado la corneta de llaves como V....
—Y que lo oyeron en Palacio..., en tiempos de
Espartero....
—Y que tiene V. una pensión....
—¡Vaya, D. Basilio! ¡Apiádese V.!
—Pues, señor.... ¡Es verdad! He tocado la corneta
de llaves; he sido una ... una especialidad, como dicen
ustedes ahora...; pero también es cierto que hace dos años
regalé mi corneta a un pobre músico licenciado, y que desde
entonces no he vuelto... ni a tararear.
—¡Qué lástima!
—¡Otro Rossini!
—¡Oh! ¡Pues lo que es esta tarde,
usted!...
—Aquí, en el campo, todo es permitido....
—¡Recuerde V. que es mi día,!...
—¡Viva! ¡Viva! ¡Ya está aquí la corneta!
—Sí, ¡que toque!
—Un vals....
—No..., ¡una polca!...
—¡Polca!... ¡Quita allá!—¡Un fandango!
—Sí..., sí..., ¡fandango! ¡Baile nacional!
—Lo siento mucho, hijos míos; pero no me es posible tocar
la corneta....
—¡Usted, tan amable!...
—Tan complaciente....
—¡Se lo suplica a V. su nietecito!...
—Y su sobrina....
—¡Dejadme, por Dios!—He dicho que no toco.
—¿Por qué?
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